jueves, 26 de junio de 2025

Diario. Miércoles, 25 de junio de 2025

 La Murada

miércoles, 25 de junio de 2025


6:30

Salgo de La Torre para el hospital. Voy oyendo una entrevista con el notario más joven de España. Me interesa tanto que —distraído— me salto la salida que debía llevarme a la carretera de la costa y me meto de hoz y coz en la autopista. Bien, eso significaré que llegaré diez minutos más tarde de lo previsto. No importa: voy con tiempo. 

Entonces, un mosquito empieza a rondarme: ora pasa ante mis narices, ora zumba en mis orejas. Del parasol sale una araña que corretea por el parabrisas y, para darle más emoción al viaje, se enciende la luz de la reserva. 

7:15

Llego a Torrevieja. La aguja del nivel de gasoil lleva ya un rato por debajo de la linea roja.  Calculo que me da tiempo a pasar por una gasolinera no lejana antes de ir al hospital, pero me pierdo y acabo en un callejón sin salida. 

Ahora ya solo puedo ir al hospital o llegar tarde a misa. Llego al hospital. La misa empieza puntualmente por los pelos.

Oficio de lectura y laudes. 

Me siento ante el sagrario para oír una piadosa meditación. 

9:00

Me encomiendo a san Cristóbal, al ángel de la guarda y a san Rafael y salgo con mi Lamborghini hacia la gasolinera más cercana. Llenar el depósito de gasoil me cuesta 75, 06 dólares. 

9:45

Llego a san Miguel. 

10:00

Me siento en el confesonario. 

Tercia. 

Leo una estampa de La gracia de Cristo. 

Lectura del primer libro de los Reyes. 

Un penitente. Muy bien.

Me aplico a la lectura de Cosas que he aprendido de gente interesante. 

11:00

Segunda misa votiva de san José, porque es miércoles. 

Luego, luego, como he derramado algo de vino de misa sobre  el mantel, acudo a limpiarlo. Con, el socorro de Joan, el mantel queda limpio. 

Jorge, el fontanero, me llama: que vendrá a trabajar en el baño de la casa abadía a las dos. 

Le he dicho a doña Nati que iré a comer con ella pero cambio de planes. Llamo a doña Nati y le digo que no me espere. Llamo a Mari Carmen y a Manuel y les digo que si me invitan a comer en La Murada. Sí, me invitan. Me felicito. 

A la una salgo para La Murada.

Como hace mucho tiempo que no nos vemos, nos saludamos  con vivas muestras de afecto,  como hacen los viejos amigos cuando se encuentran después de mucho tiempo. 

Comemos, charlamos, bebemos, rezamos y a las siete y diez salimos para Orihuela porque a las ocho celebro la misa de san Josemaría en el monasterio de las madres agustinas. 

Antes de la misa, un penitente pide confesión. Muy bien.

La homilía comienza asina:

«Queridísimas madres agustinas: gracias por acogernos en esta casa que visitó, hace veintiún años, quien era entonces prior general de los agustinos y es hoy nuestro querido Papa León XIV». 

Doce minutos después, la homilía acaba asina: 

«Así sea». 

Después de misa, un penitente pide confesión. Muy bien.

Ya en la calle, un ser humano de gran altura y amabilidad se presenta —no recuerdo si como Óscar o como Gonzalo— y me informa de que es el escultor que ha modelado en arcilla digital la imagen de san Josemaría que se venera en la iglesia del monasterio de las agustinas. 

21:00

Volvemos a La Murada rezando los misterios gloriosos. 

Paseamos por el jardín saludando a los pavos reales y a los pavos plebeyos y a Tor, el mastín que custodia la casa y a los bichos vivientes que la habitan. 

Cena ligera y deliciosa.

Tertulia.

23:00

Nos despedimos y voy a dormir a una habitación que Mari Carmen y Manuel me han preparado en la segunda planta de su casa. Me han puesto, cabe la cama, un ventilador y, sobre la cama, un pijama naranja de seda china y tres toallas del mismo color que el pijama. ¡Qué amables!

En el aseo me han dejado un cepillo de dientes sin usar, una cuchilla de afeitar sin usar, pasta de dientes y espuma de afeitar.¡Qué amables!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Es usted muy amable. No lo olvide.