martes, 23 de diciembre de 2025

Diario. Martes, 23 de diciembre de 2025

 San Miguel de Salinas

martes, 23 de diciembre de 2025


10:00

Como no ha venido Joan, me dispongo a preparar el altar. 

Hay que retirar el cubremantel, doblarlo cuidadosamente y colocarlo en la credencia de la izquierda. 

Hay que sacar el lavabo con el manutergio y colocarlo todo en la credencia de la derecha. 

Hay que poner, en la esquina derecha del altar, el cáliz cubierto con un velo morado y las vinajeras. 

Estoy en ello cuando llega un solicitante navideño. Viene todos los años por estas fechas vendiendo calcetines y, si no le compro calcetines, se irrita. 

—Bueno días, padre. Traigo aquí unos calcetines muy baratos. 

—Buenos días. No, gracias, no necesito nada. 

—Por lo menos podría ayudarme con algo, que tengo que dar de comer a mis hijos. 

El solicitante navideño vive en Bigastro. Tiene allí una casa estupenda con una televisión gigante a más de varios coches y una fragoneta

Yo, dando el primer toque de misa y encendiendo una vela a cada lado del sagrario:

—Ahora estoy ocupado. 

—Anda que no te gusta el dinero, ¿eh? Ya he visto que has puesto un cerdito en el belén de ahí fuera para que dejen donativos. Me han dicho: «ve a la iglesia, que el cura pide mucho». 

Me da la risa. 

Se da la vuelta y sale de la sacristía maldiciendo.

Al cabo de un rato vuelve. 

—No te llamo «padre» porque soy evangélico, de la Iglesia de Filadelfia. Te llamo «hermano». He estado preguntando por ahí y me han dicho que en el pueblo no te quieren, que no te portas bien y que le das al vino. ¿Es eso verdad?

—Es todo exactamente como te lo han contado. 

—Pues te hablo como hermano porque Dios te va a juzgar y, si no te arrepientes, irás al infierno. Y es de mala educación estar mirando el teléfono mientras te hablan. 

Y yo, mandando un tuit: 

—Reza por mí, hermano. 

Se da la vuelta y sale de iglesia maldiciendo. 

¿A quién se parece? ¿A quién me recuerda este amable solicitante navideño que me visita cada año?

De pronto, zas, lo veo: es clavado a Pérez Reverte. 

Doy el segundo toque y empiezo a revestirme. 

Llega Zvignev, el polaco, y se ofrece para encender las velas del altar y la corona de Adviento. Se lo agradezco horrores. Lo hace muy bien:

Coge el mechero-apagavelas y lo enciende en una de las velas del sagrario. Luego apaga las velas del sagrario haciendo una genuflexión polaca cada vez que pasa ante el Cristo Rey. Con la llama encendida se dirige hacia el altar y, antes de encender las velas del altar, hace una inclinación profundamente polaca ante el altar. 

Yo no solamente doy crédito a mis ojos sino que alabo a Dios que nos ha regalado a los polacos. 


No quiero ser prolijo:


1. Celebro la misa.

2. Recojo todo.

3. Rezo el Ángelus. 

4. Voy a cobrar el premio de la lotería: doscientos cuarenta euros. 

5. Voy a Los Montesinos para solicitar al Banco de Sabadell que me defienda de unos timadores. 

6. Vuelvo a tiempo para comer en casa de doña Nati. 


¿Y la tarde? No quiero ser prolijo:

1. Visita al Santísimo.

2. Sesión de Brahams: Op 61 y 62.

3. Rosarios y otras preces y oraciones. 

4. Lecturas.

5. Cita con Ana Isabel y Wilder. 

6. Con ellos, visita a Los Montesinos. Hay allí un supermercado que ellos conocen. Allí hacemos la compra para la comida de Navidad con los curas. 


Ana Isabel y Wilder me cuentan que ayer tuvieron que llevar a Camila a urgencias por esa tos tan fea que empezaba a ahogarla y hacerla llorar. 

Me cuentan que es para maravillarse lo bien que tratan a los niños en el hospital de Los balcones

Ana Isabel y Wilder me dejan en la puerta de la iglesia. Nos despedimos. Cierro la iglesia dando gracias a Dios por esa especie de milagro que une a Ana Isabel y a Wilder con sus niñas y a todos ellos con el cura que no carece de nada. 

1 comentario:

  1. Feliz Navidad, Don Javier (Lo del de la fergoneta recordándole a Vd Pérez Reverte ha tenido gracia 🤣)

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Es usted muy amable. No lo olvide.