San Miguel de Salinas
viernes, 4 de octubre de 2024
7:00
Abro la iglesia. Un coche de la policía tapona la salida del garaje. Voy a la panadería, mueven el coche y salgo para el hospital.
7:25
Preparo el altar. Otra vez han olvidado abrir la puerta. La congregación tiene que entrar por la sacristía.
Oficio de lectura y laudes.
8:00
Primera misa de san Francisco de Asís.
8:20
Recojo todo y me siento ante el sagrario.
9:10
Subo los ochenta y un escalones y vuelvo a San Miguel.
9:30
Voy a la casa abadía, recojo la ropa que tendí anoche y, con mi bata de faena, me pongo a limpiar.
10:40
Voy a la iglesia.
11:00
Segunda misa de san Francisco de Asís.
Vienen el comandante del puesto de la Guardia Civil y cuatro guardias. Uno de los guardias es una mujer y va de paisano. Me dicen que acaba de llegar al pueblo. Le doy la bienvenida. Van a ensayar para la misa y el homenaje a los caídos del día doce.
Un penitente pide confesión. Muy bien.
Termina el ensayo. He quedado con Mariano a las doce y con Jesús a las doce y media.
Mariano llega puntualmente, nos sentamos en el rincón de san Miguel y charlamos. Nos despedimos a las doce y veinte. Jesús me ha dejado un mensaje: que va a retrasarse veinte minutos.
Aprovecho para rezar tercia y para ordenar la sacristía.
Llega Jesús. Nos sentamos en el rincón de san Miguel y charlamos. Nos despedimos a la una y cuarto.
Tengo setenta y tantos mensajes de veintidós personas o grupos. Piden información sobre la misa del sábado. Nos convocan para la reunión de arciprestazgo el lunes. El grupo de prematrimonial está muy animado. Armin invita a cenar a los músicos del concierto de Adviento y al cura el jueves 17 en Los Alcázares a las 20:00.
Lectura de «Las Moradas».
Lectura del Evangelio de san Juan.
14:00
Voy a comer a casa de doña Nati.
14:45
Visita al Santísimo. Noticias en Antena 3.
15:30
He quedado a las siete con Mari Luz. A las ocho y media tengo que estar en Orihuela porque viene el obispo para la presentación del plan de pastoral. No hay tiempo que perder.
Misterios dolorosos cumpliendo el encargo de Arquilatría.
15:50
Reviso el correo. Del obispado mandan la lista de los curiales y el NODI. Echo un vistazo al NODI. Se anuncia un Congreso Mariológico para febrero.
Pongo en el muro de FBK de la parroquia el programa diocesano «De par en par».
Mando a Teresa un video de YouTube titulado «¿Por qué celebrar ad orientem?».
16:30
Voy a la iglesia para mirar fijamente al sagrario.
Llega Iván y me da 50 euros. Dice que le gustaría darme más. Se pone a quitar las flores secas. Llega Teresa. Llega Encarna. La iglesia se llena de voces y de ecos de voces. Estoy terminando mi oración cuando llega una señora muy sonriente con una niña muy mona. Creía que la catequesis empezaba hoy. No habla muy bien el español por lo que es posible que no entendiera a Teresa cuando le explicó que la catequesis comienza mañana con el rosario.
17:05
Me siento ante mi nuevo Mc y emprendo la reconstrucción del un documento titulado: «Meditaciones sobre el Evangelio de San Juan».
18:00
Dejo el Mc para rezar vísperas.
WhatsApp: Mari Luz me recuerda que hemos quedado a las siete. PDG me manda enigmáticos y poéticos mensajes. El archidiácono hace otro tanto. Los del coro quedan para ensayar a las 20:30.
Aún tengo tiempo de rezar otra parte del rosario mientras espero en la iglesia a Mari Luz. El cielo se ha puesto ñublo. La veleta señala hacia levante. Misterios gozosos.
Mari Luz llega puntualmente con el amable organizador del rosario de mañana, cuyo nombre he olvidado. Charlamos, hacemos los últimos preparativos, me explican mi papel en el evento y nos despedimos.
19:40
Salgo para Orihuela. Misterios gloriosos.
20:10
Aparco cabe el Segura y paseo hasta el Colegio Santo Domingo, magnífico edificio renacentista que ahora pertenece a la diócesis de Orihuela-Alicante. Voy pensando en lo que me espera allí: el encuentro con una multitud de seres humanos muchos de los cuales me preguntarán «¿sabes quién soy?». Sé que los miraré con una sonrisa estúpida intentando en vano recordar algo, sus nombres o algo así. Sé que me entrarán ganas de huir pero también sé cómo evitarlo: poniendo mi mente en blanco.
Nada más llegar —cinco minutos antes de la hora convenida— veo al vicario de zona. Lo conozco muy bien, es don Aurelio. Lo saludo. Está con un grupo en el que reconozco, vagamente, algunas caras,. Uno o dos me saludan por mi nombre, respondo con una amplia sonrisa y con una reverencia profunda disponiéndome a poner la mente en blanco. Entonces veo —en otro grupo— al arcipreste que me dispensa una acogida cordialísima. Está claro que le sorprende —gratamente— verme llegar y a tiempo. Con la mente casi en blanco entro en la iglesia del colegio. ¡Qué iglesia! ¡Qué maravilla! Recuerdo que alguien —creo que fue un antiguo alumno del colegio—me dijo una vez que ese edificio era el mejor educador para los que estudiaban allí. Por cenutrio que uno sea, pasar la infancia entre tanta belleza tiene que dejar algo, por fuerza, en el alma. Mi propósito es muy simple: encontrar un banco vacío y ponerme a rezar hasta que empiece la cosa. Pero me intercepta un caballero sonriente cuya cara me es muy familiar y cuyo nombre no conozco. Con gran delicadeza me conduce hasta una mesa en la que, al parecer, tengo que identificarme y decir de qué parroquia vengo. Sentadas tras la mesa hay dos señoras simpatiquísimas que, al verme, se echan a reír. Hago una reverencia con la mente en blanco. «¿No sabe quiénes somos?». Entre la espesa y blanca neblina de mi mente se abre paso una débil luz. Creo que son de Los Montesinos. Es imposible comportarse, no digo caballerosa sino dignamente, cuando uno es incapaz de reconocer a unas señoras tan amables. Por fin encuentro un banco vacío y me siento —o me refugio— detrás de una religiosas cuyo hábito blanco me reconforta mucho.
20:40
Empieza —con diez minutos de retraso— la cosa en sí. Empieza con un cántico armonioso. Luego el obispo traza —magistralmente— las grandes líneas del plan de pastoral y del proyecto de evangelización. Este año, segundo del primer bienio, todos debemos poner nuestra meditativa atención en el asunto de la acogida. Luego el vicario de zona nos ayuda a considerar que no es posible acoger a otros si uno mismo no es acogedor, y que nuestro modelo, en eso como en todo, debe ser Cristo. Nos lanza una pregunta: «Si alguien llega a vuestra comunidad ¿querrá volver?». Interviene luego el vicario de Pastoral pero mi meditativa atención se ha centrado en la pregunta del vicario de zona. Mientras habla el vicario de Pastoral yo divago. Pienso en David Penward que le dijo a Joan: «Cuando entro en esta Iglesia (de San Miguel de Salinas) me siento abrazado». Se lo dijo en un momento de gran desconsuelo. Se lo dijo cuando acababa de conocer a Joan y no había cruzado una sola palabra conmigo. Pienso en Teresa que no deja de repetirme cada día que no viene a la iglesia por mí —un tipo más bien hosco y lleno de manías— sino por el Señor que la llena de paz. Pienso en Joan que cayó por nuestra parroquia por casualidad y que, desde el primer día, me dejó muy claro que ella buscaba a Dios, no a mí. Sigo divagando y ahora pienso en mí y en todos los amigos que he encontrado, sin buscarlos, sentándome ante el sagrario y poniendo la mente en blanco cuando la iglesia se llena de voces.
Quien le conoce un poquito bien,le quiere y desea ser.su amigo
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:-) Gracias.
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