miércoles, 24 de abril de 2024

Diario. Miércoles, 24 de abril de 2024

 San Miguel de Salinas

miércoles, 24 de abril de 2024


¿Ha sonado el despertador a las 6:00? Sí.

¿Ha sido para Dios mi primer pensamiento? No podría jurarlo porque todo lo que ha pasado entre las 6:00 y las 6:30 ha sido algo maquinal.

Recuerdo que a eso de las 6:30 estaba preparando un desayuno: café con leches y una tostada con mantequillas y mermeladita de fresa. Recuerdo que durante el desayuno —casi con  toda seguridad cuando he probado la tostada—  me ha venido a las mientes una canción italiana intitulada Vacanze romane. Recuerdo que el recuerdo de esa canción alegre y triste me ha llevado al recuerdo del Papa y que el recuerdo del Papa  ha sido como un segundo despertador, este sí, de la presencia de Dios.

Luego la mañana ha transcurrido como de costumbre: el espectáculo del sol naciente sobre las salinas, la misa en el hospital, el atasco de vuelta a San Miguel, la segunda misa —la de las once—y esas cosas.

El resto de la mañana se me ha ido en llevar a Joan a Torrevieja para recoger su coche que estaba en el taller. 

Por la tarde he dedicado una hora a la lectura de Pereder y ganar. 

En la novela, Newman se disfraza de Charles Reding para contarnos su vida. Charles Reding es un adolescente que estudia en Oxford. Quiere ser amable con todos  pero, sobre todo, busca la verdad. 

En el capítulo 17 —penúltimo de la primera parte— lo vemos asistiendo a un té con un grupo de evangélicos:

«Número 3: El Papa Sixto XVI, parece que se convirtió antes de morir. 

Sensación. Charles parece interesado.

Número 2: La Revista lo dice de  buena fe.  Mr O’Niggins, el agente de la  SCSR —Sociedad para la Conversión de Sacerdotes Romanos— estuvo allí durante la enfermedad del Papa y le habló de la necesidad de un cambio del corazón y de la necesidad de abandonar toda mediación de las criaturas. Le anunció esa buena nueva y le aseguró que todo podía perdonarse. El Papa lo escuchaba con enorme atención y con emoción visible. Al terminar, le dijo a Mr O’Niggins que era su esperanza más ferviente que los dos pudieran morir en una misma comunión; o  algo por  el estilo. Todavía dijo  algo más pasmoso: dijo que esperaba llegar pronto al Paraíso lo cual, naturalmente,  significa negar el Purgatorio».

En el capítulo  18 —último de la  primera parte— Charles recibe la noticia  de la muerte de  su padre. Va al entierro y vuelve a  Oxford. La primera parte acaba así: «Charles salió de Oxford siendo un muchacho listo e inmaduro; cuando volvió era ya un hombre».

El  resto de la tarde se ha pasado volando. 

Ha venido Felipe con su  novia. Ella fue bautizada clandestinamente en Rusia y tenía que hacer una declaración jurada porque no hay registro de su bautismo. En el expediente de él había que incluir una solicitud  de dispensa del impedimento de mixta  religión. Antes de despedirnos hemos quedado para comer  el viernes. Luego he mandado a Felipe la primera catequesis prematrimonial. 

También ha venido a  verme Javier. Ha montado una ONG llamada Merecen vivir. Muy bien. Se centran en la ayuda a las familias más pobres. Muy bien.

Y ahora, a las 23:10, termino de escribir esta página de mi diario.

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