San Miguel de Salinas
miércoles, 23 de abril de 2025
7:00
Salgo para el hospital.
Se diría que un ángel ha estado pintando las salinas y el cielo con colores pastel para indicarnos que no es este un amanecer cualquiera sino uno de la octava de Pascua.
7:40
Primera misa del miércoles de la octava de Pascua.
Luego, algunos nos quedamos mirando fijamente al sagrario.
8:40
Recojo todo. El doctor S me propone que organicemos una misa de funeral por el Papa. El obispo celebrará un funeral el lunes en la concatedral de San Nicolás. Nosotros lo haremos después.
De vuelta a San Miguel, paro en la gasolinera para llenar el depósito: sesenta y nueve dólares con ocho centavos.
10:00
Me siento en el confesonario.
Un penitente. Muy bien.
Laudes.
Lectura del primer libro de Samuel.
Lectura del Evangelio.
Bernardo: —Buenos días.
Yo: — Buenos días, Bernardo.
B: — ¿A que hora es la misa?
Yo: — A las once, como siempre.
B: — ¿A las once?
Yo: —Sí.
B (sonriendo): — Como siempre.
Yo: —Sí.
Bernardo: —¿Qué hora es?
Yo: — Las once menos veinte.
Bernardo (yéndose): — Gracias.
11:00
Segunda misa del miércoles de la octava de Pascua.
Después vuelvo al confesonario y paso allí la mañana. Una señora inglesa me pide que le bendiga un rosario y Bernardo me pide dos dólares.
14:00
Voy a casa de doña Nati.
15:00
Visita al Santísimo.
Me siento para oír una piadosa meditación. ¡Qué frío hace en al iglesia! Me quedo helado y no sé decir nada ni recuerdo nada de la piadosa meditación. ¿Habré callado a Dios con mi encallecido amor?
15:35
Salgo a rezar el rosario paseando. Quienes estén atentos a la liturgia de la campiña habrán notado que han empezado a florecer los granados.
16:00
Vuelvo a la iglesia bastante acalorado. Me meto en el con-fesonario y escribo esto.
16:19
Salgo para Los Montesinos. Voy a celebrar una misa exequial. ¿Se puede celebrar la misa exequial durante la octava de pascuas? Sí, se puede. Muy bien.
17:50
Vuelvo a San Miguel.
Zakaría, el argelino tembloroso, me ha mandado un SOS pidiendo víveres. Voy a hacer una compra a Más y Más y se la llevo a casa.
No encuentra trabajo. Ha estado diez días en la cama y hoy se ha podido levantar. Está en los huesos. Su cortesía, sin embargo, no se ha resentido nada. Me llama la atención lo limpio que va siempre. Cuando sacudimos nuestras manos, al saludarnos y al despedirnos, se las noto heladas. Su estómago no tolera la carne, ni las especias, ni el aceite… Puede comer fruta, pescado hervido, patas hervidas u horneadas y ensaladas sin aceite ni vinagre.
19:30
En la iglesia encuentro a Delia que, junto con otros esforzados cofrades, está desmontando un trono.
Voy a la casa abadía. Hay que anotar el importe de la compra de Zakaría, el argelino tembloroso, en la cuenta de Caritas. Hay que anotar el importe de mi compra —langostinos cocidos y congelados, almejas vietnamitas congeladas y lomitos de merluzas congelados— en mi cuenta.
Organizo la compra y pongo a descongelar los congelados con el propósito de hacerme una sopa de pescados.
Vuelvo a la iglesia para recoger mi Mac y otras cosas que dejé en el confesonario. Los esforzados cofrades se han ido pero allí sigue Delia sonriente, sola, tranquila, currando… Si no estuviera leyendo El diario de la felicidad, no sabría a qué atribuir la sonrisa de Delia, la de de Wilder, la del argelino tembloroso o la de mis hermanas F y A. Pero estoy leyendo El diario de la felicidad. Empecé a leerlo porque me lo recomendó don Carlos Marín-Blázquez y no he dejado de leerlo por y con placer. En fin, creo que Delia, Wilder, Zakaría y mis hermanas F y A son —sin saberlo— felices esicastas.
Vuelvo a la casa abadía y escribo esto.
20:30
Voy a la cocina con mucha ilusión para hacerme una sopa de pescado. ¿Saldrá bien?
20:45
De la sopa de pescado diré solamente que la he bendecido, que me la he zampado y que, luego, me he recogido para hacer esta plegaria: Agimus tibi gratias, omnipotens Deus, pro universis beneficiis tuis qui vivis et regnas in sæcula sæculorum.
Escribo esto.
21:05
Voy a la iglesia para rezar completas. Apago las luces, cierro la iglesia y vuelvo a la casa abadía para escribir esto.
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