San Miguel de Salinas
domingo, 11 de mayo de 2025
10:00
Misa y catequesis en Torremendo.
12:30
Misa en San Miguel.
13:45
Iván, el belga, nos lleva —a doña Nati y a mí— a casa de Armin y Heidy. Han invitado también a Bea y a un matrimonio alemán: Enrique y Rosa.
Enrique es músico, profesor de trompeta, y añora Alemania. Rosa se levanta de la mesa y pasea por la terraza fumando un cigarrillo y explicándonos que está muy bien en España y que no tiene ganas ni intenciones de volver a Alemania por ahora.
Armin —como en nota a pie de página— nos dice que Enrique necesita estar siempre haciendo algo, que ya a terminado de hacer todos los arreglos de su casa de aquí y que ahora se aburre. Nos cuenta que, además, los vecinos de Rosa y Enrique han adoptado tres perros muy maleducados que pasan los días y la noches ladrando.
Propongo que les regalen unas salchichas envenenadas.
Rosa confiesa que también ella tuvo un perro y que sería incapaz de hacer tal cosa pero que sí ha llegado a acariciar la idea de regalarles unas salchichas con Valium.
Les ruego que no dejen de contármelo si llegan a ejecutar su plan.
16:40
Iván el belga viene a buscarnos porque doña Nati tiene que estar a las cinco en casa de Esperanza para jugar al parchís que en Venezuela, Uruguay, Perú y Argentina llaman ludo.
18:20
Salgo de la iglesia, estoy cruzando el paseo y…
—Father!
El ser humano de quien ha salido el grito se levanta de una mesa de la terraza del JJ y se dirige hacia mí. La mujer que lo acompaña sigue sentada cabe la mesa y me sonríe. Juzgo que no son una amenaza para mi vida o para mi honor y —cambiando de rumbo— encamino mis pasos hacia ellos.
Él, haciendo ese ademán tan caballeroso de quitarse la gorra, se presenta como Antonio, de Irlanda y se inclina ante mí. Me acuerdo de Ambrosio de Spínola, le dedico mi mejor sonrisa y posando mi mano derecha sobre su hombro izquierdo, lo invito a enderezarse y a estrechar mi mano derecha. Sacudimos nuestras manos. Luego me presenta a su amable esposa: Deborah. Ella, como es razón, sigue sentada, cubierta con su pamela, sonriente, espléndida y algo distante.
…
—Os mando como ovejas en medio de lobos.
—Nos devorarán los lobos. ¿No te importa?
—Yo soy el Buen Pastor.
—En tal caso, nada temo.
Las salchichas envenenadas lo mejor.
ResponderEliminarEsa era mi primera opción. 🙂
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