martes, 23 de abril de 2024

Diario. Lunes, 22 de abril de 2024

 San Miguel de Salinas

lunes, 22 de abril de 2024


¿Eran las 23:30 de ayer cuando fui a cerrar la iglesia y encontré en la puerta a un vecino que quería hablar conmigo?

Sí.

¿Me preguntó el vecino que si podía alojarlo en la parroquia?

Sí. 

¿Le dije que no?

Sí.

¿Insistió amablemente?

Sí. Insistió amablemente.

¿Me sentí obligado a explicarle que el albergue parroquial está ocupado desde hace más de cuatro años por un ciudadano británico y que los locales parroquiales están ocupados desde hace tres semanas por un ciudadano belga?

¿Me desahogué con él hablando de los servicos sociales del ayuntamiento que mandan a la parroquia a los necesitados pero que no ayudan a la parroquia?

Sí.  Me desahogué con él.

¿Lo vi recogiendo su petate y marchándose cabizbajo?

Sí.

¿Recé completas antes de cerrar la iglesia?

Sí.

¿Me fui contento a la cama?

No.

6:00

Suena el despertador. 

Apenas he dormido pensando el vecino que se fue anoche cabizbajo. Podría haberle ofrecido el coro de la iglesia para pasar la noche.

6:30

Desayuno.

7:00

Salgo para el hospital.



El día transcurre como de costumbre pero en mi corazón, o en algún lugar de mis entrañas, se ha alojado el vecino cabizbajo. Si volviera le ofrecería alojamiento en el coro de la iglesia pero no vuelve. Tengo ganas de explicarle al pueblo entero que lo único que no se compra con dinero es la vida eterna y que eso es, precisamente, lo que nos daría Jesús —de gratis— si viniéramos a la iglesia dispuestos a acogerlo en el  corazón. 



21:00

El pueblo duerme. ¿A quién puedo explicarle lo que quiero explicar? Llamo a Iván, el belga. Me dice que ya está en la cama.

21:05

Llamo a Ana Isabel. La invito a cenar con Wilder y con las niñas en el chino. Aceptan la invitación. 

Uno sabe que tiene amigos jóvenes cuando puede invitarlos a cenar diez minutos antes de la cena y acuden encantados. 

21:15

Me encuentro el restaurante chino con Ana Isabel, Wilder, Camila y Luciana.

Les pregunto: ¿qué cosa no se puede conseguir con dinero? Dicen lo que sesuele decir: amor, amistad, salud… 

Les hablo de un libro de  un libro titulado «Lo que el dinero no puede comprar» en el que  se demuestra que todo eso se puede conseguir en gran medida con dinero. 

Incluso eso que llamamos «amor» y que no es más que la benevolencia o el afecto de las mascotas se consigue facilísimamente cuando uno es rico y la mascota o el pobre dependen de uno. 

Luego les hablo de la vida eterna y de la misa dominical en la que esa vida eterna que no se puede comprar se nos da de gratis.

Le pregunto a Camila, la más joven, que si se entiende lo que digo. Me dice que sí y  veo en sus ojos que no miente. 

Luego empezamos  a contarnos unos a otros cómo ha ido  el día y nos reímos mucho. 


23:15

Nos despedimos. 

Ana Isabel y Luciana se vuelven a casa.

Wilder y Camila me acompañan a la iglesia. Nos ponemos de rodillas ante el sagrario, rezamos un rato, cerramos la iglesia y nos despedimos.

Antes de entrar a la casa abadía, me vuelvo y alcanzo a ver cómo se alejan Wilder —como un rey— y Camila —como una princesa— de la mano.

1 comentario:

Es usted muy amable. No lo olvide.