San Miguel de Salinas
sábado, 24 de mayo de 2025
Hoy no llueve. Voy a la iglesia y, después de hacer mis oraciones, me pongo a preparar las primeras comuniones. Hay que preparar los libros, las ofrendas, ocho velas para la renovación de las promesas bautismales, el cáliz, el copón, el lavabo…
Llegan Joan y Laura. Felicito a Laura que terminó ayer —con éxito— sus estudios de literatura inglesa. Vuelvo a la casa abadía y las dejo limpiando la iglesia y recitando a Hopkins:
Glory be to God for dappled things… etc.
11:30
Vuelvo a la iglesia justo cuando llegan Luciana y Martina. Repasamos rápidamente la celebración y salen a la puerta de la iglesia para conducir a los niños hasta los locales parroquiales. Entre tanto, Samael y yo vamos a la sacristía para revestirnos. Un penitente pide confesión, muy bien. Terminada la confesión y despedido el penitente, Samael y yo nos revestimos: él con alba y cíngulo y yo —además— con una estola y una casulla doradas dignas de Eurovisión.
All things counter, original, spare, strange;
Whatever is fickle, freckled (who knows how?)
With swift, slow; sweet, sour; adazzle, dim;
He fathers-forth whose beauty is past change:
Praise him.
En la iglesia las mujeres van y vienen hablando de Miguel Ángel; los niños corretean libre y alegremente; los varones se saludan a la española, con grandes voces; uno sorprende a otro con una fuerte palmada en la espalda y el otro, volviéndose y blasfemando, suelta una gran risotada antes de abrazar al primero; por doquier se han formado corrillos y animadas tertulias…
Algo apenado por tener que interrumpir esa fiesta de amistad, esa hispánica muestra de color y calor popular, salgo al presbiterio para hacer lo que —de ordinario— suele hacer Teresa: poner orden.
—Buenos días— digo con voz de pastorcilla de Fátima.
Nadie me ha oído, crece el tumulto. Un muchacho de unos dieciocho años que está mascando chicle repara en mí, me mira con curiosidad, da un codazo a un compañero mientras hace un globo con el chicle y me señala como diciendo: «Mira, va vestido de artista».
—Buenos días— repito. Pero esta vez lo digo con voz de trueno y con la boca pegada al micrófono.
…
Como con doña Nati, con Roberto y con Óscar.
La visita de Óscar —que llevaba mucho tiempo ausente— alegra harto a su abuela y a su párroco.
A su párroco porque Óscar tendría unos ocho años cuando su párroco llegó aquí y su párroco ve en él como una película de un niño de ojos grandes que hizo su primera comunión y que, acto seguido, empezó a hacer piruetas imposibles con el monopatín en El Paseo y que, en la siguiente escena, estaba haciendo cabriolas aún más arriesgadas con una moto. El párroco recuerda a Óscar, en los años siguientes, escayolado o haciendo méritos para la siguiente escayola pero nunca quejoso o huraño, siempre serio, siempre creciendo. El párroco recuerda que —de pronto— Óscar había crecido tanto que era más alto que él, más alto que sus padres y hermanos, más alto que el campanario de San Miguel… y tan delgado como un junco.
¿Cómo es posible crecer tanto en altura —sin engordar— y no derrumbarse?
El párroco observa a Óscar que está zampándose un pollo mientras conversa con su abuela, con su tío y con el cura de su pueblo.
El cura llega a esta conclusión: Óscar el Flaco, ha de tener raíces. De otro modo no se explica.
…
19:00
Misa en Los Montesinos.
Con homilía y todo.
20:00
Misa en San Miguel.
Con homilía y todo.
21.00
Hablo con Belén. Ha muerto su buen abuelo.
Lo anuncio con el toque de las campanas y con mensajitos en las RR SS.
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