martes, 18 de agosto de 2020
Martes de la vigésima semana del Tiempo Ordinario
Cuando el joven rico se fue triste, Jesús dijo a sus discípulos «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos». Y comenta san Juan Crisóstomo que no lo dijo para condenar las riquezas sino para prevenirnos contra el peligro de hacernos esclavos de ellas y para que sus discípulos no se avergonzaran de su pobreza.
Desde luego es muy dificil no apegarse a lo que se tiene, sea mucho o poco. Por eso los discípulos se preguntan: ¿quién podrá salvarse? Saben que incluso el pobre siente apego por sus cosas.
La respuesta de Jesús apunta a dos cosas.
En primer lugar dice que lo que es imposible para los hombres, ese desapego total de las criaturas, Dios, con su gracia, lo hace posible. Por eso hemos de pedir el auxilio de la gracia para vivir de verdad desatados de cualquier cadena y no pensar que somos perfectos simplemente porque no somos ricos o que no podemos ser perfectos porque poseemos riquezas.
En segundo lugar Jesús apunta a lo que de verdad importa que es seguir sus pasos. Podemos renunciar a las riquezas, y muchos hombres lo hacen, simplemente por tener una vida más tranquila o, como se dice ahora un poco tontamente, para disfrutar de las cosas sencillas de la vida. Pero en el fondo esa falta de ambición de riquezas sigue teniendo mucho de egoísmo. Lo que es propio del cristiano es el amor a Jesucristo. Por ese amor san Pedro y los demás apóstoles, dejándolo todo, lo siguieron. Por ese amor san Fernando, siendo rey de Castilla y León, tuvo su corazón puesto en el Reino de los Cielos, santo Tomás Moro siendo canciller de Inglaterra buscaba solamente la gloria de Dios y la Virgen María siguió a Jesús hasta la Cruz sin avergonzarse de su pobreza.
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Tuesday, August 18th, 2020
Tuesday of the twentieth week in Ordinary Time
When the rich young man left sad, Jesus said to His disciples "I assure you that it is difficult for a rich man to enter the Kingdom of Heaven." Saint John Chrysostom comments that He did not say it to condemn riches but to warn us against the danger of making us slaves to them and so that His disciples would not be ashamed of their poverty.
Of course it is very difficult not to be attached to what you have, be it a lot or a little. That is why the disciples ask themselves: “who can be saved?” They know that even the poor can be attached to their things.
Jesus' response points to two things.
In the first place, He says that what is impossible for men, that total detachment from creatures, God, with His grace, makes possible. That is why we must ask for the help of grace to truly live untied from any chain and not think that we are perfect simply because we are not rich or that we cannot be perfect because we have wealth.
Second, Jesus points to what really matters, which is to follow in His footsteps. We can give up riches, and many men do, simply to have a quieter life or, as they say a little foolishly now, to enjoy the simple things in life. But deep down, that lack of ambition for wealth continues to have a lot of selfishness. What is proper to the Christian is the love of Jesus Christ. For that love Saint Peter and the other apostles, leaving everything, followed Him. For that love Saint Ferdinand, being King of Castile and Leon, had his heart set on the Kingdom of Heaven, Saint Thomas More, being Chancellor of England, sought only the glory of God and the Virgin Mary followed Jesus to the Cross without being ashamed of Their poverty.
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