domingo, 22 de marzo de 2020

Tercera homilía en una iglesia vacía

III Domingo de Cuaresma. Laetare.
22 de marzo de 2020


Si pregunto «¡Niños de la catequesis! ¿Dónde estáis?» Me vais a decir: «¡Estamos en casa por el coronavirus!».

Los que estáis siguiendo la Misa en la tele de San Miguel veréis que la iglesia está vacía y que el sacerdote va vestido de color rosa. 
¿Por qué está vacía la iglesia? La iglesia está vacía por el coronavirus.
¿Por qué el sacerdote va vestido de color rosa? El sacerdote va vestido de rosa,y el cáliz está cubierto con un velo rosa y hay flores rosas —orquídeas— en el altar porque hoy es el domingo laetare, el domingo alégrate.

Esto dice hoy Jesús a su Iglesia: «Laetare. Alégrate. No estés triste por el coronavirus ni por nada». Y hoy tenemos que recordar y repetir esta palabra de Jesús y hacerle eco en nuestros corazones: Laetare, laetare; ¡alégrate! Laetitia, ¡alegría!

En la puerta de la iglesia ha florecido una rosa estupenda. Si nosotros escuchamos a Jesús, que hoy nos dice «alégrate», el Espíritu Santo vendrá sobre nosotros y nos ungirá, como al joven David, con el óleo de la alegría.  Nos vamos a alegrar de verdad —más que la rosa que ha florecido en la puerta de la iglesia— con toda la Iglesia y con todos los sacerdotes que hoy van vestidos de color rosa. 
Y vamos a alegrar a todos con la alegría de la Virgen María que es la rosa más bonita y más alegre que ha habido en el mundo. San José la vio, se enamoró de ella y se convirtió en el guardián de la alegría. 

San José, guardián de nuestra alegría: ruega por nosotros. Santa María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.

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