El viernes, día 3 de diciembre, solemnidad de san Francisco Javier, después de Misa, doña Nati me entregó un convoluto que había recibido en su casa para mí. Lo abrí y hallé un libro de Luis Rosales titulado «Teoría de la libertad», prologado por don Ricardo Calleja y editado por don Álvaro Pettit en su neonata editorial «Frontera». Salí pitando para Alicante porque a las 15:50 tenía que coger el AVE a Madrid. A la hora prevista el AVE y yo salimos para Madrid. Cuando llegamos a Cuenca yo iba por la página 81 donde dice Rosales:
«Descansar para llorar, dicen allá en mi tierra. En efecto, al llegar a este punto notamos que se desmorona un poco la certidumbre que veníamos buscando. La realización de las posibles libertades no nos da la menor certidumbre de que vivamos desde la libertad».
La estación de Cuenca lleva el nombre de Zóbel, que es muy querido para mí.
Si usted, amable lector, arde en deseos de saber qué pasó luego a este peregrino, habrá de tener un poco de paciencia porque, de lo que pasó luego, dará cuenta mañana, si Dios quiere, este peregrino.
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Es usted muy amable. No lo olvide.