San Miguel de Salinas
viernes, 12 de diciembre de 2025
6:45
Abro la iglesia y enciendo las luces.
Un coche de la Policía Local bloquea la puerta del garaje. Voy a la panadería, etc.
7:10
Llego a la capilla del hospital con tiempo para preparar la misa, rezar el oficio de lectura y las laudes y atender a un penitente. Muy bien.
7:40
Primera misa de la Virgen de Guadalupe.
9:00
De vuelta a San Miguel me siento ante el sagrario con La sabiduría de los salmos.
9:40
Me informan de que el día 9, en mi ausencia, entregaron en el bar de la esquina de la Plaza de San Miguel un convoluto con una botella de ron Zacapa.
En San Miguel no hay ninguna plaza de San Miguel y en ninguna de las esquinas de la Plaza de la Libertad hay un bar. Pregunto en el Collie y nada. Pregunto en el JJ y nada.
Voy a la casa abadía para poner una lavadora, luego voy a la iglesia y me siento en el confesonario para rezar, leer y esperar.
11:00
Segunda misa de la Virgen de Guadalupe.
11:40
Había quedado a las doce con Denis Van Der H. Como ha venido a misa, adelantamos la cita y terminamos a las doce.
Había quedado a las doce y media con Mari Cruz. Como ha llegado a las once menos cuarto, adelantamos la cita y terminamos a las doce y media.
Correo de la administración del cementerio: que tenemos que vernos la semana que viene. Fijamos la reunión para el martes a las doce.
Cierro las cuentas del cementerio.
Tiendo la ropa.
Organizo toda la cartelería fina que ha llegado por correo y lleno una bolsa de papel con papeles para reciclar.
13:45
Llevo la cartelería fina a la iglesia, tiro el papel al contenedor de cartones y papeles y voy a comer a casa de doña Nati que está con Eva.
Charlamos. Hago público mi renovado propósito de caminar más. Alguien ha filtrado a la prensa local que mi promedio de pasos es de 4.700 al día. Eva dice y dice que todo lo que esté por debajo de 7.000 pasos diarios es pecado. Eva se va pero, antes, anuncia que ha empezado a llover.
15:00
Me despido de doña Nati. La dejo preparando algo de comer para Zakarías.
Visita al Santísimo.
Luego, en la casa abadía, sesión de Brahms: Op 53.
15:45
Recojo y guardo la ropa que ya se ha secado.
16:00
Voy a la iglesia para rezar el rosario caminando por (delante de) los altares laterales.
17:00
Me siento en el confesonario para leer, estudiar, rezar y esperar.
18:00
Zakarías me informa de que la puerta del garaje está abierta. Salgo del confesonario, cierro la puerta del garaje y vuelvo al confesonario.
19:00
Voy a Masymas. Mi doña Aurora Pimentel me ha hecho caer en la cuenta de que se escribe así, tojunto. ¡Gracias!
Cuando vuelvo, encuentro a Mari Ángeles rezando la coronilla. Charlamos un poco. Le revelo mi propósito de celebrar la misa Rorate el último sábado de Adviento y se alegra no poco.
Encargo a San Jorge tres cajas de velones: ciento ocho velones para la misa Rorate. Muy bien.
Luego voy a la casa abadía para terminar de recoger y guardar la ropa, para preparar una crema de espárragos y para cenar.
Algún niño de la vecindad está dando sus primeros pasos con la flauta dulce y anda ejercitándose con las Variaciones sobre una canción francesa de Mozart. Interrumpo una charla de Quintana Paz que estoy oyendo en YouTube, para prestar atención a ese fenómeno maravilloso que se produce solamente en los hogares cuando uno está cocinando o estudiando o conciliando el sueño y, desde algún lugar de la casa, le llegan las siete notas —
Do Do Sol Sol La La Sol
— repetidas una y mil veces.
Luego recojo, lavo y guardo los corotos, y me siento para leer el Romancero viejo con el espíritu juguetón, desenfadado y ligero de quien —avezado en el estudio de las Artes Liberales— sabe que el júbilo —si uno sabe esperar— no se hará esperar.
Del romance 38 —Seducción de la Cava— al 71 —Romance de don Tristán— se extiende la secta de los «romances histórico épicos» que son los que nos cantan cosas que han pasado en el mundo: traiciones, raptos, venganzas, arrebatos y eso.
Cierro el libro y los ojos. En mi imaginación hay un bullir de caballeros cristianos y un rebullir de moros. Un ermitaño impone penitencia a don Rodrigo. De pronto —zas— en mi mente entra la imagen —no me preguntes cómo— de la Virgen de Guadalupe y cesa el bullir y el rebullir de caballeros porque todos los bulliciosos contendientes quedan como pasmados o deslumbrados y caen de rodillas ante la Señora.
(Amable cardenal Inquisidor:
No he dicho que Ella sea Corredentora pero digo y digo que, cuando toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra ante el único Redentor de los hombres, Nuestro Señor Jesucristo, junto a Él y sostenida por Él, estará de pie —como estuvo junto a la Cruz— Nuestra Señora, la Virgen María. Estará junto a Él de tal modo y manera que no podrá doblar la rodilla ante Él quien se niegue a doblegar sus prejuicios ante Ella. Algunos tontos se escandalizarán como siempre: ¡idolatría, idolatría!. Y se quedarán así, escandalizados, para siempre. Otros tontos —entre los que espero encontrarme— se pasmarán ante la semejanza del Hijo que hallan en la Madre y ante la semejanza del Padre que hallan en el Hijo. Y se quedarán así, pasmados, para siempre viendo a Dios cara a cara del único modo en que tal cosa es dable a los hombres. A saber: contemplando los rostros de Cristo y de su Madre Santísima como los contempló san José. He dicho).
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