domingo, 27 de abril de 2025

Diario. Sábado, 26 de abril de 2025

 La Torre

sábado, 26 de abril de 2025


6:00

Suena el despertador que no me despierta porque estaba despierto desde las 5:59. 


6:30

Voy a desayunar la La Torre que está envuelta en tinieblas. Saco una foto de La Torre envuelta en tinieblas. 


7:00

Salgo para Alicante. 


7:30

Aparco cabe El Corte Inglés y camino hasta la estación de RENFE. 

Me da tiempo e rezar el oficio de lectura y las laudes antes de subir al tren. 


8:30

Subo al tren. El viaje hasta Madrid transcurre entre lecturas y oraciones. Bueno, también me duermo un rato. 


11:10

El tren llega, puntualmente, a Chamartín. Ha venido a recogerme Javier C. Qué amable. Me invita a a un café con leches y vamos a recoger a su padre que vive enfrente de la casa de Espinosa de Los Monteros. 

Desde allí vamos a El Pardo, al cuartel de la Guardia Real donde voy a bautizar a una infanta. 


14:00

La misa y el bautizo han terminado. No ha habido que lamentar víctimas y vamos a comer en el comedor de la Guardia Real al que se accede por un patio engalanado por las espectaculares flores moradas que penden de las frondosas glicinas. 


16:00

Nos despedimos. Voy con Ana y con Blanca a casa de Arantxa y de Jesús que no han podido asistir al bautizo de su nieto por la indisposición de Arantxa. Se nos unen Cristina, Javier y sus hijos Santiago e Isabel, la neófita. 

Charlamos y charlamos animadamente hasta las siete menos cuarto. Interrumpimos la charla solamente cuando urge cambiar los pañales a los infantes. Aprovecho la urgencia para salir a la terraza a rezar el rosario. 


6:45

Nos despedimos. Jesús me lleva a Chamartín. 

Antes de subir al tren he tenido tiempo de rezar vísperas y de escuchar una piadosa meditación. 


20:00

El tren sale para Alicante. 

Termino la lectura de En casa, de Aurora Pimentel. Tendré el libro a mano para reírme un rato cada vez que vuelva a escuchar uno de esos cansinos quejidos de las muchachas que piensan —y repiten—que su vida transcurre en desgraciadísima sumisión al patriarcado. 


Ceno un bocadillo. 


Veo algunas imágenes del funeral del Papa. Me felicito por lo cuidado de la liturgia y me apena que la gente se haya puesto a aplaudir después de la homilía y que nadie los haya rociado con gas pimienta. 


23:30

Llego a La Torre que está, otra vez, envuelta en tinieblas. 

Casi todos se han vuelto a Madrid. Resisten Elena —que lee recostada en un sillón y ajena a todo— e Ignacio y Rafael que —en otra pieza— celebran frenéticos el gol que acaba de marcar el Real Madrid. 

Como me puede el sueño, cuando empieza la prórroga del partido, me despido, me voy a mi piso y decido dejar el diario para mañana. 

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