domingo, 28 de mayo de 2023

Chesterton en Pentecostés

 «Siempre me ha fascinado el cuento del agujero que se hunde hasta quién sabe dónde. Nos ha llegado como una leyenda musulmana pero no me extrañaría que fuera anterior a Mahoma. Habla del sultán Aladino. No el de la lámpara, por supuesto. Cuenta esa leyenda que Aladino encargó a los gigantes la construcción de una especie de pagoda que subiera más allá de las estrellas. Algo así como la Torre de Babel aunque, comparados con Aladino, los arquitectos de la Torre de Babel parecerían gente timorata y modesta, como ratones, ya que ellos solamente querían construir una torre que llegara al cielo. Aladino, en cambio, soñaba con una torre que rebasara el cielo, y que siguiera creciendo sin cesar. Dios la desbarató hundiéndola en la tierra como un pozo sin fondo, pues no otra cosa era la torre sin techo. El alma de aquel soberbio sultán se precipita aún —y para siempre— en el abismo de oscuridad que proyectó como un monumento a su propio ingenio». (Chesterton)

Oración:

Ven, Espíritu divino. Manda tu luz desde el cielo. No nos dejes —Padre amoroso del pobre— caer en la tentación de encumbrarnos». 

Amén. 


miércoles, 19 de abril de 2023

Tanto amó Dios al mundo

«TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna».

-¿Por qué ama Dios al mundo?

Por dos razones que conocemos y por una razón que no conocemos: Dios ama al mundo porque es creación suya y porque en el mundo estamos nosotros, los hombres, que somos imagen y semejanza de Él. Y estas son las razones que conocemos. Pero Dios ama al mundo con locura por otra razón que no coceremos hasta que veamos a Dios, que es Amor. 

-¿Podemos fiarnos de un padre que condena a la muerte a su hijo inocente para salvar un mundo corrupto?

-No. No podemos fiarnos de un padre que condena a la muerte a su hijo inocente para salvar un mundo corrupto. Eso hacen los que abortan a sus hijos. Pero podemos fiarnos del amor de Dios Padre que ama al Hijo. De Dios Hijo que ama al Padre y De Dios Espíritu Santo que es Amor y hace buenas las cosas. Dios no salva al mundo corrupto que no tiene salvación; lo santifica.

martes, 4 de abril de 2023

Martes Santo

-¿Por qué no puedo seguirte si daré mi vida por ti?

-Porque, querido Pedro, soy Yo quien da la Vida por ti. Más tarde dirás: «Me amó y se entregó por mí». Entonces me seguirás. 

-¿Y Judas? 

-Pues Judas, querido Pedro, ya no es asunto tuyo.  También por él he dado mi vida. 

A partir de ese momento Pedro empezó a barruntar que la caridad no consiste tanto en dar cuanto en comprender. 

Le costó no poco comprender.

domingo, 2 de abril de 2023

Vísperillas del Domingo de Ramos

 Querido alcalde, autoridades, hermanos cofrades, queridos amigos: 

Ayer, la fiesta de la Virgen de los Dolores fue como un prólogo de la Semana Santa que nos animaba a contemplar los misterios de la Pascua del Señor con los ojos de Santa María. 

La Dolorosa llora al pie de la Cruz, pero no con el escándalo amargo de las plañideras sino con una compasión noble y serena porque en su corazón se ha abierto paso la esperanza. 

La Dolorosa deja a Jesús en el sepulcro, recuerda las palabras del Ángel de la Anunciación -«no temas, María»-  y, como ha hecho tantas veces, se dispone a seguir esperando en silencio la salvación del Señor. 

Así la Dolorosa es, para nosotros, Madre de la Esperanza.

En la primera lectura de hoy encontramos al Siervo doliente. 

Todos recordamos al santo Job que es la viva imagen del sufrimiento. Lo ha perdido todo cuando vienen sus amigos para tratar, inútilmente, de consoloralo. Ellos son la imagen de la sabiduría humana que no vale para nada ante el misterio de la Cruz y del dolor. 

Estás hecho polvo y viene alguien a susurrarte refranes, o proverbios chinos, o razonamientos y lugares comunes que no sirven de nada. Quizá pueda socorrerte el psicólogo que es un poco más científico pero que no podrá hacer otra cosa que ayudarte a olvidar el dolor por un rato. Cuando no había psicólogos en el mundo la gente, para olvidar, se daba a la bebida. Ahora, al parecer, para olvidar algunos ptefieren hacer deporte, visitar al psicólogo y, si la cosa se pone fea, darle a las drogas. O, simplemente, ponerse a viajar como locos, o a ver la tele. Somos capaces de hacer cualquier cosa para olvidar que estamos hechos para el Cielo. 

El Siervo Doliente no viene a nosotros como un psicólogo sino como un hermano compasivo. No es el hombre rico que da consejos al pobre, ni el satisfecho que dice «ánimo» al angustiado, ni el sabio que instruye al ignorante.  Tampoco es el camello que te vende droga ni el diputado que, desde su escaño y su pensión dorada te promete el Paraíso si le entregas, con tu voto, tu alma. El Siervo Doliente, en la Cruz, se hace hermano del pobre, del angustiado y del ignorante para decirkes: venid a Mi porque mi yugo es suave. Y, así, su dolor es causa de nuestra esperanza. 

En la segunda lectura el buen San Pablo nos ha regalado un bellísimo y antiguo himno a Cristo que, siendo Dios y para salvarnos, se hace en todo igual a nosotros sin renunciar a la inocencia y a la esperanza. 

Hemos leído el relato de la Pasión según San Mateo. 

Los que pidieron al gobernador romano, Poncio Pilato, que sellara y custodiara el sepulcro de Jesús pensaban que allí estaba enterrado un psicólogo o un filósofo o un demagogo. Por eso, después de sellar el sepulcro y poner la guardia se fueron a dormir tranquilos pensando: se acabó.

Y, en efecto, aunque Jesús hubiera sido el mejor de los psicólogos o de los filósofos o de los demagogos, allí habría acabado todo para él y para sus discípulos. Lo que no sabían es que allí, unida al Cuerpo muerto de Jesús estaba la divinidad, el Amor de Dios que no tardaría nada en salir de allí y que, si se demoró un tantico fue porque su alma tenía que bajar a los infiernos para rescatar a los muertos antes de salir del sepulcro para abrazar a su Madre.

Ella, entre tanto, esperaba, en silencio, la salvación de Dios. 

Es ella la que ahora nos dice a nosotros, sus hijos, lo que a ella le dijo el ángel. No temas.

domingo, 26 de marzo de 2023

Quintito domingo de Cuaresmas

Hoy estamos de fiesta em San Miguel porque hemos bautizado a tres niños.

En el bautismo recibimos un baño de agua, fuimos iluminados con la fe y se nos infundió una vida nueva: agua, luz y vida. 

Del agua nos hablaba el evangelio de la Samaritana.«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber...»

De la luz nos hablaba el evangelio  del domingo pasado. Jesús encuentra a un ciego de nacimiento, pone barro en sus ojos y lo manda a lavarse en la piscina de Siloé. El ciego pasa de las tinieblas a la luz. 

Agua, luz. Pero el bautismo es también infusión de una vida nueva. Y de eso hablan las lecturas de hoy.

Mandan un mensaje a Jesús : «Tu amigo, Lázaro está enfermo». Jesús no acude para curarlo. 

Cuándo, pot fin, llega a Betania, Lázaro lleva ya cuatro días enterrado y sus hermanas le hacen un reproche: «Si hubieras estado aquí...».

Jesús, muy conmovido, llora con ellas. No llora como ellas ni como las plañideras que han ido a dar el pésame. Pero sus lágrimas hacen exclamar a todos:«¡Cuánto lo quería!»

Con todo, Jesús no llora por Lázaro sino por Marta y por María y por los que andan llorando a Lázaro tan apenados. 

Imaginemos (se nos ha propuesto muchas veces) que dos hermanos gemelos están a punto de nacer. Llevan nueve meses en el claustro materno que es todo su mundo. En el momento del parto nace el primero. El segundo aún no ha nacido. Si pudiera expresar sus sentimientos quizás diría:  «Madre, no me dejes solo. ¿Qué ha sido de mi hermano?». Y ella le diría: _No estás solo, vives en mí. Ten paciencia. Dentro de poco seguirás a tu hermano y volverás a encontrarlo. Abrirás los ojos y verás mi rostro y comprenderás que has nacido para ver y para sentir el abrazo de tu madre».

Solamente con imágenes y comparaciones podemos concebir el misterio de esa nueva vida que «ni ojo vio ni oído oyó»  pero que Jesús promete. 

Muy bien, vale. Pero, entre tanto, ¿qué decir de todo el dolor que hay en el mundo? 

Los que se ponen a decir cosas sobre el dolor que hay en el mundo no suelen arreglar gran cosa. 

Jesús no ha venido a decir cosas sobre el dolor que hay en el mundo ni a acabar con él sino a compartir ese dolor en silencio, con lágrimas, y a abrirnos, con su muerte, las puertas del Cielo. 

Decía San Pablo que los padecimientos de esta vida son nada si se comparan con la gloria para la que hemos sido creados.

Ya falta muy poco para la Pascua.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Cuando un profesor (a falta de argumentos) insulta

Don Carlos Gómez Gil, profesor en la Universidad de Alicante, ha escrito un libro titulado «El debate sobre el Antropoceno en la crisis ecosocial». Debo apresurarme a decir que no lo he leído.

Ha escrito también un tuit que sí he leído porque es cortito. Dice asina: «El obispo pirómano hablando de lo que tan bien conoce y practica: INMORALIDAD». Y pone allí un enlace a un tuit del obispo de Orihuela-Alicante en el que don José Ignacio, el obispo, viene a decir que es inmoral usar el poder para burlar los controles del poder

Al parecer, don Carlos Gómez Gil, autor de «El debate sobre el Antropoceno en la crisis ecosocial», no ha considerado oportuno analizar críticamente el tuit del obispo de Alicante y ha optado por el argumento «ad    hominem» que es este: «como tú dices que el poder debe usarse para el bien común y yo no puedo discutirte eso porque estoy en el Antropoceno, te llamo «feo» o, mejor aún «inmoral» y me quedo tan pancho». 

No voy a entrar en el interesantísmo debate sobre el Antropoceno en la crisis ecosocial. porque cura de pueblo soy y nadie me ha dado vela en ese entierro.  Lo que a mí me interesa de todo esto es lo siguiente.

Resulta que don Carlos Gómez Gil tiene en tuiter la friolera de 33.000 seguidores y, sin embargo, cuando escribe un tuit no suele tener más de diez o doce «me gusta» ni más de cinco o seis comentarios. 

Resulta, además, que don Carlos Góme Gil sigue en tuiter a 16.000 tuiteros. Hay que quitarse el sombrero ante un profesor de universidad que tiene tiempo para seguir a 16.000 tuiteros y, en sus ratos libres, escribe sobre el Antropoceno. 

Veamos la cuenta de tuiter del obispo de Alicante. ¡Vaya! 89.000 seguidores. Él, en  cambio, solamente sigue a 27. Quizá por eso tiene tiempo para escribir libros como «Dios te quiere feliz» que se venden, o se regalan, y se entienden. 

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Servicialidad

 El Evangelio de san Lucas narra la anunciación a Zacarías del nacimiento de Juan Bautista. 

Zacarías, después de la visión del ángel queda mudo. Cuando cumple el tiempo de su servicio en el templo vuelve a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibe el hijo anunciado. 

Probablemente en su juventud Zacarías e Isabel, como todos los esposos, habían deseado ser padres. Pero ya hacía mucho tiempo que ese deseo y esa ilusión tan natural habían dejado paso a la resignación. Por eso el nacimiento de Juan, el hijo de la vejez, supone la irrupción  en la vida de Isabel y de Zacarías —amables esposos— de lo inesperado; un acontecimiento que va más allá de cualquier expectativa humana. 

Aquí se puede aplicar esa bienaventuranza que Chesterton formulaba con humor así: «Bienaventurados los que nada esperan porque se llevarán una sorpresa muy agradable». Cuando Isabel y Zacarías ya no esperan nada de la vida, Dios se les manifiesta como Aquel en quien se puede esperar contra toda esperanza. 

Durante cinco meses Isabel se oculta a la mirada de sus vecinos sin más compañía que la de su amable y mudo esposo, considerando con admiración y gratitud el regalo recibido de Dios. Y esto habla muy bien de Isabel. En este tiempo en el que todos corremos a publicar en las RRSS todo lo que nos pasa nos vendría bien tener en cuenta el ejemplo de unos ancianos que guardan silencio para considerar las cosas en la presencia de Dios. 

Durante cinco meses Isabel calla y oculta el gran regalo que ha recibido. Y en el mes sexto el mismo Dios envía a Nazaret al ángel Gabriel a una virgen desposada con un varón de la casa de David llamado José. Ella se llama María aunque el ángel la llama «llena de gracia». Gabriel anuncia la Encarnación del Hijo de Dios y revela lo que Isabel ha ocultado: «Tu pariente Isabel ha concebido un hijo y ya está de seis meses la que llamaban estéril porque para Dios no hay nada imposible». 

Esto es muy bonito. Isabel y Zacarías no han hablado del don que han recibido. Zacarías no ha podido hablar porque está mudo de estupor. Isabel no ha querido hablar porque es discreta. Pero lo que Isabel y Zacarías no han contado a sus vecinos —que son los sabios y entendidos, los que se enteran de todo lo que pasa en el pueblo porque no quitan ojo a las RRSS— lo ha sabido María por revelación de Dios que goza comunicándose a los pequeños y sencillos. 

Y ¿qué hace María? ¿Sale corriendo para contar a todo el mundo que ha recibido la vista de un ángel y que lleva en su seno al Hijo de Dios? No. Sale corriendo, cum festinatione, que quiere decir «más contenta que unas pascuas» para visitar a su prima Isabel y para acompañarla. Ella no se da importancia. El ángel Gabriel le ha dicho que va a ser la Madre de Dios pero también le ha dicho que Isabel está de seis meses y va a vistar a Isabel y se queda con ella tres meses sirviendo y llenando de alegría la casa de Zacarías y de Isabel.

La caridad es servicial. Años después San Pablo escribirá a los Romanos: «Os ruego, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual». Ofrecer el cuerpo como víctima no es hacerse la víctima sino servir cum festinatione, con entusiasmo y alegría. Como quien anda enamorado.

«No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual». O sea, cuidado con esa autoestima exagerada del que piensa que se merece todo lo bueno por su cara bonita. Cuidado también con esa baja autoestima que lleva a olvidar los dones que Dios nos ha dado para el servicio de los demás. 

¿Eres profeta? Ilumina. ¿Eres diácono? Ayuda. ¿Eres predicador? Anima. ¿Eres de Cáritas? Da con alegría. ¿Eres director? Dirige con solicitud. ¿Te han encargado la pastoral de los enfermos y afligidos? Sonríe. 

Nuestro obispo, don José Ignacio, repite mucho esta idea: «tenemos que florecer, tenemos que dar frutos allí donde estamos». 

Pregunta dificilísma. ¿Cómo puedo florecer y dar frutos allí donde estoy, o sea, en el desierto? 

Respuesta del Catecismo de la Iglesia que tenemos que aprendernos de memorieta: Tú, que vives en un desierto como Juan Bautista, ponte al servicio de los demás como Santa María. En ese mismo desierto  en el que vives hay débiles, fortalécelos con la Palabra de Dios. Hay tímidos, diles que no tengan miedo porque Dios es nuestra salvación.

Entonces la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo como le pasó a Zacarías cuando —gracias a la visitación de la Virgen María—  tras el nacimiento de Juan se despegó su lengua y comenzó a cantar:

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
 porque ha visitado y redimido a su pueblo,
 suscitándonos una fuerza de salvación 
en la casa de David, su siervo,
 según lo había predicho desde antiguo
 por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
 y de la mano de todos los que nos odian; 
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres, 
recordando su santa alianza
 y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, 
arrancados de la mano de los enemigos,
 le sirvamos con santidad y justicia,
 en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
 porque irás delante del Señor
 a preparar sus caminos,
 anunciando a su pueblo la salvación,
 el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, 
nos visitará el sol que nace de lo alto,
 para iluminar a los que viven en tinieblas 
y en sombra de muerte,
 para guiar nuestros pasos 
por el camino de la paz.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Noviembre: el Cielo

 «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» 

Tomás le dice: «Señor, no sabemos adonde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»

Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»

Escribió san Josemaría:

Hazlo todo con desinterés, por puro Amor, como si no hubiera premio ni castigo. —Pero fomenta en tu corazón la gloriosa esperanza del cielo. (Camino, 668)

Hacer el bien pensando en el premio y evitar el mal pensando en el castigo, no vamos a decir que esté mal ¿verdad? Pero es agotador. Si pasas la vida haciendo el bien —aunque sea pensando en el premio de la fama, por ejemplo— y evitando el mal —aunque solo sea por miedo al castigo de la deshonra— mereces, por lo menos, una estatua.  Tu vida habrá estado muy bien. Pero eso es agotador. Y es agotador porque aquí, en la tierra, el bien es arduo —perdonar al que te está maltratando no es fácil— y el mal es atractivo: vengarse de quien te está maltratando da gustirrinín. Y resulta que nosotros vivimos aquí, en la tierra, donde el bien es arduo y el mal da gustirrinín. De modo que pasar por esta vida haciendo el bien, que es arduo, con la esperanza de un premio que no sabemos si llegará cansa horrrores. Y pasar por esta vida evitando el mal que da gustirrinin solo por miedo a un castigo que vaya usted a saber, cansa horrores. 

Por eso, cuando nos ponemos en plan apocalíptico para amenazar a los malvados con las penas del infierno y para animarlos al bien pintando el Cielo con arcos iris de colores y unicornios voladores, los malvados nos responden con refranes llenos de sentido común: más vale pájaro en mano que ciento volando, aquí paz y después gloria y el muerto al hoyo y el vivo al bollo. ¿De qué me hablas? ¿De perder esta vida que todos conocemos para ganar una vida que nadie sabe si existe? 

Uno preguntó a Jesús: "¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?" (Mt 19) Jesús le dio seis preceptos: evitar cuatro males y hacer dos bienes. Los cuatro males que debía evitar: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio” Los dos bienes que debía hacer: “honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo." 

A primera vista parece fácil. Pero si pensamos que el «no matarás» incluye  el no desear un mal a nadie y el no llamar a nadie «imbécil»; que el «no cometerás adulterio» incluye no mirar con deseo a la mujer del prójimo; que el «no robarás» incluye el no codiciar losbienes ajenos, entonces tendremos que reconocer que no es tan fácil. porque el bien es arduo y el mal es atractivo y da gustirrinín. 

Buscando el premio de la vida eterna y temiendo el castigo, aquel joven había guardado todos esos mandamientos pero no estaba tranquilo. Sabía que le faltaba algo: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?». Y, entonces, Jesús le dio un consejo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.»

¿Cómo puede alguien vender todo lo que tiene —hasta su autoestima— para dárselo a los pobres si, a cambio, solamente se le promete un premio allá en el Cielo? Pero Jesús no hace eso. Le dice, sí, «tendrás un tesoro en el Cielo», pero, sobre todo, le dice: «luego ven y sígueme». 

Y aquel joven —tan formal— se fue triste porque lo de cumplir los mandamientos  le parecía fácil a primera vista pero, al encontrarse con Jesús, comprendió que le faltaba algo. Quizá entendió —como todos— que es muy fácil ser bueno si uno es rico y está bien educado pero que eso no basta para estar contento. Quizá entendió —como todos los que se encuentran con Jesús— que hacer el bien —tan arduo— y evitar el mal —tan atractivo— no tiene que ver tanto con la riqueza y la buena educación cuanto con el amor a Dios y al prójimo que a él le faltaba: Hazlo todo con desinterés, por puro Amor, como si no hubiera premio ni castigo.

Entonces ¿qué pasa? Si lo hacemos todo por puro amor, como si no hubiera premio ni castigo, ¿no podemos pensar en el Cielo ni en el infierno? Fomenta en tu corazón la gloriosa esperanza del Cielo. 

San Pedro estaba coladísimo por Cristo, enamoradísimo hasta el punto de poder decir: Señor ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna. Y, porque estaba enamorado, no solamente lo dejó todo para estar con Él sino que se atrevió a preguntarle: Nosotros, los que lo hemos dejado todo por ti ¿que recompensa tendremos? Primero es el amor que lleva a dejarlo todo por Jesús. Luego viene la esperanza del Cielo que es estar, para siempre con el amado. 

A san Pedro, que ya estaba enamorado de Cristo hasta el punto de haberlo dejado todo por Él,  Jesús le prometió casas, hermanos, hermanas y un montón de cosas buenas para esta vida y, luego, la vida eterna. 

¿La vida eterna? ¿Qué es eso?

Jesús habló alguna vez de ella comparándola con un banquete de bodas. Después de su resurrección lo explicó con más detalle: vivir para siempre, en plenitud, es volver a la Casa del Padre para estar con Él en esa Casa de muchas moradas.

Santa María, laVirgen Inmaculada, guardaba todas estas cosas en su corazón. 

Señora, más que tú solo Dios.

martes, 22 de noviembre de 2022

Boda en Jerez

Decía Rafael Alberti que su abuelo y esa gente de Cádiz que tiene nombres extranjeros - Domec, Osborne, Terry, Byass- llegó a Españita al olor de los vinos y engendró allí una Andalucía -muy bonita por cierto- de muchachas rubias y morenas.

Hay que ir a una boda en Jerez para saborear España.

viernes, 7 de octubre de 2022

La Virgen del Rosario

 En el siglo XV, mientras España terminaba la reconquista, al otro lado del  Mediterráneo el Imperio Otonamano había tomado Constantinopla convirtiendo Santa Sofía en una mezquita, ocupando Grecia y los Balcanes y llegando hasta las puertas de Viena. La Cristiandad estaba amenazada y las poblaciones cristianas del litoral mediterráneo sufrían continuos ataques. 

El Papa Francisco canonizó hace unos años a los ochocientos mártires de Otranto. El pueblo, situado en el tacón de la bota de Italia, fue tomado por los turcos. Durante la batalla murieron más de dos mil defensores. Tras la victoria, los turcos, siguiendo su costumbre, separaron a los vencidos: las mujeres y  los niños menores de quince años, por una parte, los varones mayores de quince años, con el obispo a la cabeza, por otra. Cuando estos se negaron a abrazar el Islam, los decapitaron y se llevaron a las mujeres y a los niños como esclavos. 

Cien años después el Papa san Pío V organizó una liga contra los turcos. No podía contar con la media Europa cristiana que se había hecho protestante. A la llamada del Papa acudieron Felipe II, Génova, Venecia y la Orden de Malta. Trescientas galeras salieron en buscade la flota turca. Mientras el Papa ayunaba, rezaba y convocaba a los fieles de Roma en la Basílica de Santa María la Mayor para rezar el Rosario, las flotas cristiana y musulmana se encontraron en Lepanto el 7 de octubre de 1571. La victoria cristiana acabó con la destrucción total de la flota turca. El Papa estableció entonces la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria a la que hoy veneramos como Virgen  del Rosario. 

En octubre de 2002, san Juan Pablo II publicó la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, que comenzaba así: «El Rosario de la Virgen María, difundido gradualmente en el segundo Milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración apreciada por numerosos santos y fomentada por el Magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad. Se encuadra bien en el camino espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada de la novedad de los orígenes, y se siente empujado por el Espíritu de Dios a «remar mar adentro» (duc in altum!), para anunciar, más aún, 'proclamar' a Cristo al mundo como Señor y Salvador, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn14, 6), el «fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización».»

Los obispos de Valencia, Castellón y Orihuela-Alicante nos han convocado para rezar un rosario por la vida bajo el manto de Nuestra Señora de los  Desamparados: en Valencia, el viernes 14 de octubre

domingo, 2 de octubre de 2022

Adauge nobis fidem

 Tener fe es creer y confiar en Dios que no puede engañarse ni engañarnos. 

    Habacuc (primera lectura) tenía fe aunque le tocó vivir muy malos tiempos. Por eso oraba así: «¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas, y gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves? ¿Por qué me haces ver crímenes y contemplar opresiones? ¿Por qué pones ante mí destrucción y violencia, y surgen disputas y se alzan contiendas?».

    Vemos aquí que, el primer obstáculo contra la fe, es confundir «creer» con «comprender». Si al creyente le preguntas si confía en Dios te dirá que sí. Si le preguntas si entiende a Dios te dirá que no.  

    -¿Crees que Dios es Dios; que es infinitamente bueno y justo y sabio y poderoso y, por todo ello, incapaz de hacer mal a la más pequeña de sus criaturas?» 

    -«Sí, lo creo a pies juntillas y, por eso, lo amo con todo mi corazón». 

    -«Entonces, ¿por qué hay tanto sufrimiento en el mundo?». 

    -«No lo sé y, por eso, mi mente no puede hacerle otro obsequio que el de la fe». 

    Habacuc vivió tiempos malísimos pero no se enredó en el mal sino que elevó a Dios una oración de fe. «Hasta cuándo, Señor».

    San Pablo (segunda lectura) había impuesto las manos a Timoteo para hacerlo guía, obispo, de una comunidad cristiana. Imponer las manos (Jesús imponía las manos sobre los niños, y los sacerdotes las imponemos sobre las ofrendas) es un gesto para pedir la efusión del Espíritu Santo. Se llama epíclesis. 

    Pues bien, lo que se espera de un obispo es que confirme en la fe a los que le han sido encomendados. Pero, al parecer, Timoteo era algo tímido. Y aquí está el segundo obstáculo contra la fe: el miedo. 

    Por eso el buen san Pablo nos recuerda a todos los tímidos del mundo católico que «Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza». Y nos recomienda que reavivemos ese don, que no nos avergoncemos de Jesús y que guardemos, como se guarda un tesoro, el buen depósito de la fe. 

    Los discípulos (Evangelio) piden a Jesús: «Auméntanos la fe». 

    Cada vez soy más partidario de las oraciones cortitas. Esta,«auméntanos la fe», me encanta. A Jesús también le gusta. En latín se dice «adauge nobis fidem». 

    Jesús resume toda la historia de Abrahán con la imagen de un árbol -una morera, por más señas- que, obedientísima, en cuanto escucha el mandato de Dios, se desarraiga, sale volando y se planta en medio del mar para seguir allí. tan pancha, dando frutos. 

    Luego les habla de los esclavos. Nadie les pide las cosas por favor. Nadie les da las gracias. Y a todo el mundo le parece de lo más natural del mundo tratar a un esclavo así. 

    Y viene a decirles Jesús: «Yo estoy entre vosotros como un esclavo. Ya sabéis dónde nací y ya veréis dónde y como moriré. Vosotros, amables moreras, estáis arraigados en la tierra y no entendéis eso de que «el justo vivirá de la fe» como no entendéis que una morera pueda echar raíces en el mar.  Pero yo os digo que os basta con un poquito de fe -como un granito de mostaza- para arraigar en el Reino de los Cielos, allí donde reinan los que sirven». 

    La Virgen María no siempre entendía a Jesús aunque siempre guardaba sus palabras y sus gestos, como un tesoro, en el corazón. Sin embargo, cuando Jesús se puso a hablar de árboles plantados en el mar y de esclavos que reinan, entendió perfectamente sus palabras y le dieron un consuelo muy grande.