lunes, 6 de octubre de 2025

Diario. Domingo, 5 de octubre de 2025

 San Miguel de Salinas

domingo, 5 de octubre de 2025


Salgo de la Torre a las ocho y media. No tengo prisa. La misa en Torremendo no empieza hasta las diez. 

En la homilía hay que preguntarles: «¿Qué pidieron los discípulos a Jesús?».  Solamente una niña responde: «Que les aumentase la fe». Muy bien. Ahora hay que explicar que la fe es una virtud. Y explicar qué es una virtud y qué es un vicio. Y hay que explicarles que la fe es la virtud de quien siempre confía en Dios, escucha su Palabra y la pone por obra. Ya está. 

Después de misa catequesis con preguntas dificilísimas. Por ejemplo: 

—¿Qué es la fe?

—La fe, señor, es una virtud. 

—¿La esperanza y la caridad son también virtudes?

—Si, señor. La esperanza y la caridad también son virtudes. Teologales, por más señas. 

Y así. 


A las doce y media, después de atender a un penitente, hay que celebrar la misa en San Miguel. Allí hay que explicar cómo crece la fe y por qué se dice que «la fe mueve montañas» si lo que dice el evangelio de san Lucas es que mueve moreras.


Al terminar la misa hay que explicar a la congregación que tengo que salir pitando para el hospital y que no puedo salir a despedirme en la puerta pero que sigo siendo sensible a su simpatía. Entonces tengo que salir pitando para el hospital porque me han pedido que vaya urgentemente a atender a María Juana. 


Cuando termino de dar la unción a María Juana son las dos y media. Mando un mensaje a Ignacio para que no me esperen para comer y comeré cualquier cosa cuando llegue. 


Estoy de vuelta en La Torre a las tres y cuarto o así. 

Ignacio, Ángela, Claudia y Manu aún están comiendo un arroz tres delicias que ha hecho Ángela aunque, si le preguntas a ella, dirá que lo han hecho entre todos. Me ofrecen salsa de soja y vacío medio bote en el primer plato y el otro medio en la repetición. Muy bien. Luego hay helado. 

Hablamos de los fuegos artificiales que nos despertaron a las cinco de la mañana aunque algunos dicen que durmieron como benditos y que no se enteraron de nada. También hablamos de las películas que han visto últimamente y de los juegos de mesa con los que se entretuvieron hasta altas horas de la noche. Jugaron, por ejemplo, al 2 y me contaropn que es una variante del 1 aunque el 1 les gusta más. 

Terminamos los helados a las cuatro y diez y quedamos en vernos en la ermita a las cinco y diez para la misa. Entonces ellos se ponen a recogerlo todo y yo voy a hacer la visita al Santísimo y a prepararlo todo para la misa pero, antes, pongo una lavadora —programa de catorce minutos, con unos pantalones míos y unos delantales de La Torre. 


Cuando ya he preparado el altar, tiendo al sol los pantalones y los delantales. Muy bien. 


A las cinco y diez, tercera misa del día. Hay que explicar todo lo de las homilías de la mañana y, además, qué es el mérito de congruo y qué es el mérito de condigno. Ya está. 


A eso de las seis nos hacemos una foto y nos despedimos. Ellos vuelven a Madrid y yo a San Miguel. 

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