sábado, 8 de noviembre de 2025

Diario. Sábado, 8 de noviembre de 2025

 San Miguel de Salinas

sábado, 8 de noviembre de 2025


Abro la iglesia a las 8:15. 

El Paseo está desierto y silencioso. Enciendo las luces. 

Oficio de lectura y laudes. Luego me siento a mirar fijamente al sagrario. 



A las nueve y diez juzgo que ha llegado el momento de prepararlo todo para la misa de once. 

Hay que volver a poner en su sitio el comulgatorio, el incensario, el cirio Pascual y el acetre que usó el archidiácono para el entierro de ayer. 

Hay que preparar el leccionario, el misal y el libro de la sede para la misa de Santa María en Sábado. 

Hay que preparar el cáliz, las vinajeras y el lavabo y ponerle al sagrario el conopeo blanco y sacar la caja del sagrario. 

Ahora hay que asentar la partida del difunto que fue enterrado ayer. 

Estoy terminando de asentarla cuando, súbitamente, se abre la puerta de la sacristía que da a la escalera del garaje y aparece Joan preguntando que si sé que la puerta del garaje está abierta. Es un misterio que se repite muy a menudo. Sin que nadie sepa cómo ni por qué, la puerta del garaje se abre sola. 

Cierro la puerta del garaje y termino de asentar la partida mientras Joan me pregunta muchísimas cosas y me cuenta otras muchas sin esperar mi respuesta. 

Son las diez cuando me revisto para ir al confesonario. Me llama el nuevo arcipreste. Me llaman de Guardamar para pedirme que esta noche lleve una forma sin gluten. Llamo a don Isidro para ver si él tiene formas sin gluten. Tercia. Un penitente. Muy bien. 

Vuelvo a leer la nota del dicasterio para la doctrina de la fe. Me parece que explica admirablemente la doctrina de María Corredentora y la de María Mediadora de todas las gracias. Muy bien. 



A las once, puntualmente, empieza la Misa de Santa María en Sábado. Como es noviembre, al final nos volemos hacia la imagen de la Virgen del Carmen que está sacando almas del fuego purificador del purgatorio. 

Mientras Joan prepara el cáliz para la misa de la tarde, yo preparo los libros: víspera de la Dedicación de la Basílica de Letrán. 

Luego nos vamos a rezar el rosario paseando por el cementerio y luego dejo a Joan cerca del lugar donde ha aparcado su coche y voy a Los Montesinos. Encuentro a don Isidro rezando en la iglesia. Charlamos largamente y me da un sobre con varias formas sin gluten o con poco gluten, porque si no tuvieran nada de gluten no serían materia válida para la consagración. 



A la una estoy de vuelta en San Miguel. 

Lectura del evangelio de San Marcos. 

Lectura de La sabiduría de los salmos. 

Los intelectuales en la «chaise longue». 



A la dos voy a comer con doña Nati, Eva, Miguel, Fabiola y Pablo. 

Eva y Miguel también han visto Los domingos, y también a ellos les ha gustado. 



A las tres y media nos despedimos. 

Visita al Santísimo. 

En al casa parroquial, sesión de Brahms. Canción espiritual, op 30; Tres cuartetos para soprano, alto, tenor, bajo y piano, op 31; Nueve canciones para voz y piano, op 32. Tengo que refugiarme en una habitación lejana a El Paseo porque allí han montado un tinglado ruidosísimo.



A las cuatro y media leo las lecturas de la fiesta y un comentario exegético. Luego preparo un esquemita para la homilía y luego pongo una lavadora. 



A las cinco me siento ante el sagrario y procuro rezar a pesar del follón espantoso que tienen montado en El Paseo. 

A las cinco y media doy el primer toque, enciendo sendas velas a los lados del sagrario; pongo en el altar el misal, las vinajeras y el altar y, en la credencia, el lavabo. 

Dos penitentes. Muy bien. 

Doy el segundo toque. 

Cuando voy a encender las velas del altar, compruebo que una de ellas se ha quedado sin mecha. 

La sustitución de la mecha provoca un retraso de cinco minutos en el comienzo de la misa de seis. 

El follón espantoso en El Paseo impide la predicación y empieza a provocarme una especie de aturdimiento. 

Después de misa lo recojo todo.

Vísperas. 



A las siete me preparo una cena ligera: caldo de pollo con un huevo. Muy bien. De postre horchata. 

Gárgaras con agua tibia y sal. El otorrino me verá el lunes, si Dios quiere. 

Tiendo la ropa y trasteo un poco en las RR SS. 

El follón de El Paseo, cesa, gracias a Dios. 

Escribo esto porque a las ocho y media tengo que irme a celebrar misa en Guardamar y cuando vuelva tendré sueño.

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