domingo, 16 de noviembre de 2025

Diario. Domingo, 16 de noviembre de 2025

 San Miguel de Salinas

domingo, 16 de noviembre de 2025


Gloriosa rutina de un domingo cualquiera. 


Misa de diez en Torremendo y, luego, catequesis. 


Misa de doce y media en San Miguel y luego, comida con doña Nati y con Heidy y con Armin. 


Armin cuenta la historia de una linda muchacha a la que conocieron antier en Benidorm. 

Resulta que esa linda muchacha y su lindo novio huyeron de Rusia o, más bien, de la recluta que amenazaba con llevarse al lindo novio a la guerra y —probablemente— a la muerte. Ambos llegaron a Benidorm y allí el lindo novio atrajo la mirada de una muchacha indígena a la que el muchacho entregó su corazón. La linda rusa, abandonada, sin pesetas, sin trabajo, sin hablar ni papa de español, empezó a mendigar por las calles de Benidorm cantando y tocando su mandolina. Quiso la providencia que unos evangélicos la conocieran y la invitaran a cantar en una capilla local. Ahora la linda rusa abandonada se gana la vida —como siempre quiso— cantando y tocando la mandolina. 


Ana Isabel y Wilder cumplen mañana dieciocho años de casados. Los invito a cenar en el Collie para celebrarlo. Una vez reunidos allí con las niñas me pongo de pie y carraspeo —ejem, ejem— no para darme importancia sino porque tengo carraspera. Luego hago una brindis con estas palabras: 


(Mirando fijamente a Camila)


A veces uno llora un poco porque se ha muerto Arantxa y uno tiene penita y se le hace como un nudo en la garganta y quiere hablar y no le salen las palabras. 

Y entonces viene Dios para decirle a uno: 

Ea, ea, mi niño, no llores más: Arantxa está en el cielo. Yo te doy a Camila, que es como Arantxa en pequeñito, para que estés contento.


(Mirando fijamente a Luciana)


A veces tiene uno una pena tan grande que no sabe decirla y viene Dios para decirle a uno: 

Ea, ea, mi niño, no llores más: Arantxa está en el Cielo. Yo te doy a Luciana que es como Arantxa por lo guapa y lo risueña, para que estés contento.  


(Mirando alternativamente a Ana Isabel y a Wilder)


A veces anda uno un poco triste porque recuerda su infancia y allí donde solía estar su hermanita pequeña hay un vacío. 

Y entonces viene Dios para decirle a uno: 

No llores más, mi niño. Arantxa está en el cielo. Yo te doy a Ana Isabel y a Wilder para que al ver cómo se quieren, mor, tú te pongas contento.


Felicidades, queridos Ana Isabel y Wilder y Luciana y Camila. Gracias por vuestra amistad


Y todos se alegran con el brindis y lo celebran mucho. Luego cenamos estupendamente. Nos despedimos a las nueve y pico y yo voy a la iglesia y rezo completas y vuelvo a la casa abadía para acostarme pronto.

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