viernes, 10 de enero de 2025

Diario. Viernes, 10 de enero de 2025

 San Miguel de Salinas

viernes, 10 de enero de 2025


7:00

Abro la iglesia, enciendo las luces y miro el termómetro: 13º C.

Salgo para el hospital. 

7:20

Preparo el altar para la misa. 

Oficio de lectura y laudes. 

Me piden que celebre la misa por Venezuela. 

8:00

Misa. La ofrecemos por ese hermoso y desdichado país caribeño. 

8:30

Breve concilio con la congregación para amarrar lo del cambio de horario de la misa que, a partir de febrero, empezará a las siete y cuarenta minutos. 

Recojo todo y preparo la misa para el lunes de la primera semana del tiempo ordinario: memoria de san Hilario. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

9:20

Salgo para San Miguel pasando por la azotea del hospital. 

9:45

En el garaje de San Miguel, preparo cuatro bolsas con naranjas y limones de La Torre. Las subo a la sacristía y voy a la casa abadía. 

Aseo un poco la casa abadía.

10:30

Me dispongo a volver a la iglesia cuando me llama Luis. Necesita cierto documento que está en mi viejo Mc. Mi viejo Mc no se enciende. Lo enchufo y le digo a Luis que lo llamaré en unos minutos. Mi viejo Mc se enciende. Llamo a Luis y le digo que acabo de mandarle el documento por correo. 

10:55

Llego a la iglesia. Me espera un penitente. Muy bien. 

11:00

Misa.

Luego empieza el reparto de naranjas y limones. Le ofrezco una bolsa a Joan. La acepta y la agradece. Le ofrezco una bolsa a Teresa. Lo mismo. Entra en la sacristía Anne y le ofrezco una bolsa. La agradece pero dice que viene a despedirse hasta abril porque se vuelve a Escocia. Le doy la bendición del viaje y me da diez euros. Se lo agradezco. 

Recojo todo con Joan y la invito a tomar un café en el JJ. Lo agradece y me cuenta muchas cosas. 

12:10

Voy al despacho parroquial. 

Ángelus con diez minutos de retraso. 

Wasap del Tanatorio. Que si podemos hacer un entierro mañana en Torremendo a las once y media. Que voy a hablar con el diácono. Wasap al diácono. Respuesta del diácono: que sí. Respondo al Tanatorio: que sí. 

Sexta. 

Preparo el retiro del martes. 

Lectura del Evangelio de san Lucas. 

Lectura de La libertad interior. 

14:00

Comida con doña Nati y Samira. 

14:45

Visita al Santísimo. 

Miro el termómetro: 14ºC.

Abro de par en par las puertas de la iglesia para entre el sol, que es gratis, y me siento ante el sagrario. 

15:30

Me arrellano en un sofá para trastear en las RRSS. Me quedo frito. 

15:45

Misterios gozosos. 

16:10

Pongo una lavadora, saco la vajilla del lavaplatos y organizo un poco la nevera agradeciendo ora vez las viandas que me trajeron los Reyes Magos. 

16:30

Lectura de la Historia de la Iglesia en la España Contemporánea, de Vicente Cárcel Ortí. 

16:50

Lectura de Mil ojos esconde la noche. 

17:25

Llamo a Analía. Que si pueden venir los trillizos para ayudarme a recoger el Belén, la corona de Adviento y eso. Que las niñas están fuera pero que me pasa con Julián. Julián me dice que a las seis y media tiene entrenamiento de fútbol pero que puede venir ahora. Quedamos en la iglesia. 

17:30

Llego a la iglesia y —sorpresa— ha empezado la catequesis. Teresa está enseñando a los niños a hacer la señal de la Cruz. Además de los niños —diez o doce— asisten a la catequesis Belén y otras dos madres de catecúmenos. Teresa me pregunta que si tengo algún mensaje navideño para los niños. Propongo que me ayuden a recoger el Belén, la corona de Adviento y eso. La propuesta se aprueba por unanimidad.

Hacemos cuatro grupos de niños: uno lo capitanea Teresa, otro lo capitanea Belén y los otros dos las otras dos madres de catecúmenos. Yo doy órdenes a las capitanas, las capitanas dan a los niños órdenes que no tienen nada que ver con las órdenes que yo les he dado y los niños hacen lo que les da la gana. 

—«Hay que poner las figuras del Belén en esta caja».

—«¿Podemos quitar las bolas del Árbol de Navidad?». 

—«¿Dónde pongo esto?»

—«Lleva estas velas al altar de Santa Rita».

Llega Julián dispuesto a ayudar. Le digo que —como ve— tengo ayuda de sobra. Le ruego que me disculpe por haberlo hecho venir inútilmente. Él, que es un caballero, me sonríe y me tiende la mano. Sacudimos nuestras manos y se va al entrenamiento. 

—«¿Que puedo hacer yo?»

—«Mete todo esto en esta bolsa».

—«¿Puedes darme un taburete? Es que no alcanzo». 

—«Eso a la sacristía».

—«¿Qué es la sacristía?». 

—«¿Puedo meter al Niño Jesús en la pecera?». 

—«¿Dónde pongo la corona de Adviento?». 

Teresa despide a los niños entregándoles caramelos. Una niña me abraza cariñosamente. Ha sido una linda catequesis. Creo que ha nacido una nueva tradición parroquial: la primera catequesis después de la Navidad será así el año que viene si no me echan de la parroquia. 


18:00

Todos se van. 

Echo un vistazo a la sacristía. Allí, por el suelo, están la caja con las bolas del Árbol de Navidad, la caja con las figuras del Belén, las bolsas llenas de paja del pesebre, la tela que cubría la cuna del Niño, la capa pluvial morada que cubría el altar de la Inmaculada. 

El Niño Jesús me trajo, entre otras cosas, seis botellas de Moët & Chandon. Le regalé una a doña Nati y otra a Carmen y Darek. Las otras cuatro desaparecieron. Empecé a sospechar de todos. Descarté enseguida a Teresa y a Joan porque no beben. ¿Quién más tiene acceso al garaje de la parroquia? Todo apuntaba hacia el arcipreste o hacia los hijos de doña Nati. Empecé a mirarlos torvamente. Tratando de poner orden en la sacristía he encontrado las cuatro botellas en el armario donde guardo el vino de Misa. Dios me perdone y me dé vida para invitar al arcipreste y a los hijos de doña Nati a un platillo de pulpo a la gallega regado con Moët & Chandon. 

Echo un vistazo a la iglesia. A pesar de que Belén la ha barrido, aún quedan —aquí y allá— pajas, trozos de palmas, ramitas del Árbol de Navidad. 

Barro la iglesia, cuelgo la capa pluvial y dejo lo demás para mañana. 

18:30

Vísperas. 

Miro el termómetro: 14º C. Cierro las puertas del cortavientos y voy a la panadería. Compro una barra de pan y felicito a la panadera por los pastelitos que me vendió ayer que fueron muy elogiados por los familiares del obispo. 

20:15

En la casa abadía me preparo una cena ligera. 

20.55

Me llama Wilder. Que si podemos vernos mañana a las ocho. Que sí. 

21:00

Me pongo a escribir esta página de mi diario. 

21.30

Interrumpo la escritura de mi diario para ir a la iglesia, rezar completas, apagar las luces y cerrar las puertas. El termómetro de la iglesia marca 14º C. Sensación térmica medida exactamente por mis sentidos en mangas e camisa: -50,5º C.

21:50

Reanudo mi labor ante el Mc escribiendo estas tontadas que cuentan mi vida. 

El termómetro en el despacho parroquial marca 22º C. Mi sensación térmica, en mangas de camisa, indica que que estoy metido en un horno como los tres jóvenes que alababan a Dios en la tostadora de Nabucodonosor. 

Sidrac, Misac y Abdénago: rogad por nosotros y por Venezuela, y por Nicaragua: ese lindo y desdichado país a quien el Buen Dios bendijo dándole —como a España— un mar al este y un océano al oeste. Ese lindo y desdichado país de quien nadie se acuerda. 

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