martes, 31 de marzo de 2020

Décima segunda homilía en una iglesia vacía

martes, 31 de marzo de 2020
Martes de la V semana de Cuaresma

El martes es un día especialmente dedicado a los ángeles. La Iglesia nos enseña que el ángel custodio es el que Dios da a cada uno para que nos guarde en la tierra y nos guíe hasta el Cielo. Son servidores de Dios y amigos y aliados de los hombres. Podemos acudir a su intercesión y pedirles que nos ayuden en nuestras dificultades y nos allanen el camino. 
Y estamos en la Semana de Pasión. Como es tradiconal, hemos velado la imágenes. La Cruz, que será expuesta el Viernes Santo para la adoración, está cubierta. 
De ella nos hablan las lecturas de hoy. Y nos enseñan a mirarla como lo que es: un signo de salvación y de esperanza. «Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo. ¡Venid a adorarla!».
La Cruz es signo del amor fiel de Dios y también —como nos dijo el Papa hace unos días— de ese poder de Dios que transforma todas las cosas, incluso las que nos parecen malas, en buenas para nosotros.
Conforme se acerca la Semana Santa nos disponemos a seguir a Jesús, a acompañarlo en la conmemoración de su Pasión con el propósito de no abandonarlo. Quiera Dios que, cuando llegue también para nosotros la hora del dolor, estemos firmes mirando al que murió por nosotros. 
Madre Dolorosa, también a ti queremos acompañarte hacia la Cruz para aprender de ti lecciones de fidelidad y de fortaeza en la prueba. 

Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

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