viernes, 10 de diciembre de 2021

Peregrino (3)

 Sábado 4 de diciembre de 2021

Considera Rosales en Teoría de la libertad que no podemos conocernos sino eligiéndonos y que  esa elección de sí mismos es un acto de fe que presupone una llamada o vocación. Y añade:

«Es preciso conocer su lenguaje y haber estado en vela, noches y noches, ante la puerta de nuestro corazón, para poder oír. Pero nadie está en vela. Nos fue anunciada esta flaqueza por el Señor y no escuchamos sus palabras: ¿Piensas que cuando venga el Hijo de la Virgen hallará fe en la tierra? (...) Nunca estamos en vela. Nunca estamos inmediatos y disponibles para atender a la llamada de la verdad». 

¿Será esta peregrinación, que hoy comienza, el momento de entrever el camino? 

...

El sábado 4 de diciembre comenzó nuestra peregrinación. 

Éramos quince peregrinos, dos familias. Salíamos en distintos coches y de distintas partes de Madrid. Teníamos que encontrarnos en el santuario de Nuestra Señora de Arántzazu y allí nos encontramos, nos saludamos y nos dispersamos. 

La basílica de Sáez de Oíza tiene un exterior duro, rocoso, con sus torres grises y su almohadillado espinoso. Para entrar en ella, además, al contrario de lo que pasa con tantos templos a los que se accede subiendo una escalinata, hay que descender. Al cruzar las puertas de Chillida, el peregrino encuentra, maravilla, la imagen de la iglesia mística que es infinitamente mayor por dentro que por fuera. La maravilla de una luz que no hiere, sin artificio. 

Recorrí la iglesia despacito. Luego, mientras un mi hermano hacía fotos, me senté en silencio. Me sentía cómodo en aquel lugar, desierto y apacible, presidido por la figura, diminuta, y la presencia maternal de la Señora. 

Antes de dar por terminada nuestra visita, nos reunimos los Quince para cantar la Salve. Las nubes del cielo se removieron y la luz del sol entró por las vidrieras de fray Javier Álvarez de Eulate. 

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