miércoles, 23 de julio de 2025

Diario. Miércoles, 3 de julio de 2025

 San Miguel de Salinas

miércoles, 23 de julio de 2025


4:00

Me despierto. 

Oficio de lectura de la fiesta de Santa Brígida. 

Vuelvo a acostarme. 

6:00

Suena el despertador. 

6:50

Está amaneciendo cuando abro la iglesia. 

7:10

Llego al hospital. La sacristía está abierta e inundada. Una alegre muchacha recoge el agua que cae del aparato de aire acondicionado. 

7:40

Primera misa de la fiesta de santa Brígida. 

9:00

De regreso a San Miguel, me siento para mirar fijamente al sagrario. 

Laudes. 

10:00

Voy a la casa abadía. 

Aviso del tanatorio: ha muerto Julia, la mujer de Joaquín, del JJ. Descanse en paz. El entierro será mañana a las once, si Dios quiere. Lo anuncio en el muro de Fbk. 

10.30

Voy a la iglesia. Laura ha vuelto de Madrid. Charlamos. 

Zvignev, el polaco, entra en la sacristía: 

—Señor —me dice— hay un problema fuera. ¿Puedes salir? 

Estoy enviando un wasap al archidiácono. Termino la operación y, muy intrigado,  acompaño a Zvignev a la puerta. 

Los del ayuntamiento están limpiando la plaza. Zvignev señala hacia la casa de enfrente y me dice: «Ya no problema. Un gorrión no podía volar». 

Luego me sonríe y añade: «Ya no problema». 

11:00

Segunda misa de la fiesta de santa Brígida. 

Doña Nati me da un dinero y me pide un dinero. Tomo el dinero que me da y le doy el dinero que me pide. 

12:00

Voy al despacho. 

Hay que escribir al obispado pidiendo una copia de las cuentas aprobadas. 

Hay que imprimir el acta para un matrimonio que hará el archidiácono. 

Hay que anotar dos defunciones en el libro de Torremendo. 

Mandan las copias del obispado. Hay que enviar una al archidiácono para que la presente en la oficina del banco en Torremendo. Hay que imprimir otra para llevarla al banco de aquí. 

En el banco hay cola pero no importa: hago tiempo trasteando en las RR SS. 

Hay que concertar una fecha para un bautizo. Envío a los padres el formulario que deben rellenar para poder anotar la partida. 

Escribo a Joaquín para darle el pésame. Me contesta: «Gracias, Padre… Se ha ido muy joven… Ya la estoy echando de menos». 

Y es verdad, se ha ido muy joven. ¡Qué pena!

14:06

Voy a comer a casa de doña Nati. 

14:45

Nos despedimos. Visita al Santísimo. 

Me siento en la casa abadía mirando al techo para oír el Cuarteto de cuerda  número 13 de Beethoven.

15:45

Misterios gloriosos. 

16:10

Estudio de los versículos 11 a 53 del capítulo 1 del Primer libro de los Reyes. 

17:00

Voy a la iglesia y me siento para mirar fijamente al sagrario. 

17:45

Recuerdo que no he apuntado el dinero que me ha dado doña Nati ni el dinero que me ha pedido. Lo apunto. Pero, entonces, descubro que no me cuadran las cuentas. Me faltan sesenta y siete dólares y sesenta y nueve centavos. Repaso y repaso, y nada. Lloriqueo, y nada. Lo dejo así esperando alguna iluminación y escribo esto. 

18:30

Vísperas. 

Preparo el funeral de mañana: cirio pascual, comulgatorio, acetre e hisopo, incienso y libros. 

Pido a San Jorge formas grandes y pequeñas y carbón litúrgico. 

Lectura de los Sermones parroquiales de Newman. 

19:19

Voy a la casa abadía, saco la basura y voy a la tienda de Isabel. 

De vuelta a la casa abadía me pregunto: 

—¿Te atreves a hacer una tortilla de patata?

No bien he terminado de preguntármelo y ya estoy sofriendo la cebolla y pelando la patata. ¿Qué veo? ¿Guisantes que sobraron de ayer? ¡A la sartén! ¿Taquitos de jamón? A la sartén. 

Las puntas de espárrago se libran porque el bote está cerrado. 

Bato tres huevos. Dos son de esos que aquí llamamos «camperos» y en Australia llaman «de avestruz». 

He abierto una cerveza belga, roja, con sabor a trigo tostado o a algo así. Tiene un puntito suave y delicado de amargor.

Pelo un tomate, lo parto en cuatro cuartos, le pongo sal, aceite de oliva y unas gotitas de vinagre de Jerez. 

Lo bendigo todo y me lo zampo pensando en el pobre rey Baltasar —aquel macarra— que con toda su gula jamás cató cosa igual. Después, claro: Agimus Tibi gratias… Y a recoger la cocina. 

20:10

Escribo esto. 



21:45

Algo me inquieta. ¿Donde habrán ido a parar los sesenta y siete dólares y sesenta y nueve centavos del descuadre? Abro otra vez las cuentas y, vaya, todo cuadra perfectamente. ¿No sobra nada? Nada. ¿No falta nada? Nada. ¡Oh! Me felicito. 

Voy a la iglesia para rezar completas y cerrarlo todo. Veo con horror que unos cómicos están preparando El Paseo para un espectáculo. ¡Adiós sueño! 

Vuelvo a casa y escribo esto.

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