La Torre
lunes, 8 de abril de 2024
Son las 00:28 horas del martes 9 de abril cuando empiezo a escribir mi diario de ayer.
Hace cosa de media hora he dejado a don JAM en el cuarto del obispo de La Torre y, cruzando la almazara y Lo Safareig he llegado a mi piso. En algún lugar entre el cuarto del obispo donde reposa don JAM y el piso donde escribo, he perdido mis gafas.
Don JAM me anunció antier su visita y ayer —lunes 8— a eso de las 16:00 me mandó un mensaje diciéndome que había salido de Madrid y que estaba en Tarancón forcejeando con un clavo que se había metido en una de las ruedas de su coche.
Ha llegado a La Torre a las 20:00 y hemos estado charlando durante cuatro horas.
Primero lo he llevado al cuarto del obispo para dejar su equipaje. Luego hemos ido a cenar al hotel Areca de Torrellano porque todos los restaurantes de Alicante estaban cerrados por san Vicente.
La tertulia ha seguido en La Torre con un gintonic y una copa de ron. El gintonic con hielo se lo ha zampado él. La copa de ron sin hielo me la he zampado yo.
Don JAM no es solamente un sacerdote bueno e ilustrado, gran conversador, políglota y listísimo. No, es mucho más: es de esos que vienen de Madrid para verlo a uno, para charlar largamente con uno. No hay muchos como él y, por eso, uno se alegra como se alegran los peces con el agua y los hombres con la amistad.
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