jueves, 27 de junio de 2024

Diario. Jueves, 27 de junio de 2024

San Miguel de Salinas

jueves, 27 de junio de 2024


7:15

Oficio de lectura y laudes. 

Tengo que volver dos veces a la casa abadía. La primera para coger el ordenador, la segunda para coger el cargador del ordenador. 

En esas idas y venidas saludo a Joaquín que está montando la terraza del JJ y me muestra el polvo rojizo que se acumulado en las mesas durante la noche. Sí, también yo paso un paño por la mesa del despacho dos o tres veces al día, y siempre sale rojo. 

8:00

Me siento ante el sagrario.  Entre el sagrario y yo está el ordenador. Medito con algunas notas que he ido tomando. 

8:35

Me siento en el confesonario y sigo con el estudio de la Instrucción. 

Diez mensajes de wasap de distintos remitentes y una llamada perdida de don Daniel T. 

Un penitente pregunta que a qué hora puede venir a confesarse. Que a las diez estaré en el confesonario. 

9:00

Voy a la casa abadía y devuelvo la llamada a don Daniel T que está de un humor excelente. 

9:15

Friego la cocina que queda oliendo al perfume de Las 3 brujas. El agua queda reñida con el rojizo polvo de los inmensos desiertos africanos. 

9:30

Vuelvo al confesonario para seguir con la Instrucción. 

10:00

El penitente que había prometido venir a las diez, llega puntualmente. Muy bien. 

10:15

Voy a la casa abadía para recoger los libros que tengo que llevarme a La Torre. 

10:30

Exposición del Santísimo con Andrés al órgano. Tercia.

11:00

Misa de san Cirilo de Alejandría. 

11:30

Voy al cajero a buscar billetes para pagar a Antonio B. 

Salgo para La Lloma. Misterios luminosos con BXVI. 

12:45

Llego a La Lloma y me encuentro en la puerta con don Roque: «¡Oiga, don Roque, oiga don Roque —le digo— lo he visto a usted en ‘Un ángel llamado rebeca’!». Y don Roque, sonriendo, me dice que aún no ha podido ver  la peli. 

Dirige el Círculo don Iñaki Y. 

Luego me acerco a don José Cristóbal Moreno para decirle que lo he visto en «Un ángel llamado Rebeca» y él sonriendo, ironiza: «No es muy sofisticada, pero está bien». Muerdo el anzuelo: «Precisamente acabo de escribir…». Y él: «Sí, lo he leído: ‘Nosotros los sofisticados’». Y, sin dejar de sonreír, me da una estampa de Rebeca porque es el postulador de la causa, o algo así. 

14:00

Salgo para Torrellano donde me esperan Antonio B y su ayudante a quien no conozco. 

14:16

Llego con dos minutos de restraso al restaurante Juanín. Saludo a Antonio B que me presenta a su ayudante. Olvido su nombre inmediatamente. Me lo repite. Ya lo he olvidado otra vez. Es un ser humano argentino que muy bien podría ostentar el título de Príncipe de la Tranquilidad si no fuera porque pertenece al Rey de Reyes. Enseguida empezamos a charlar. 

Antonio B me muestra las fotos del nuevo sagrario de Torremendo, ya instalado. Se lo encargué antes de la pandemia, pero a los artistas hay que dejarlos a su aire. Ha valido la pena esperar. Quien entre en la pequeña iglesia de Torremendo, al ver ese Tabernáculo espléndido, pensará que ha estado ahí toda la vida. Lo bendeciremos el domingo, si Dios quiere. 

Resulta que su ayudante vive en Finestrat, que Antonio ha restaurado el retablo y la ermita del Cristo de Finestrat y que yo fui cura de Finestrat durante siete años. Enseguida salen nombres de amigos  comunes. 

15:30

Nos despedimos y me voy a la Torre. 

Dejo en la ermita unos purificadores que lavó y planchó Joan y me entrego a la contemplación de la Virgen del Carmen. No me canso. 

Bajo a la bodega trece de las veinticuatro botellas que regalaron para el concierto los amigos suizos de Armin y Heidy. 

Dejo en mi piso los libros que he traído de San Miguel. 

Me llama Ismael, el abuelo de Samael, de Tien21: que si me han mandado ya el ventilador nuevo. Que estoy en Alicante y que no lo sé. Que, cuando llegue a San  Miguel me enteraré y lo enteraré. 

17:30

Salgo para San Miguel. 

18:15

Compro algunos víveres en Más y Más.

En la iglesia rezo las vísperas. 

19:05

En la cocina de la casa abadía coloco… ¿Cuidadosamente? Sí, cuidadosamente, los víveres. 

Anoto en mis cuentas los gastos del día: 70 € de gasolina, 29, 13 de Más y Más y 41 € de la comida con Antonio B y con su ayudante argentino. 

Luego anoto en las cuentas parroquiales el pago a Antonio B por su trabajo, dignísimo de elogio, cuyo resultado ha sido un sagrario que atraerá —espero— hacia Torremendo la mirada serena y bondadosa de Dios cuando lo bendigamos el domingo pidiendo que sus santos ángeles lo custodien y que ningún amable profanador ose tocarlo. 

Luego encomiendo a san Nicolás el asunto del pago del sagrario.

Me preparo una cena ligera y escribos esto. 

Bajo a los locales para ver si han mandado el ventilador nuevo de  Tien21. No parece que lo hayan mandado. Llamo a la puerta de la habitación donde vive Iván, el belga. Oigo su voz: «Ya voy padre». Cuado me abre y me oye preguntar por el ventilador nuevo, me dice que no sabe  nada. Nos despedimos. 

Subo, otra vez, al despacho y escribo esto 

20:21

24º C

Llamo a doña Nati. Que si le apetece ver otro trocito de «Orgullo y prejuicio». Que sí, que arde en deseos. Que voy para allá. Pero no voy inmediatamente porque primero me cambio de camisa para visitar a doña Nati fresco… ¿Como una lechuga? Sí como una lechuga.  Y, luego, escribo esto. 

20:45

Llego a casa de doña Nati y después de saludarla, anuncio: «Tengo que contarte algo». 

Doña Nati interrumpe su labor de frivolité y me mira muy seria, como quien teme una noticia horrible. 

Le cuento que, cada vez que me lavo las manos en la casa abadía me acuerdo de Paco. Al decir «Paco», señalo con la mano derecha hacia los dos retratos de Paco que acompañan a doña Nati sobre su mesa camilla desde que su marido se fue al Cielo. 

No le digo «te preguntarás por qué» porque doña Nati, ya toda ojos, me está preguntando con sus ojos limpios, inteligentes, agudísimos: «Por qué». 

Entonces le cuento que hace un par de días consumí la última pastilla de jabón que me regaló Paco. Y no tengo que explicar nada más porque ella sabe que Paco me regalaba periódicamente —entre  otras cosas— unas pastillas de jabón de glicerina de esas que te dejan tan suave la piel de las manos que te apetece volver a lavártelas. 

¿Se echa a llorar doña Nati? No, sino que vuelve su mirada, primero hacia los retratos de Paco y luego hacia su labor de frivolité y, con una sonrisa, me dice: «Creo que tengo algunas pastillas de jabón de glicerina por ahí. Puedes llevártelas. Yo no las uso». 

Vemos el Pasapalabra y aprendemos que hay —debajo de la lengua— una vena que se llama «leónica». Comentamos, entre risas, que debe ser la encargada de comunicar a la lengua de los murmuradores su ferocidad. 

Vuelvo a asombrarme del buen humor y de la gudeza de doña Nati.

Vemos el principio de las noticias en Antena 3 que nos hablan de un pacto del PSOE y del PP que ambos partidos celebraban ayer como un éxito aunque, al parecer, hoy han desubierto que, lo que cada uno de  ellos firmó no tiene nada que ver con lo que el otro entendió. 

Doña Nati y yo nos miramos con una mirada —la mía— que dice que ya está bien de noticias y con otra mirada —la suya— que dice: «Ardo en deseos de saber qué pasa entre Elizabeh Bennet y Mr Darcy». 

Vemos otro capítulo de «Orgullo y prejuicio».

22:30

Nos despedimos.

Voy a la iglesia para rezar completas, apagar la luz y cerrar las puertas. 

Vuelvo a la casa  abadía -fresco como una lechuga y más contento que unas pascuas— para acabar de escribir esta página de mi diario. 

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