De 8:00 a 10:30 paseo con el cura del Pilar de la Horadada por la sierra de los Alcores. Vemos un águila y muchas setas amarillas y grandes ¿Cómo de grandes? Pues no sé: como dos puños.
Me cuenta qué fue lo que más le impresionó de una visita al zoo hace unos quince años: 1. La huella de un tigre. 2. El brazo enorme de un gorila y un letrero que prohibía mirar fijamente a los gorilas porque, al parecer, eso los exaspera no poco. 3. ¿Qué era lo tercero? ¡Ah, sí! El rugido de los leones.
Yo le he he destripado dos películas que he visto últimamente: La odisea de los giles y Operación final protagonizada por Ben Kingsley. Y le he hablado del libro que acabo de terminar y que es lo mejor que he leído hasta ahora durante este año: El progreso del peregrino, de John Bunyan (1628-1688).
A las doce Misa. Memoria de San Alberto Magno (1200-1280). En Padua, donde lo enviaron a estudiar las artes liberales, conoció a los dominicos y tomó su hábito. Eran los años de la fundación de las universidades de Cambridge y de Salamanca.
De 15:00 a 18:00 despacho parroquial. Pongo al día las cuentas de la parroquia de Nuestra Señora de Monserrate y las del cementerio. Me llaman por teléfono: 1. Armin. 2. Otra vez Armin. 3. Mi hermana María. 4. Gloria, de Torremendo.
A las 18:00 llevo la comunión a Paco y rezamos el rosario en su casa que está muy calentita, lo que me lleva a recordar que tengo que encontrar algún radiador de bajo consumo para la casa parroquial.
A las 19:15, después de hacer unas compras, cierro la iglesia, me pongo a escribir esto y me dispongo a leer cincuenta páginas de El infinito en un junco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Es usted muy amable. No lo olvide.