San Miguel de Salinas
martes, 1 de abril de 2025
April Come She Will. Empieza el segundo trimestre de este año que corre que se las pela.
Bernardo se acerca a comulgar en la misa de once. He dado la comunión al último de la fila y, justo entonces, enfila él el pasillo central. Lo espero con el Santísimo en las manos. Viene sonriendo y trazando en el aire la señal de la Cruz repetidas veces con su mano derecha. No cabe duda: me está bendiciendo. Se lo agradezco.
Don Alfredo, mi indigno predecesor en la parroquia, ha venido hoy a comer con Gracia y José María a casa de doña Nati. Tras los postres, se va con Raúl que va a abrir la peluquería solamente para él. Aprovechamos para criticarlo.
En el Rosario hay que encomendar a Bruno que se confirma hoy.
Tomo de Steinhardt un aviso muy interesante para la Cuaresma.
Hay una tentación que viene de la parte del vicio y del mal pero hay otra que viene de la parte de la virtud y del deseo de perfección. Por allí vienen la devoción satisfecha de sí misma, el bien impuesto a la fuerza, la literatura ejemplar empalagosa, la moralidad condenatoria…
Durante la oración de la tarde me distrae la imagen de San José que sigue en el presbiterio —cabe el ambón— rodeada de calas blanquísimas y fresquísimas.
Terminaron los siete domingos, llegó la fiesta, pasó la fiesta y pensé: «¿por qué no dejarla ahí hasta el final de marzo?». Ha acabado marzo y allí sigue. Y creo que la dejaré ahí mientras sigan llegando las calas del huerto de Josefa.
A las 21:30 o así, cierro la iglesia y vuelvo a la casa abadía para escribir esto. La madre de Bruno me ha dejado un mensaje: «Qué emocionante. Ha confirmado don Juan Pedro, de la Vicaría I. Una homilía preciosa».
Con el mensaje viene una foto de la Virgen del Recuerdo, patrona de la parroquia madrileña donde Bruno ha sido confirmado. La Virgen lleva en sus brazos al Bebé Jesús que, lanza en ristre, hiere al diablo.
La imagen me gusta pero me gusta aún más el comentario lacónico de la madre de Bruno: «Así aprenden desde pequeños».