San Miguel de Salinas
sábado, 27 de abril de 2024
5:30
Suena el despertador.
6:00
Desayuno una taza de café con leche y luego otra.
6:30
Desde el huerto, los pajarillos saludan a la tibia mañana abrileña iluminada aún por una brillante luna que, suspendida sobre la almazara, envuelve Lo Safareig en un halo de misterio más reconfortante, bueno y admirable que inquietante.
No digo «¡detente, tiempo!» porque ni soy alemán, ni soy romántico, ni me llamo Fausto ni tengo prisa. Falta casi una hora para que salga el tren de modo que me detengo yo para contemplar largamente ese espectáculo de música, olores, luces y vida, y para balbucir una acción de gracias a Dios.
6:45
Salgo de La Torre para Alicante.
7:00
Dejo el coche en el aparcamiento de la estación y me someto a esa litúrgia que nos obliga a desnudarnos y a dejar todos nuestros bienes materiales —incluso el teléfono móvil— en el escáner y a pasar por la puerta estrecha.
Recupero mis bienes materiales, saludo al guarda y voy a la vía 3. Subo al vagón número 8 y me siento en mi asiento dispuesto a disfrutar de dos horas y media de lecturas y oraciones.
9:52
Saludo a mi amabilísima sobrina Fátima que ha venido a buscarme a la estación de Chamartín.
Vamos a la casa de su tía Almudena donde nos encontramos con ella y su hermana gemela Fátima, madre de mi sobrina.
Nos obsequian con un desayuno delicioso y charlamos y charlamos.
12:00
Estoy leyendo Perder y ganar en el cuarto de estar cuando hace su aparición gloriosa mi cuñado Pepe que acaba de levantarse y anuncia su propósito de salir a pasear por Madrid hasta la hora de comer. Como también mi hermana Fátima, su hija Fátima y yo tenemos que salir para la primera comunión de Bea y de Jorge, nos despedimos de Almudena agradeciendo su hospitalidad.
12:30
Llegamos a la parroquia de Las Tablas. Llueve y hace frío en Madrid.
13:00
Primera comunión de Bea y de Jorge, nietos de mi hermana Fátima.
14.00
Vamos a comer a cierto club de Somosierra. Aprovecho para pedir un taxi para las 16:15. Uso la App de Cabify. Muy bien.
Charlamos y charlamos mientras nos ofrecen cosas como Capuchino de boletus que es una espumita deliciosa que, de entrada, sabe a setas pero que, como observa mi hermano Pablo, justifica su nombre de Capuchino porque lleva un toque de café.
16:18
Viene a recogerme Tarik, de Cabify. Me trata amabilísimamente desde el saludo —«perdone, señor Javier, por el retraso»— hasta la despedida: «que tenga un buen viaje, señor Javier». Y yo procuro no desentonar. A su saludo respondo: «No se ha retrasado usted, don Tarik sino que ha llegado justo a tiempo». Charlamos animadamente y me despido: «Salam alikum don Tarik».
16:30
Ya en Chamartín, vuelvo a someterme a la liturgia penitencial y, pasando por la puerta estrecha, llego al tren que me llevará a Alicante, me acomodo en mi asiento y —otravez— me dispongo a disfrutar de dos horas y media de oraciones y lecturas.
19:40
Recorro dos veces el aparcamiento de la estación de tren de Alicante y no hallo mi coche. Recapacito, vuelvo a buscarlo y lo hallo donde lo dejé esta mañana. Cuando voy a salir, el robot que custodia la puerta me informa de que he rebasado el tiempo permitido para salir y de que debo pagar otros 0,75 centavos antes de pasar por la puerta estrecha. Coste total del aparcamiento: 28 euros y 20 centavos.
19:55
Salgo para La Torrre.
20:10
La hallo desierta y hermosa. Paseo por el palmeral rezando el rosario, me doy una ducha.
21:10
Salgo para San Miguel.
21:55
Completas en San Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Es usted muy amable. No lo olvide.