lunes, 13 de enero de 2025

Diario. Lunes, 13 de enero de 2025

 San Miguel de Salinas

lunes, 13 de enero de 2025


4:30

Me despierto con la muñeca de la mano izquierda inflamada por la artritis. No importa, se irá desinflamando durante el día. Me siento en la cama. 

Oficio de lectura. 

Vuelvo a acostarme. 

7:00

Abro la iglesia y me dispongo para salir hacia el hospital. Un coche boquea la salida del garaje. Voy a la panadería: el conductor no está allí. Voy al bar: el conductor está allí, tomando un café. 

7:10

Salgo para el hospital. Voy con tiempo suficiente porque la misa es a las ocho, pero a partir de febrero será a las ocho menos veinte y este retraso de diez minutos podría ser fatal. Tendré que entrenarme para abrir la iglesia a las siete menos diez. 

7:30

Llego al hospital y preparo el altar. Tendría el tiempo justo para revestirme si la misa fuera a las ocho menos cuarto, pero es a las ocho.

Laudes. 

8:00

Misa. 

8:18

Termina la misa. He rezado la Plegaria Eucarística III tranquilamente. Si la misa hubiera empezado a las ocho menos cuarto la congregación habría tenido tiempo para incorporarse al trabajo a las ocho. No creo que pueda celebrar la misa en menos tiempo. 

8:30

Recojo todo y salgo para San Miguel pasando por la azotea del hospital. 

9:00

Oración ante el sagrario de San Miguel con la catequesis de BXVI sobre san Hilario.

9:30

Voy al despacho para preparar la reunión online. Hay que instalar Zoom. Ya está. Hay que instalar Roseta para arrancar Zoom. Ya está. 

Un mensajito me indica que el anfitrión se ha unido y que le han avisado de que estoy aquí. 

Me da tiempo para leer el evangelio. 

Me da tiempo para leer unas páginas de Historia de la Iglesia contemporánea. 

10:30

Empieza, puntualmente, la reunión en línea. 

Una amable y sabia señora nos explica los sortilegios que debemos realizar para instalar el programa. Luego nos ilustra sobre su funcionamiento de tal modo y manera que lo entiendo todo y yo —que hasta ayer lloriqueaba por tener que desprenderme de mi querida hoja de cálculo— ya estoy impaciente por instalar el programa, cosa que no podré hacer hasta que me manden una fórmula mágica y secreta que me permitirá entrar en ese mundo encantado. Luego vienen las preguntas por el chat porque han silenciado nuestros micrófonos aposta. Yo hago tres preguntas. Cada una recibe una respuesta satisfactoria. 

11:30

Acaba la primera parte de la reunión y empieza la segunda. Otra amable y sabia señora —responsable de UMAS en Alicante— nos habla de la cobertura de los seguros que las parroquias tienen contratados con su compañía y la razón por la cual van a subir las cuotas. Me parece una razón razonable y, en cualquier caso, me felicito porque lo he entendido todo. A menudo —sobre todo cuando me explican cosas de pastoral o de pedagogía religiosa— siento una gran perplejidad: hoy no. 

Todo ha sido muy claro y bastante rápido gracias —creo— en parte a que los organizadores han silenciado nuestros micrófonos aposta. 

12:00

La reunión ha terminado. No ha habido que lamentar víctimas. Lo celebro rezando el Ángelus. 

A continuación reviso el WhatsApp. El amable arcipreste me recuerda que, a las once, ha empezado una reunión de la Vicaría I en el seminario de Orihuela; una reunión de formación a la que —dada la gravedad del asunto— estamos obligados a asistir en carne y huesos. Le cuento lo de la reunión mágica y le prometo que asistiré a esa reunión cuando la organice la Vicaría II. 

Hay otros cincuenta y tantos mensajes que requieren mi meditativa atención. 

12: 30

Nona. 

Voy a la iglesia, recojo las colectas del fin de semana y las llevo al banco. Aprovecho para pedirle al cajero —un ser humano siempre cordial y competente a más de fornido y altísimo— que me facilite la fórmula mágica necesaria para entrar en la banca online de Caja Rural que se llama Ruralvía. Me la facilita facilísimamente y con una sonrisa. 

Vuelvo a la casa abadía y actualizo las cuentas parroquiales en mi querida hoja de cálculo. 

13:10

Guardo en mi correo electrónico la dirección de la amable señora que representa a UMAS en Alicante y me entrego al aseo del despacho parroquial. 

13:30

Leo unas pocas páginas de Mil ojos esconde la noche, y busco en la Wikipedia tres nombres que han aparecido en esas pocas páginas. 

14:00

Voy a comer a casa de doña Nati y —sorpresa— encuentro allí a su delicada nuera —Gracia— y a su delicadísimo hijo —casado por la Iglesia con Gracia— José María. 

Gracia me saluda delicada y graciosamente: «¡Qué alegría verte!»

José María, delicadísima y graciosísimamente: «¡Siéntate, padre, que se enfría la comida!». 

También me alegra encontrar allí a Roberto nieto. Nos saludamos sacudiendo nuestras manos. 

Comer con Gracia y José María no es solamente comer, es hablar por los codos, o sea, mucho y no siempre con sentido aunque siempre con alegría. 

La tertulia se prolonga hasta las cuatro. 

16:00

Visita al Santísimo.

Me siento ante el sagrario y voy releyendo y meditando la catequesis de BXVI sobre san Hilario. 

16.45

Voy a la casa abadía y me da un ataque de sueño. Empuño el rosario y salgo al Paseo para rezar los misterios gozosos en el parque de los niños. El primer misterio lo rezo sentado en el columpio que no es muy cómodo. Y recuerdo a un niño de catequesis que —fascinado por la historia del nacimiento de de Jesús en Belén— me preguntó: «Estos cuentos ¿te los inventas o los has leído en un libro?». 

17:15

Vuelvo a la casa abadía para revisar el correo electrónico.

17:25

Estoy en ello cuando suena el primer toque de misa. Se me había olvidado que —como esta mañana tenía reunión virtual— avisé de que la misa sería a las seis. 

Respondo a un par de corresponsales y salgo pitando para la iglesia. 

17:45

Saludo a Teresa que ha preparado todo para la misa y le digo que tengo que estar celebrando misa en Los Montesinos a las seis y media y que —para abreviar— yo haré las lecturas y la oración de los fieles. Teresa lo pilla a la primera y se ofrece —¡qué amable!— para recogerlo todo cuando termine la misa. 

18:00

Empieza la misa en San Miguel. 

18:16

Termina la misa en San Miguel. 

18:20

Salgo para los Montesinos. 

18:30

Aparco en Los Montesinos. 

No sé a qué hora empieza la misa en Los Montesinos pero sé que empiezo pidiendo perdón por el retraso con mansedumbre cristiana. También sé que predico una breve homilía sobre san Hilario. También sé que, a las siete menos un minuto, ha terminado la misa en Los Montesinos y que no ha habido que lamentar víctimas. Me felicito y vuelvo a San Miguel. 

19:45

Después de hacer una compra en Más y Más vuelvo a la casa abadía y me preparo una cena ligera bendiciendo a los Reyes Magos que llenaron mi despensa de viandas. 

20:15

Trasteo en las RR SS.  

Observo la muñeca de mi mano izquierda. Ya no está hinchada ni duele aunque hay en el dorso una especie de bola como la luna de hoy y —por cierto— ¡que luna la de hoy! Me fijé en ella esta mañana cuando llegaba al hospital. Era una luna como la de ET, perfecta y triunfante entre jirones de nubes. He vuelto a verla al salir de Los Montesinos y  era la misma pero más bella aún, si cabe, 

Escribo esto. 

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