jueves, 30 de enero de 2025

Diario. Jueves, 30 de enero de 2025

 San Miguel de Salinas

jueves, 30 de enero de 2025


10:30

Siete velas alumbrando el sagrario. El conopeo blanco porque es jueves eucarístico y sacerdotal. Andrés al órgano. Todo está preparado para la exposición del Santísimo. 

Estos veinte minutos de adoración silenciosa son la pepita de oro de cada jueves.

Divago un poco con el recuerdo de Caminando por valles oscuros. Si no hubiera velas, ni sagrario, ni reclinatorio ni, paño humeral de seda, ni silencio; si estuviera en un campo de concentración rodeado de gente indiferente y, aún más, hostil; si tuviera que consagrar un pedacito de pan a escondidas y jugándome la vida ¿tendría yo la audacia de celebrar el santo sacrificio de la misa y de pasar veinte minutos mirando fijamente ese trozo de pan y diciendo «creo firmemente que estás aquí»?

Dejo las divagaciones: jueves eucarístico y sacerdotal. El tema no soy yo ni lo que haría o dejaría de hacer en tal o cual situación improbable. Delante de mí, a metro y medio, está expuesto el Santísimo y, detrás de mí, diez o doce personas, arrodilladas, se lo están comiendo con los ojos y le están diciendo cosas que el Padre anota en su diario. 

Algo más lejos de aquí, en un campo de concentración de Venezuela o de Nicaragua, una monja rebelde o un padre de familia audaz —inspirados por el Espíritu— escriben en sus diarios que han podido comulgar o que no han podido comulgar, que han podido comer o que —otra vez— no han podido comer, que les han dado un tortazo o que hoy no los han golpeado. Y Dios lo va anotando todo en ese diario suyo intitulado: «Pepitas de oro halladas entre los hombres  —mis hijos—por mi querido Hijo Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote». 

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