San Miguel de Salinas
jueves, 16 de enero de 2025
Son las ocho menos cuarto cuando, envuelto en varias capas de plumíferos que me dan el aspecto de un globo terráqueo, abro la iglesia, enciendo las luces y me dirijo, caminando, hacia el ambulatorio donde tienen que sacarme toda la sangre para analizarla. Cuando llego ya hay unas quince personas haciendo cola en la calle.
A las diez y media tenemos la exposición con el Santísimo porque es jueves. Andrés al órgano. A las once, como siempre, la misa. Andrés al órgano. Luego le pido a Andrés que vaya al hospital mañana a la una para la misa por Luciano y Javier. Y luego salgo para La Lloseta donde vamos a estudiar u caso de moral que haría las delicias de Juan Manuel de Prada.
A las dos y cuarto llego a Torrellano. María GC me está esperando y ya ha reservado una mesa en Juanito. Viene, como siempre, cargada de regalos materiales para mí. Comemos y charlamos y charlamos. Luego nos despedimos. Ella se va a Novelda y yo vuelvo a San Miguel contento, agradecido, pensativo y recitando los misterios luminosos con BXVI.
A las cinco y cuarto suena el timbre. Bajo al portal. Es una señora. Necesita pañales de la talla cuatro y leche Nutribén. Le ruego que venga a recogerlo todo mañana después de la misa de once.
A las cinco cuarenta y cinco suena el timbre. Bajo al portal. Son dos señores. Necesitan «lo que buenamente pueda darnos ¿me entiende usted? Porque no hemos comido y estamos durmiendo en el coche y hace frío. ¿Me entiende usted? Nosotros no vamos robando ni haciendo cosas malas porque creemos en Dios y buscamos trabajo, nada más, ¿me entiende usted?». Les propongo que solucionemos lo de la comida en el JJ y les prometo que, mientras comen algo, pensaré como puedo ayudarlos a llegar a Almería. Los acompaño al JJ, pido que les sirvan algo y vuelvo a la casa abadía.
A las seis vuelvo al JJ para pagar la cuenta y para despedirme de ellos.
—«El Señor te bendiga y te guarde, Padre. ¿Cómo te llamas?».
—«Javier. ¿Y ustedes?».
—«Luis y Luis, padre e hijo. Dios te dé mucha salud».
—«Amén. Buen viaje».
A eso de las siete menos cuarto, voy a la farmacia. Necesito dos cosas fáciles —pañales de la talla cuatro y leche Nutribén— y una difícil: una caja de metotrexato.
Sería algo prolijo contar aquí la historia de por qué razón es difícil que me den ese remedio hoy. Odio ser prolijo. A la amable farmacéutica sí le cuento la historia. Ella se muestra comprensiva, diligente y eficaz: los pañales llegarán mañana a las diez, la leche me la regala y —sorteando todas las dificultades— me consigue el metotrexato. Salgo de la farmacia muy agradecido.
Cosas que se dicen y a las que no doy crédito:
1. Que el Gobierno de Españita aún no ha pedido formalmente a la UE los fondos para paliar el desastre de la gota fría y que el plazo para pedirlos termina la semana que viene.
2. Que una amable fiscal, cuando vio en la prensa ciertos documentos confidenciales, le preguntó al Fiscal General de los Reinos de España y Ultramar: «¿Los has filtrado tú, Alvarito?».
3. Que los Reyes Magos le han echado al PNV una casa de recreo en París, construida y alhajada como un palacio, pero más pequeña.
4. Que, realizando ciertos sortilegios sobre el IPhone, puede uno convertir los mensajes de voz en mensajes de texto.
5. Que la causa de que los almendros de La Romana hayan amanecido cubiertos de escarcha no tiene nada que ver con que estemos en pleno enero y que hay que buscarla en el calentamiento global.
6. Que existe la Tierra Media y que allí, pude uno encontrar todavía seres humanos para quienes la desmemoria es una desgracia y el olvido es un desorden. (Esta fabulación en la que me gustaría creer, me ha llegado por Doñana RdA).
7. Que, según el estudio publicado por una prestigiosa universidad de Kansas, el premio gordo de la Lotería de Navidad de este año feliz acabará en «2025».
8. Que, en su próxima reunión, los sabios de la RAE dedicarán su meditativa atención al asunto de si «Españita» como diminutivo cariñoso de «España» ha de escribirse con mayúscula inicial o no.
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