martes, 12 de marzo de 2024

Diario. Martes,12 de marzo de 2024

 San Miguel

martes, 12 de marzo de 2024

6:20

Leo un wasap que recibí anoche. Ha nacido otro sobrino nieto:Valentín. Lo añado a la lista. Son treintay nueve. Me felicito. 

7:00

Oficio de lectura y laudes. 

Meditación.

7:50

Vuelvo a la casa abadía para desayunar. Abro la nevera. ¿No hay leche? No hay  leche. Voy al JJ para tomarme un café. ¿Está cerrado el JJ? El JJ está cerrado. Voy a la panadería y me tomo un café  con leches  y un cruasán.

De vuelta a la casa abadía, mando un audio a don Aurelio pidiendo disculpas por mi despiste de ayer y confirmando que esta tarde iré a celebrar la misa en su parroquia. 

Pongo una lavadora. 

Archivo dieciseis facturas de la parroquia San Miguel y tres de la parroquia de Torremendo. 

Contesto al wasap de un ser humano que viene esta tarde a hacer su medio expediente matrimonial y envío su contacto a Teresa.

Limpio el despacho parroquial. 

9:00

Me meto en el confesonario. Está helado. Pongo la calefacción. 

Manual de teología dogmática. 

Comienzo la lectura del Catechism of the Catholic Church.

Tercia.

11:00

Misa. Homilía porque estamos en Cauresma. 

11:45

Joan quiere hablar conmigo. La invito a un café con leches. 

12:10

Vuelvo al confesonario que ya está calentito. 

Ángelus.

Once mensajes de WhatsApp. Don Aurelio —muy comprensivo— me contesta que no me preocupe. 

Don Jesús Haya me manda el caso de moral que estudiaremos mañana en Jacarilla. 

El archidiácono me informa de que el Miércoles Santo comenzará, en Radio San Miguel, el programa semanal dedicado a la parroquia y dirigido por él mismo. Me felicito.

Me llama el arcipreste. Que si podemos quedar para comer. Que ya tengo  un compromiso. Que intentaremos vernos esta semana. 

Mensaje a don PM. 

Lectura de los Hechos de los apóstoles.

Mensaje al archidiácono para que haga un pedido a san Jorge.

Mensaje del secretario del obispo. Que hable con el arcipreste. Mensaje al secretario del obispo. Que acabo de hablar con él.

13:15

Voy a la casa abadía. 

Escribo tres correos al hospital.

Voy a comer a casa de doña Nati.

14:00

Han venido don Alfredo, Eva y Miguel. Samira sigue con el ramadán.

15:15

Me despido y veo las noticias en Antena 3.

15:30

Visita al Santísimo.

Me meto en el confesonario. 

Lectura de la Carta de JPII a los sacerdotes con motivo del Jueves Santo  de 1983.

15:50

Me siento en el presbiterio para meditar con esta carta escrita cinco años antes de mi ordenación sacerdotal.

Estoy terminando cuando me llama Teresa. Que se ha dejado las llaves dentro del despacho parroquial y que necesita impresos para el expediente matrimonial. Voy al despacho, saludo a Teresa, abro la puerta y le dejo en la mesa los impresos. Llamo al novio que va a venir esta tarde para hacer su medio expediente. No contesta.

16:30

Voy a ver otro episodio de The Crown con doña Nati. 

17:30

Teresa está en la iglesia dando la catequesis. Voy a la casa abadía para hacerme un té. Fortnum & Mason? Sí. 

Estoy terminándome el té cuando suena el timbre. Es Felipe que viene, quince minutos antesde la hora prevista, para hacer su expediente matrimonial. Lo invito a pasar al salón de los retratos, preparo los impresos y llamo a Teresa. Comunica. Vuelo a la iglesia para buscarla. La hallo hablando por teléfono y la apremio. Vuelvo con ella al salón de los retratos, hago las presentaciones y me despido. 

18:10

Mando un wasap a don Aurelio: «Salgo ahora para Torrevieja».

Salgo para Torrevieja.

18:40

Dejo el coche en un aparcamiento cercano a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.

18:50

Llego a la parroquia. Me recibe un amable sacristán que vivió durante años en Suecia, Noruega o Finlandia: lo he olvidado. No ha perdido ni el acento ni los suaves modales  chilenos.

19:00

Misa con homilía cuaresmal. Podemos ver, en la piscina de Betesda, una imagen de la iglesia. En los enfermos que acuden allí en busca de curación podemos vernos a nosotros mismos. Un día fuimos regenerados en las aguas bautismales agitadas por el Espíritu. Otras muchas veces hemos sido sanados por medio del sacramento de la penitencia. Por eso venimos a la Iglesia, porque necesitamos y esperamos ser sanados. ¿Y el hombre que llevaba allí treinta y ocho años —¡treinta y ocho!— enfermo? A mí —que voy a cumplir treinta y seis años de sacerdocio y ando de mal en peor— no me cuesta nada identificarme con ese enfermo tan paciente. El pecado puede dejarnos heridas que no se curan de un día para otro. Y puede atarnos con cadenas que no se rompen así, sin más. Y entonces puede venir la tentación de pensar: «¿Qué hago yo aquí, al borde de una piscina, viendo cómo se curan otros mientras yo voy de mal en peor? ¿No sería más sensato abandonar la Iglesia y la esperanza o entregarme a la lectura de libros de autoayuda? Porque una cosa está clara: en más de treinta años no he encontrado un solo hombre capaz de ayudarme». Pero, entonces, el tipo del evangelio, el enfermo que llevaba treinta y ocho años enfermo al borde de la piscina, viene en nuestro auxilio. Viene a decirnos: «Vale la pena perseverar. Ese hombre del que depende tu salvación se llama Jesús y vendrá a buscarte aquí, en la piscina de Betesda, entre la congregación de los pecadores». En fin, que es bueno ser pacientes a pesar de todo. Pacientes con nosotros mismos —a pesar de nuestras miserias— y con el prójimo que también persevera en la Iglesia esperando el milagro de la salvación. 

19:40

Me despido del sacristán cosmopolita y hago una compra en Dia. 

Cruzo la calle con mi compra y pago dos euros en el cajero automático del aparcamiento para sacar mi coche.

20:00

Salgo para San Miguel. 

20:40

Después de cerrar la iglesia, voy a la casa abadía. Las luces de los locales parroquiales están encendidas. Colijo que hay reunión. 

Hay reunión. Nada más cruzar el umbral oigo la voz de doña Mariluz —notario de Torrevieja— que me requiere notarialmente: «¿Don Javier?».

Dejo la compra en la escalera y bajo al salón de los retratos donde encuentro reunidos a la notario con Delia y con Alfredo. Están tramando un nuevo formato para el Vía Crucis del Viernes de Dolores. Todo lo que proponen me parece fascinante. Charlamos animadamente. 

21:15

Nos despedimos muy contentos. Cada mochuelo a su  olivo. Subo al mío —la casa abadía— cargando con mi compra. 

21:30

Preparo una cena ligera. 

21:45

La bendigo y me la zampo. 

22:00

Recojo la cocina. 

22:15

Me pongo a escribir esta página de mi diario.

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir su vida diaria padre, muy acertado su comentario al Evangelio. Saludos

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  2. Gracias a usted por la atención.

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Es usted muy amable. No lo olvide.