domingo, 16 de marzo de 2025

Diario. Sábado, 15 de marzo de de 2025

 San Miguel de Salinas

sábado, 15 de marzo de 2025


23:45

Llego muy soñoliento a la casa abadía. No me siento capaz de escribir un diario en plan prolijo pero tampoco quiero dejar de anotar lo que de memorable ha acontecido en las últimas cinco horas y piquito. 


A las seis de la tarde empezaba, puntualmente, la misa de víspera. 

Al terminar, Teresa ha salido a la puerta para repartir los sobres de la colecta del seminario y ha vuelto a la sacristía haciéndose cruces  y bendiciendo a Dios porque los franceses le han dado cien dólares. Me felicito y bendigo a los franceses. 


Eran las siete o así cuando, estando ya la iglesia sosegada, me he puesto a preparar el altarcito para san José delante del ambón. 

Estaba poniendo las flores frescas que ha traído José —calas maravillosas del huerto de su madre— cuando la Dama Triste se me ha acercado y me ha preguntado: «¿A qué hora es la misa?». 

Me ha apenado tener que decir que la misa ya había terminado. La Dama Triste viene de Murcia pero, al notar mi pena, me ha consolado: «No se preocupe, ya he estado en misa esta mañana». 

Luego me ha pedido permiso para hacerme algunas preguntas y yo le he pedido permiso para seguir preparando el altarcito de san José  mientras ella preguntaba. 

Hemos pasado así casi una hora: yo preparando el altarcito de san José en silencio y la Dama Triste haciendo preguntas maravillosas acerca de la Transfiguración, acerca de la Eucaristía y acerca del aspecto que tendrán nuestros cuerpos después de la resurrección. 


Eran exactamente las ocho menos diez cuando me he despedido de la Dama Triste y he ido a Más y Más. Allí he comprado unas galletas danesas y unas trufas. 

Eran exactamente las ocho y cinco cuando, con cinco minutos de retraso, llegaba yo a la casa de Ana Isabel y Wilder. Me abría la puerta Camila. Nos besábamos tiernamente, yo le entregaba las galletas danesas y las trufas, ella se las daba a su madre y Wilder salía de la cocina para estrechar mis manos y darme la bienvenida. 

Wilder estaba preparando una pizza tropical. Ya había amasado la harina de almendra con el huevo y andaba dándole al rodillo para extender la masa sobre el papel de horno. Y, mientras él laburaba, yo hacía preguntas. 

A ver, amable Wilder: ¿cómo va el trabajo? A ver, Camila: ¿cómo va el cole? A ver, mi doña Ana Isabel: ¿cómo van las clases de inglés en el ayuntamiento? 

Da gusto oír sus repuestas. Wilder está contento con su trabajo. A Camila le han dicho en el cole que es una alumna excelente. Mi doña Isabel anda a vueltas con las question tags y nos cuenta un minicuento verídico: 

«Se me acercó un extranjero y me pregunto en inglés por el ayuntamiento. Le dije, en inglés, que el ayuntamiento estaba a la izquierda después del semáforo y él me dijo Thank you . ¡Qué alegría me dio hablar inglés!». 


A eso de las diez me despido de Ana Isabel, de Wilder y de Camila. 

De vuelta a la casa abadía me encuentro en la calle con Luciana que va de vuelta a su casa. Nos besamos tiernamente muac muac y todo eso. 


A eso de las diez y cuarto me pongo a rezar completas en la iglesia.  Luego, mira, cuando voy a cerrar la iglesia, me abordan dos seres humanos —hombre uno, mujer otra— que preguntan, en inglés, algo así como que a qué hora es el oficio del domingo. 

Tras una larga y amable tertulia colijo que se han criado en la Iglesia de Inglaterra pero que no vienen a jugar al golf sino a buscar a Dios. Les doy la bienvenida y los animo a venir mañana a la misa de once.

Pero mañana ya es hoy.

viernes, 14 de marzo de 2025

Diario. Viernes, 14 de marzo de 2025

 San Miguel de Salinas

viernes, 14 de marzo de 2025


7:00

Abro la iglesia y salgo para el hospital. 

El cielo está nublo: hoy no hay amanecer. 

7:25

Preparo el altar. 

7:43

La misa empieza con tres minutos de retraso sin que nadie sepa por qué. 

8:20

Voy a la UCI con María José, María y Miguel Jr. 

8:40

Oficio de lectura y laudes.

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

9:35

Vuelvo a San Miguel pasando por la azotea del hospital. 

10:00

Llego al mismo tiempo que Anne y Joan. Voy al confesonario con El diario de la felicidad. 

Tercia. 

11:00

Segunda Misa.

Al terminar, ruego a Joan que retire el mantel que pusimos ayer porque tiene dos manchas grandes y una mancha pequeña. Voy a la casa abadía y vuelvo con el mantel que lavé ayer. Lo colocamos en el altar y, tras una cuidadosa inspección, convenimos en que está limpio. 

El lampadario del Cristo yacente hace guiños raros. Lo desenchufo y lo vuelvo a enchufar. Ya no hace guiños raros. Me felicito. 

Llevo el mantel del altar a la casa abadía y pongo una lavadora solo para él. 

Ángelus. 

Tengo un montón de mensajes. El holandés que no parece holandés me pide que revise el número de cuenta que le di. Lo reviso y veo que, en efecto, hay un 3 que debería ser un 6. 

Pongo en el muro de Fbk de la parroquia el programa De par en par. 

Hay que limpiar la casa abadía. Me pongo mi bata de trabajo. 

13:20

Me quito la bata de trabajo y me aseo un poco. 

Lectura de El Señor, de Guardini. 

Lectura del Evangelio. 

Leo la parte de Dilexit nos que tengo que comentar dentro de quince días. 

14:00

Como en casa de doña Nati. Samira sigue de Ramadán. 

14:45

Visita al Santísimo.

Me siento en la casa abadía para ver el programa de Jano García. 

15:45

Misterios dolorosos. Empieza a llover pero, como estoy en la casa abadía, no me mojo. Muy bien. 

16:15

Veo el correo. Leo el NODI. Veo el programa diocesano De par en par.  

17:00

Voy a la iglesia. Sigue lloviendo. Se me mojan un poco los zapatos. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

17:45

Vuelvo a la casa abadía. Tengo un montón de mensajes. 

Doy el pésame a don JA por la muerte de su madre. Pablo me pregunta que si he visto el tornado que ha habido en Torremendo. No he visto nada, primera noticia. Sigue lloviendo y tronando. Muy bien. 

Me tomo un vaso de leche sin azúcar y una galleta. 

Tiendo el mantel del altar en la mesa del comedor y pongo otra lavadora. 

18:15

Historia de la iglesia en la España contemporánea. 

Ya estamos en los años cincuenta. Se ha fundado la revista Arbor que recuerdo haber empezado a leer allá por 1979. 

19:00

Voy a Más y Más. Sigue lloviendo. 

19:30

Vuelvo y me preparo una cena ligera. Sigue lloviendo. Pongo en Safari «Tornado en Torremendo» y veo unas imágenes del vendaval que arranca placas solares y eso. 

20:00

Via Crucis en la iglesia. Somos cinco. Es porque está lloviendo. 

Después del Via Crucis hablamos de la lluvia y del tornado en Torremendo. Teresa se despide, Zvignev, Manola y Delia suben al coro porque va a haber ensayo y yo me pongo a rezar vísperas. 

20:45

Me despido y vuelvo a la casa abadía para escribir esto.

jueves, 13 de marzo de 2025

Diario. Jueves, 13 de marzo de 2025

 San Miguel de Salinas

jueves, 13 de marzo de 2025


8:30

Oficio de lectura y laudes. 

Como dijo anoche el arcipreste, citándome, en su fervorín: toca mirar fijamente al sagrario. 

9:30

Voy a la farmacia para comprar pastillas amarillas pequeñas contra  la artritis y Ricolas contra la tos. Vuelvo a la iglesia. 

Llegan Anne y Joan. Ponemos un mantel limpio en el altar, me llevo el sucio a la casa abadía y pongo una lavadora solo para él. 

De vuelta a la iglesia oigo la voz de Bernardo como de ultratumba: —San Francisco Javier, dame la comunión. 

—Si vienes a misa te daré la comunión. 

—No, ahora. 

—Ahora no puedo.

—¿Ahora no puedes?

(Se va)

10:00

Me siento en el confesonario. Llega Bernardo: 

—¿Falta mucho para la Misa? 

— Falta una hora. 

—¿Una hora?

Se va. El confesonario queda oliendo a tabaco. Lo perfumo con Dipttyque y queda oliendo a jasmine. 

Un penitente. Muy bien. 

10:30

Comienza la exposición del Santísimo con Andrés al órgano. 

11:00

Misa. 

Dominus vobiscum.

Et cum spiritu tuo.

Sursum corda. 

Habemus ad Dominus.

Gratias agamus Domino Deo nostro. 

Dignum et iustum est. 

Inicio el prefacio cantado en latín. Andrés se hace un lío y me quedo solo. No importa. 

Al terminar la misa, en la sacristía, ensayo el canto del prefacio con Joan y con Andrés. Muy bien. 

12:00

Salgo para la Lloseta. 

14:00

Salgo para Torrellano. 

14:45

Salgo para San Miguel. 

15.45

Visita al Santísimo en San Miguel. 

Mando a Jesús una foto de un marco del siglo XVIII y una pregunta. ¿Podrías hacerme uno igual? 

Jesús me llama enseguida. Charlamos amigablemente. Sí, me lo va a hacer. Si le mando las medidas puede empezar a trabajar hoy mismo. Me felicito. 

Hago una foto de cuadro que quiero enmarcar. Es una reproducción en tela de un san Vicente Ferrer del Museo del Prado. Lo mido y mando la foto y las medidas a Jesús. 

Mando un mensaje a Antonio B. ¿Hay algún progreso en el sagrario que le mandé hace dos o tres años para restaurar? Me contesta enseguida. Que sí, que progresa adecuada aunque lentamente porque ahora está trabajando fuera del taller. Me felicito. 

Mensaje de A. Que le dan el alta y que puede volver a casa. La felicito. 

Mensaje de Rocío desde Oxford. Que, como el día de san José es mi aniversario de ordenación, los sobrinos han decidido —qué amables— hacer una colecta y mandármela. Que si le puedo dar un número de cuenta. Le mando el número de cuenta de la parroquia y pienso para mí: «Oh, ya tengo para pagar el marco al carpintero». 

Escribo a BZ y le mando una foto del marco. Le explico que un carpintero amigo me va a hacer una copia. ¿Podría ella, cuando esté hecho, pintarlo y dorarlo según el modelo? ¡Qué emoción!

Termino de recoger la sacristía y me siento ante el sagrario para rezar un poco. 

Cuando termino observo que hay un hombre y una mujer sentados en un banco. Él me pregunta en inglés que si soy el párroco. Le digo que sí, me saludan y empezamos a charlar. Viven en Holanda —no parecen holandeses— y tienen una hija —Ramona— con cáncer. Me enseñan una foto de Ramona con su marido y sus dos hijitos. Luego me enseñan una foto de toda la familia. Una familia muy bonita y numerosa con perro y todo. Me cuentan que, cuando vienen a España, se acercan a San Miguel cada dos días para rezar. Me dicen que vienen aquí porque han descubierto que la iglesia siempre está abierta. Me dicen que habían pensado dejar un donativo para la parroquia en el JJ pero que, si les doy el número de cuenta de la parroquia, harán una transferencia de mil dólares. Se lo agradezco mucho. Me ruegan que rece por Ramona y que gaste el dinero en algo que se quede en la parroquia. Entonces les muestro el cuadro de san Vicente Ferrer, les explico que he encargado un marco a un carpintero, les muestro la foto del modelo y les digo que, además de pagar al carpintero, habrá que pagar al artista que pinte el marco. Les parece una idea estupenda. Intercambiamos nuestros números de teléfono. Ya somos amigos. 

En mi lista de intenciones, donde pone «por la salud de F, A, CA, IGdL, Miguel» añado «Ramona». 



Voy a hacer algunas compras en Más y Más. Allí me encuentro con Teresa que me pregunta que si hay novedades. Contra pregunto: 

—¿Te las cuento ahora o prefieres leerlas esta noche en el diario?. 

—Bueno —dice sonriendo— si tienes prisa puedo enterarme esta noche. ¿Ha pasado algo malo? 

Entonces le cuento lo de que a A le han dado el alta, y lo de los holandeses que no parecen holandeses y que quieren que recemos por Ramona y que han prometido mandar mil dólares a la parroquia porque siempre está abierta y lo del cuadro de san Vicente Ferrer y el marco del siglo XVIII. Y Teresa se hace cruces y muestra mucho contento y promete que también ella rezará por Ramona, como reza por F y por A. 

Y yo, que disfruto contando cosas, en viendo el contento de Teresa aún me alegro más y más. 


Vísperas. 

De vuelta a la casa abadía llevo la compra a la cocina, saco de la lavadora el mantel del altar, lo tiendo sobre la mesa del comedor y me quedo mirándolo como se queda uno mirando el sudario de Cristo y lo beso como lo beso sobre el altar al empezar y al terminar la misa. 

Este tipo de tonterías, eso de andar besando cualquier cosa que haya estado en contacto con el Cuerpo de Cristo o con las reliquias de los santos, no me avergüenza nada. Hay muchas cosas que me avergüenzan y nunca hablaré aquí de ellas. 


Vuelvo a emocionarme un poco cuando leo en la Historia de la Iglesia en la España contemporánea, de Vicente Cárcel Ortí, el capítulo que habla de los mártires de la persecución religiosa en Españita.