Domingo 27 de junio de 2021
Ayer, mientras me revestía para la misa de las doce y media, oía la conversación que Teresa mantenía con un joven en el pasillo de la sacristía. El joven quería hablar conmigo y contaba que le habían robado la cartera y que estaba viviendo en la calle con su hijito pequeño. Teresa, con mucha dulzura, le decía cosas como «hijo mío, vamos a hacer todo lo que podamos por ti» o «cariño, lo que cuentas es terrible y don Javier te atenderá después de misa». Como él insistía en ser atendido inmediatamente alegando que venía de parte de la Guardia Civil, Teresa, añadiendo una lógica de hierro a su imperturbable dulzura, le decía: «Perdona que te hable así, corazón, pero aquí no manda la Guardia Civil sino el párroco que en estos momentos se está revistiendo para la misa. Cálmate y, después de la misa don Javier te atenderá con mucho gusto». ¡Mano de santa!
Empezó la misa. Había dos bautizos. Terminó la Misa y el joven no aparecía. Llamé al cuartel de la Guardia Civil de San Miguel de Salinas. Me contestó una voz femenina y amable: «Guardia Civil de Alicante». Me extrañé y dije: «Vaya, estaba llamando al cuartel de San Miguel de Salinas». El ser humano que se expresaba con una voz femenina y amable me dijo que el cuartel de San Miguel cierra los sábados pero que allí -en Alicante- estaban ellos para ayudarme en lo que hiciera falta. Me presenté como cura de San Miguel, le expliqué brevemente lo del joven y lo del robo de la cartera y, con gran profesionalidad, me contestó: «Es imposible que la Guardia Civil de San Miguel esté detrás de esto».
Por la tarde, mientras me revestía para la misa de seis, volví a oír la conversación de Teresa con el joven. Él insistía en hablar conmigo inmediatamente y ella: «Cielo, no puedes exigir que toda esta gente que ha venido a misa se quede ahí esperando por ti». ¡Mano de santa!
Terminó la Misa y pedí al joven que pasara a la salita de la antesacristía. Nos sentamos en las butacas blancas de Ikea que hay allí. Empezó a contarme su historia. No, no tenía ningún hijo y no había denunciado el robo de su cartera. La verdad era que su hermano acababa de fallecer en Asturias y necesitaba urgentemente setenta y cinco euros -75- para viajar hasta allí. Le dije que yo podía: 1. Ofrecer una misa por su hermano. 2. Buscarle y pagarle un alojamiento para pasar la noche. 3. Invitarlo a cenar. 4. Pero que comprar un billete de autobús para Asturias en San Miguel de Salinas un sábado a las siete de la tarde se me antojaba imposible.
Se echó a llorar. Luego se enfureció: «¿Qué quiere usted? ¿Que salga a robar? Usted le ha dado dinero a J y él se lo ha gastado en drogas. Yo pido dinero para enterrar a mi hermano. ¿Quiere usted que me ahorque? Eso es lo que voy a hacer. Voy a colgarme». Me estremecí y recé por él. Se levantó y salió gritando: «Voy a quemar la iglesia». Luego, dirigiéndose a Wilder y a Teresa, volvió a gritar: «¿Qué miráis? Soy nazi y esto no va a acabar así».
Lo vimos alejarse y oímos un gran estrépito. Antes de salir había arrancado de un puñetazo el dispensador de agua bendita que habíamos comprado en Amazon por quince dólares. Wilder recogió piadosamente el agua bendita derramada por el suelo y se comprometió a reparar el destrozo. Teresa me dio diez euros para reparar. Pensé para mí: «Estoy rodeado de santos».
Algo más tarde Teresa me mandó un wasap: «No se ha ahorcado. Al salir de la iglesia ha ido al estanco de Maribel a comprar tabaco». ¡Bendito sea Dios!
...
Hoy ha sido un día más tranquilo.
A eso de las diez y media he vuelto a casa para recoger mi teléfono, que se estaba cargando, antes de salir hacia Los Montesinos para la misa de once y ¡oh!: tenía siete llamadas perdidas.
Resulta que yo había anunciado en Torremendo que la misa de diez la celebraría don Paco. Pero resulta que me equivoqué porque no era este domingo sino el domingo que viene. Así que la congregación de Torremendo se ha quedado sin misa de diez.
He mandado un wasap a la lista de difusión de Torremendo disculpándome por el error y prometiendo que iría a celebrar allí a las ocho de la tarde.
Después de la misa de doce y media, en la que hemos bautizado a Carla, he ido a Torremendo para comer con Armin y Heidy -que vuelven a Suiza la semana que viene- con Walter y con Wilder. Hemos invitado Wilder y yo a escote.
Después de comer hemos ido a la casa parroquial de Torremendo para enseñársela a Walter. Luego Wilder y yo hemos visto otro capítulo de Better Call Saul. Luego he dormitado durante veinte minutos. Luego Wilder y yo hemos ido a Torremendo porque había que celebrar la misa a las ocho. Luego Wilder y yo hemos ido a Rebate donde Wilder empezará a trabajar mañana con contrato y todo. ¡Bendito sea Dios!
Luego me he despedido de Wilder y he vuelto a San Miguel y he rezado un poco y he leído unas cincuenta páginas del Diario en prisión del cardenal Pell. ¡Cuánto bien me está haciendo ese libro!
Lunes 28 de junio de 2021
San Ireneo de Lyón perteneció a la tercera generación de los cristianos. No había conocido a Jesús ni llegó a conocer a los apóstoles pero su maestro, san Policarpo de Esmirna, fue discípulo de san Juan.
Hoy se oye decir que la Iglesia tiene que modernizarse adaptando la doctrina a los tiempos que corren. Pues bien, san Ireneo enseñaba lo contrario. Decía que la Iglesia es un vaso precioso que contiene el depósito de la fe y que el secreto de su juventud está en su fidelidad a la doctrina de Cristo. En Misa hemos pedido la gracia de cooperar a la unidad y a la concordia en la Iglesia.
Han vuelto de Madrid José María Zavala y su amable esposa, Paloma. Precisamente acabo de empezar a leer el último libro de José María: Medjugorje.
Wilder ha vuelto muy contento de su primer día de trabajo con contrato y todo.
Martes 29 de junio de 2021
Esta mañana, mientras celebraba Misa en Torremendo, el joven que amenazó con quemar la iglesia se ha presentado en la parroquia de San Miguel preguntando por mí. Joan le ha dicho que yo no estaba y él le ha dado un paquete de mascarillas para mí. ¿Será un signo de reconciliación? Cuando lo vuelva a ver tendré que agradecerle el regalo.
Por la tarde he celebrado en Los Montesinos. En el balcón del ayuntamiento habían puesto la bandera de los LGTBetc. En la homilía, después de recordar que Jesús hizo columnas de la Iglesia a San Pedro -que lo había negado tres veces- y san Pablo -que lo había perseguido- he comentado que esa bandera no es institucional sino partidista y que representa a un colectivo muy hostil a la Iglesia y que no debería estar allí. Dos piadosos feligreses han abandonado la asamblea. Después de Misa ha entrado en la sacristía un amable joven que se ha presentado como LGTB. Venía a decirme que no son un partido político sino un movimiento. Nos hemos hecho amigos. Detrás de él ha entrado su tío que venía a darme la razón y las gracias. Nos hemos hecho amigos. ¡Bendito sea Dios!
Miércoles 30 de junio de 2021
Irene Montero ha presentado un anteproyecto de ley según el cual «Toda persona tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género libremente manifestada, sin la necesidad de prueba médica». A partir de los 16 años cualquiera podrá solicitar la rectificación registral de la mención relativa al sexo.
Jueves 1 de julio de 2021
Empiezo a leer el Diario de la guerra del cerdo, de Bioy Casares.
Viernes 2 de julio de 2021
Termino el Diario de la guerra del cerdo. En Buenos Aires las pandillas de jóvenes matan a los viejos. Los tiran por las gradas del estadio de fútbol, los apalean en un callejón o los arrojan a las hogueras de san Pedro y san Pablo.
«A los viejos no hay cómo defenderlos. Únicamente con argumentos sensibleros: lo que hicieron por nosotros, ellos también tienen un corazón y sufren, etcétera».
Lo razonable, lo que se espera —reflexionó—, es que uno se deje vejar. Sie es viejo, se entiende».
«En un futuro próximo, si el régimen democrático se mantiene, el viejo es el amo. Por simple matemática, entiéndame. Mayoría de votos».
Sábado 3 de julio de 2021
Celebramos en La Torre las bodas de oro de Margarita y Enrique. Luego Wilder me invita a comer en un maravilloso restaurante colombiano. Tomamos un chicharrón, que trae su arepita y su patacón, y una empanada con salsa de ají ligeramente picante. De postre pido un agüita de panela deliciosa.