-¿Por qué no puedo seguirte si daré mi vida por ti?
-Porque, querido Pedro, soy Yo quien da la Vida por ti. Más tarde dirás: «Me amó y se entregó por mí». Entonces me seguirás.
-¿Y Judas?
-Pues Judas, querido Pedro, ya no es asunto tuyo. También por él he dado mi vida.
A partir de ese momento Pedro empezó a barruntar que la caridad no consiste tanto en dar cuanto en comprender.
Le costó no poco comprender.
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Es usted muy amable. No lo olvide.