domingo, 13 de septiembre de 2020

El perdón de las ofensas

domingo, 13 de septiembre de 2020
Domingo vigésimo cuarto del Tiempo ordinario

El verdadero discípulo de Cristo lleva siempre en el corazón la memoria del amor de Dios. El apóstol san Juan repetía cuando ya era un anciano: «Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios pues ¡los somos!». El recuerdo constante de ese amor es el secreto de la alegría del cristiano y de la confianza con la que acude una y otra vez a la misericordia infinita de Dios no diciendo «ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo» sino «ten misericordia de mí, que soy un pecador». 
Esta memoria del amor de Dios que nos ha hecho hijos suyos es el verdadero tesoro del cristiano pero el diablo trata de arrebatarlo procurando traer al corazón el recuerdo de las ofensas que hemos recibido para quitarnos la alegría y llenarnos de rencor. 
Por eso las ofensas que recibimos pueden ser la ocasión de purificar la memoria si nos llevan a recordar nuestras propias faltas y el amor de Dios que tantas veces nos ha perdonado.
Cuentan que unos ladrones llamaron a la puerta del convento de san Francisco pidiendo pan. El portero los reconoció y los despidió con mal humor. Cuando llegó san Francisco y se lo contaron mandó al portero que saliera a buscarlos, que les llevara alimentos, les pidiera perdón y los exhortara a cambiar de vida. Mientras el portero cumplía su encargo san Francisco rezaba por todos ellos y así consiguió que entraran en la Orden e hicieran penitencia. 
San Juan de la Cruz sufrió maltratos de sus propios hermanos religiosos que llegaron a encerrarlo durante casi nueve meses. Jamás se quejó ni habló mal de ellos. A una religiosa que le escribió lamentándose por esa crueldad le contestó que Dios dispone todo para nuestro bien: «No piense en otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y donde no hay amor ponga amor y sacará amor». 
En fin, siguiendo el ejemplo de Jesús, que murió perdonando, los santos han escrito con sus vidas los mejores comentarios a este mandato que Él nos dio: que perdonemos de corazón al hermano. 
A la Madre de la Misericordia pedimos la gracia de traer siempre en el corazón el recuerdo de la Misericordia de Dios. 


Sunday, September 13th, 2020
Twenty-fourth Sunday in Ordinary Time

The true disciple of Christ always carries in his heart the memory of God's love. The apostle Saint John used to repeat when he was already an old man: "See what love the Father has had for us to call us children of God, because we are!" The constant remembrance of that love is the secret of the Christian's joy and the confidence with which he turns again and again to the infinite mercy of God, not to say "be patient with me and I will pay you everything" but rather "have mercy on me, that I am a sinner."
This memory of the love of God that has made us his children is the true treasure of the Christian but the devil works to snatch it, trying to bring to our hearts the memory of the offenses we have received in order to take away our joy and fill us with resentment.
For this reason, the offenses we receive can be the occasion to purify our memory if they lead us to remember our own faults and the love of God that has so many times forgiven us.
They say that some thieves knocked on the door of the convent of San Francisco asking for bread. The doorman recognized them and dismissed them in a bad mood. When Saint Francis arrived and knew it, he sent the doorman to go out and look for them, to bring them food, ask for their forgiveness and exhort them to change their lives. While the porter fulfilled his commission, Saint Francis prayed for all of them and thus got them to enter the Order and do penance.
San Juan de la Cruz suffered mistreatment from his own religious brothers who even locked him up for almost nine months. He never complained or spoke ill of them. To a nun who wrote to him lamenting over this cruelty, he replied that God arranges everything for our good: "Don't think of anything else but that God orders everything. And where there is no love put love and you will get love."
Finally, following the example of Jesus who died forgiving, the saints have written with their lives the best comments on this command of Jesus: that we forgive our brother from our hearts.
We ask the Mother of Mercy for the grace to bring always in our hearts the memory of God's Mercy.

4 comentarios:

  1. Gracias, Don Javier. Precioso y sabio comentario.

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  2. Gracias a usted. ¿Querrá rezar por mí?

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  3. Para meditar:«No piense en otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y donde no hay amor ponga amor y sacará amor»

    "Porque así habla el Señor,el Santo de Israel:

    En la conversión y en la calma
    está la salvación de ustedes;
    en la serenidad y la confianza
    está su fuerza."

    'Esto es' jjj Isaías 30,15, abrazos fraternos

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Es usted muy amable. No lo olvide.