La Torre
martes, 24 de junio de 2025
Me despierto sobresaltado. ¿Dónde estoy? ¿Dónde tendría que estar? ¿A que cita llego tarde?
Todo está oscuro. Me tranquilizo un poco.
No se oye el canto de las avecillas pero sí el zumbido de un ventilador. Colijo que estoy en La Torre y que no hay motivo para el sobresalto.
Consulto el reloj: son las cuatro de la madrugada. ¿Qué puede hacer un cura en un desierto a estas horas sino levantarse, calzarse, atravesar Lo Safareig y la almazara, colarse en La Torre por la despensa, cruzar la cocina y el zaguán, pasar al repartidor y entrar en la ermita?
Son las cinco cuando vuelvo a la camita. Ya he recitado el oficio de lecturas y me siento muy reconfortado por el nacimiento de Juan y Port la locuacidad de su buen padre, Zacarias.
…
7:00
Suena el despertador.
Ahora sé donde estoy. Me lo dicen el sol, que entra por la ventana, las avecillas cantoras y las cosas.
…
10:00
Llego a San Miguel. Joan me informa.
Al parecer, el día del Corpus, un motorista irrumpió entre los amables feligreses que llevaban al Santísimo por las calles de San Miguel.
11:00
Misa muy solemne de San Juan.
12:00
En mi calidad de juez interrogo a doña Nati: ¿Es cierto que un motorista irrumpió en la procesión del Corpus y que amenazó al archidiácono y a Samael?
Doña Nati asegura que no fue un motorista sino que fueron dos los que atentaron contra la paz del Corpus en San Mguel.
13:00
Jorge me recuerda —se me había olvidado— que me espera en Torremendo con su novia y con los padrinos de la boda para confesarse.
Salgo pitando para Torremendo.
14:00
Salgo para Los Montesinos porque he quedado con el arcipreste para comer allí.
14:35
Llega el arcipreste. Comemos y bebemos y charlamos. Organizamos las agendas para el verano.
16:30
Nos despedimos.
…
Tengo que volver a San Miguel para tomarme las pastillas amarillas: tres pequeñas y una grande.
Tengo que volver a La Torre y tengo que escuchar el canto de las avecillas y tengo que abismarme en una acción de gracias cuando don EGM me agradece dos versos que él y las mimosas inspiraron y que, al parecer, hallaron gracia ante él:
Donde no llega el sol
ponen su luz las flores.
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