viernes, 8 de mayo de 2020

Parroquia en fase 0 (6)

viernes, 8 de mayo de 2020

Et Agnus vincet illos, quoniam  Dominus 
dominorum est et Rex regum,
et qui cum illo sunt vocati et electi et fideles.
(Apocalypsis 17, 14)

6:00 Oficio de lecturas y laudes.
7:00 Misa del Papa en Santa Marta.
7:25 Miro fijamente al sagrario mientras escucho una meditación de don Antonio F. M. 
Wasap a don Antonio agradeciendo el alimento. 
Llamo por teléfono a Simon. No contesta.
Hay que preparar el misal, el ambón, el libro de la sede y la homilía. Mando la traducción de la homilía a Mim y a Joan para que la corrijan. Mim me manda la traducción corregida, Joan hace lo mismo. ¡Qué amables!

Qui corde Christum suscipit,
innoxium sensum gerit.
(Hymnus Iam surgit)

10:00 Tercia.

El martes de Pascua de 1835, Newman dedicó su sermón a comentar Hb 12, 12: Fijos los ojos en Jesús, iniciador y consumador de la fe. No se trata de autocontemplarse sino de mirar a Cristo. El sermón trata de refutar a los que, para probar que creeen en la justificación por la fe, rechazan cualquier otro artículo de fe y reducen todo a un examen del corazón dirigido a discernir si se halla en un estado espiritual. Dicen, con razón, que si la fe está viva, las obras vendrán a continuación, pero confunden el orden lógico con el temporal y acaban concluyendo que si logran crear en su interior unos sentimientos muy espirituales, las buenas obras acabarán viniendo por sí mismas. «Es así como los sabios quedan atrapados en su propia sabiduría; quisieron razonar y se enredaron en sofismas». Por eso mismo maltratan la Sagrada Escritura y, en vez de buscar armonizar unas partes con otras, desechan partes enteras y llegan a decir que las instrucciones morales del Evangelio tuvieron importancia para los que las oyeron en su tiempo pero no la tienen ahora que el Espíritu se ha derramado. En fin, si uno tiene un estado renovado del alma dará igual que haya o no haya recibido los sacramentos.  «La idea de comunión con Cristo se limita al mero ejercicio de los afectos en la oración vocal y la meditación, es decir, a efectos sensibles» y cuando uno estima que ha alcanzado esa comunión puede estar seguro de que no le ata ningún precepto. Newman advierte sobre el peligro de llevar un diario religioso, peligro que se extiende a lo que uno escribe ejerciendo el ministerio sacerdotal: la autocontemplación. 

10:45 Llamo a Simon. No contesta. Me llama Mari Mar. No se oye. Vuelve a llamar. Salgo a la plaza. Hablamos. Wasap a mi hermano Pablo. 

El capítulo XX del Ceremonial de los obispos trata de la oración pública que se ha de hacer en caso de grave profanación de una iglesia (1070- 1092). Es muy lógico. Cuando una iglesia es profanada, la respuesta de la Iglesia es la penitencia. El rito no incluye, como imaginarían las mentes calenturientas, maldiciones en latín contra los profanadores. Por cierto, se contempla la posibilidad de que la profanación no haya sido obra de extraños sino de propios, lo que ocurriría si en la iglesia hubiera tenido lugar una grave enfrentamiento entre hermanos. 

12:00 Misa de doce, claro. Luego charlo con Joan. Luego llamo a Simon y nada. Como Teresa me ha dicho que lo ha visto esta mañana, no temo por su vida. 
13:00 Llega Mari que va a limpiar la iglesia. 

¿Hay noticias? Nada nuevo. 
Jaime García Máiquez escribe, muy bien, un artículo titulado La comunión en la mano. Nada se le puede quitar ni añadir. Da gusto. 

El mundo de ayer
Stefan Zweig a pesar de su cosmopolitismo, a pesar de haber recorrido medio mundo, a pesar de hablar alemán, francés, inglés e italiano y de tener amigos por todas partes, confiesa que a los cincuenta y ocho años, cuando se convirtió en un apátrida, entendió que había perdido «algo más que un pedazo de tierra limitado por unas fronteras». (p. 517)
He llegado al final de este libro. Lo mejor que he leído de Zweig hasta ahora. Refugiado en Londres, el escritor recibe la noticia de la invasión de Polonia. Ahora no es solo un apátrida sino, para muchos europeos, un enemigo. Pero el último capítulo está dedicado a Freud, refugiado también en Londres y, por cierto, en una casa que está muy cerca de Netherhall House. Zweig entabla una cálida amistad con el psiquiatra de quien habla inspirado por una tierna admiración. Un día llega Dalí y dibuja un retrato de Freud. Según Zweig, el pintor español —clarividente— advirtió en el retratado la proximidad  de la muerte. Freud muere lamentando su último libro sobre Moisés en el que sostiene que no era judío sino egipcio. Cuando a los judíos les están quitando todo, él los ha despojado de su mejor hombre. 
Entonces, ahora que los judíos ya no se creen Pueblo Elegido; ahora que están mezclados con los otros pueblos y solamente la persecución vuelve a unirlos en la desgracia ¿qué sentido puede tener todo eso para ellos? Quizá —aventura Zweig— el judaísmo esté destinado a mantener viva «a través de su existencia misteriosamente perdurable, la eterna pregunta de Job a Dios, para que no sea totalmente olvidada en la Tierra». 

16:30 Llamo a Simon. No contesta. Pues nada, a poner una lavadora, a llevar las toallas limpias a la sacristía y a mirar fijamente el sagrario durante media hora. 

18.00 Llamo a la puerta de Simon. Abre la puerta y sale en pijama. Parece contento. Charlamos largamente guardando la distancia social, él en la puerta y yo en la calle. Quedamos en que mañana, si le apetece, a lo mejor viene a desinfectar la iglesia. Me encanta ese talante inglés.

18:30 Ayer me llamó Ramón. Que si me apetecería dar una charla por Skype sobre el tema Alegría y paz en tiempos de coronavirus o algo así. Me dio una alegría. Y resulta que hoy, desde la misa del papa en Santa Marta hasta el último rato de oración con otra meditación de don Antonio F.M todo ha sido una invitación a la alegría y a la paz en tiempos de coronavirus. Y resulta que la charla será mañana por la tarde. O sea que tengo que ordenar mis ideas y preparar un esquema. ¿Me apetece? ¡O sí! Pues vamos allá.

Golfo
¿Te acuerdas?
Yo era el golfo
que pintaba de amarillo
los vientres gordinflones 
de las letras
y los ojos boquiabiertos
de los números.
¿Recuerdas mi dedito
en la ventana
dibujando redondeles
en el vaho de los cristales 
los días de lluvia?
(José Luis Vidal Carreras)

¡Qué maravilla!

3 comentarios:

  1. Ahora nos toca peregrinar por las parroquias hasta encontrar un sacerdote fiel que nos permita adorar y amar a Jesús con respeto comulgando en la boca. El 13 de marzo ya "pedían", en perfecto siciliano,que pusiéramos la mano, don Benito me miró con horror como relamía mi palma procurando evitar el sacrilegio de perder una divina partícula, y aunque es enorme dolor que me causa, no logro llorar bien bien para lavarle los pies a Jesús y al pater. Con todas las sugerentes pinceladas que ha dado durante la Parroquia en estado de alarma y fase 0 (1), me compré el librico de la Luz del Sol. Abrazos fraternos.

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  2. Le doy una idea por si le sirve. Puede llevar de casa un purificador. Cuando vaya a comulgar, lo extiende sobre su mano para que el sacerdote ponga la Hostia en él, luego comulga sin tocar al Señor con las manos. Y luego se lleva el purificador a casa, lo mete en una jofaina con agua durante media hora, lo saca y echa el agua a una maceta o, si tiene jardín, al pie de un árbol. Y yo espero que a don Benito le edifique esa piedad delicada y fuerte de navarro mexicano.
    Ya me dirá qué le ha parecido "La luz del sol".

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    1. gracias don Javier, eso haré.Abrazos fraternos.

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Es usted muy amable. No lo olvide.