San Miguel de Salinas
jueves, 9 de mayo de 2024
Anoche, después de celebrar la misa de ocho en Los Montesinos, compré una botella de vino y unas aceitunas rellenas con limón y me fui a la parroquia de Nuestra Señora del Mar para ver el partido Madrid-Bayern con don Isidro, don José Antonio, don Estanis y Fernando.
Cuando llegué, ya había terminado la primera parte, sin goles. Don Isidro nos había preparado una ensaladilla rusa, una empanada y unas tapitas de tomate y anchoas. Don Estanis unos arenques con nata y una tarta con frutas de un bosque.
Luego llegaron: la segunda parte del partido, el helado de turrón, los goles y un chupito de limonchelo.
Nos despedimos contentos y volví a San Miguel. Recé completas en la iglesia y, cuando me dirigía a la casa parroquial, vi que unos jóvenes charlaban en el paseo. Uno de ellos se me acercó silenciosamente y comenzó a caminar a mi lado.
—Buenas noches, es que soy ateo —me dijo en voz muy baja y sonriedo.
Me detuve y le respondí, tendiéndole mi mano derecha:
—Yo soy sacerdote. ¿cómo te llamas?
Él, estrechando mi mano:
—Cirio Andrés.
—¿Eres de San Miguel?
—No, de Torrevieja.
—¿Estás contento?
—No, el mundo es muy malo.
—Dios lo hizo muy bueno y yo creo que aún queda mucho de esa bondad. En ti, por ejemplo, y seguro que también en tus amigos.
—Mataría por ellos.
—¿Ves? Hay mucha gente dispuesta a dar la vida por sus amigos, por su familia, por su patria y por lo que más quiere. Y luego están Jesús y sus mejores discípulos que están dispuestos a dar la vida por sus enemigos.
Me miraba en silencio sin dejar de sonreir. Seguí:
—¿A qué te dedicas?
—A nada.
—¿Estudias?
—No.
—¿Trabajas?
—No.
—¿De qué vives?
—De mis padres.
—¿Qué edad tienes?
—Quince.
—Y, ¿no quieres dedicarte a algo en la vida?
—Se me da bien pegar. He estado preparándome para ser boxeador.
—Pues no lo dejes. Si a uno se le da bien algo, debe cultivarlo.
—Sí.
Silencio.
—Bueno. ¿Querías algo o solamnte decirme que eres ateo?
—Solamente eso.
Le tendí la mano otra vez:
—Encantado, Cirio Andrés. Tengo que irme a la cama.
Estrechamos la manos:
—Adiós.
—Adios.
Tenía pinta de ser un buen muchacho.
…
Esta mañana todo ha ido como la seda hasta la Misa que ha celebrado el arcipreste.
Antes, como es jueves, la exposición del Santísimo con Andrés al ógano, la oración en silencio, la bendición…
Después de la Misa todo ha empezado a complicarse: llamada del tanatorio, certificados urgentes y la impresora que se ha desconfigurado. El archidiácono que tiene impresora pero no tinta y Wilder que lo mismo. Adiós día de asueto. Más de cincuenta wasaps. Muy bien.
…
A las 20:00 misa en Los Montesinos. La ofrezco por el padre de doña Ana Rodríguez de Agüero. Ambos —doña Ana y su querido padre— estuvierom Alicante la semana pasada y teníamos pensado vernos aunque no pudo ser. Volvieron a Madrid. ¡Adiós!
Me acuerdo también de Cirio Andrés. ¡Qué muchacho tan simpático, tan fuerte, tan amable y tan triste!
Después de misa compro una botella de vino, una lata de aceitunas rellenas de limón, boquerones en vinagre, anchoas y trufas. Voy a cenar a casa de Ana Isabel y Wilder. En el cuarto de Camila está colgado su traje para la primera Comunión que será el domingo. Camila está haciendo la masa de maíz para las arepas y se alegra al ver los boquerones. Luciana está vagando por la casa y se alegra al ver las trufas. Pasamos un rato estupendo charlando y bromeando.
Luego nos despedimos y vuelvo a la iglesia para rezar completas recordando a todos los que se han encomendado a mis oraciones y, especialmente, a Cirio Andrés. Creo que, si un muchacho se acerca a un cura en la noche para decirle «soy ateo», le está diciendo: «reza por mí».
Son las 0:01 del viernes, 10 de mayo de 2024. Acabo mi diario pidiendo al buen Dios que algún día lo encontremos en Cielo Cirio Andrés, y el padre de doña Ana Rodríguez de Agüero y yo.
Yo también rezaré por ese muchacho. Es muy joven todavía y se ve que le importa (y preocupa, quizá) lo de ser ateo. Si no, no se habría acercado a usted para decírselo.
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