domingo, 25 de mayo de 2025

Diario. Domingo, 25 de mayo de 2025

 San Miguel de Salinas

domingo, 25 de mayo de 2025


8:30

Oficio de lectura y laudes. 

9:00

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

9:30

Salgo para Torremendo. 

10:00

Primera misa del día. 

Después de la misa dos penitentes piden confesión. Muy bien. El archidiácono me da una mala noticia: Yoli, su amable esposa, se rompió un brazo antier. 

11:00

Salgo para San Miguel. 

Sexta. 

Lectura de Maestros y místicas medievales. Empiezo por san Teodoro el Estudita.

Lectura del segundo libro de Samuel. 

12:30

Segunda misa del día. 

13:45

Doña Nati me está esperando en el coche. Wilder nos va a llevar a  comer a casa de Heidi y Armin. 

16:45

Wilder nos recoge en casa de H&A y nos devuelve a San Miguel. 

Visita al Santísimo. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

Misterios gloriosos. 

Recito las letanías lauretanas de camino al tanatorio donde vamos a celebrar el funeral por el abuelo de Belén. 

19:00

De vuelta a casa publico el diario de ayer.

Lectura de Volverse hacia el Señor de Uwe Michael Lang. 

Leo en El diario de la felicidad: «Creo que este alto prelado con la flor roja en el ojal es culpable del pecado de la estupidez». Steinhardt se refiere a Hélder Câmara que hoy es venerado como Siervo de Dios. Claro que lo cortés no quita lo valiente porque pecadores ha habido que, arrepentidos, han conquistado el Reino. Violenti rapiunt. 

Escribo esto.

Diario. Sábado, 24 de mayo de 2025

 San Miguel de Salinas

sábado, 24 de mayo de 2025


Hoy no llueve. Voy a la iglesia y, después de hacer mis oraciones, me pongo a preparar las primeras comuniones. Hay que preparar los libros, las ofrendas, ocho velas para la renovación de las promesas bautismales, el cáliz, el copón, el lavabo… 

Llegan Joan y Laura. Felicito a Laura que terminó ayer —con éxito— sus estudios de literatura inglesa. Vuelvo a la casa abadía y las dejo limpiando la iglesia y recitando a Hopkins:

Glory be to God for dappled things… etc.


11:30

Vuelvo a la iglesia justo cuando llegan Luciana y Martina. Repasamos rápidamente la celebración y salen a la puerta de la iglesia para conducir a los niños hasta los locales parroquiales. Entre tanto, Samael y yo vamos a la sacristía para revestirnos. Un penitente pide confesión, muy bien. Terminada la confesión y despedido el penitente, Samael y yo nos revestimos: él con alba y cíngulo y yo —además— con una estola y una casulla doradas dignas de Eurovisión. 

All things counter, original, spare, strange;

   Whatever is fickle, freckled (who knows how?)

      With swift, slow; sweet, sour; adazzle, dim;

He fathers-forth whose beauty is past change:

                                Praise him.

En la iglesia las mujeres van y vienen hablando de Miguel Ángel; los niños corretean libre y alegremente; los varones se saludan a la española, con grandes voces; uno sorprende a otro con una fuerte palmada en la espalda y el otro, volviéndose y blasfemando, suelta una gran risotada antes de abrazar al primero; por doquier se han formado corrillos y animadas tertulias…

Algo apenado por tener que interrumpir esa fiesta de amistad, esa hispánica muestra de color y calor popular, salgo al presbiterio para hacer lo que —de ordinario— suele hacer Teresa: poner orden. 

Buenos días— digo con voz de pastorcilla de Fátima. 

Nadie me ha oído, crece el tumulto. Un muchacho de unos dieciocho años que está mascando chicle repara en mí, me mira con curiosidad, da un codazo a un compañero mientras hace un globo con el chicle y me señala como diciendo: «Mira, va vestido de artista». 

Buenos días— repito. Pero esta vez lo digo con voz de trueno y con la boca pegada al micrófono. 



Como con doña Nati, con Roberto y con Óscar. 

La visita de Óscar  —que llevaba mucho tiempo ausente— alegra harto a su abuela y a su párroco. 

A su párroco porque Óscar tendría unos ocho años cuando su párroco llegó aquí y su párroco ve en él como una película de un niño de ojos grandes que hizo su primera comunión y que, acto seguido, empezó a hacer piruetas imposibles con el monopatín en El Paseo y que, en la siguiente escena, estaba haciendo cabriolas aún más arriesgadas con una moto. El párroco recuerda a Óscar, en los años siguientes, escayolado o haciendo méritos para la siguiente escayola pero nunca quejoso o huraño, siempre serio, siempre creciendo. El párroco recuerda que —de pronto— Óscar había crecido tanto que era más alto que él, más alto que sus padres y hermanos, más alto que el campanario de San Miguel… y tan delgado como un junco. 

¿Cómo es posible crecer tanto en altura —sin engordar— y no derrumbarse? 

El párroco observa a Óscar que está zampándose un pollo mientras conversa con su abuela, con su tío y con el cura de su pueblo. 

El cura llega a esta conclusión: Óscar el Flaco, ha de tener raíces. De otro modo no se explica. 


19:00

Misa en Los Montesinos.

Con homilía y todo. 

20:00

Misa en San Miguel. 

Con homilía y todo. 

21.00

Hablo con Belén. Ha muerto su buen abuelo.

Lo anuncio con el toque de las campanas y con mensajitos en las RR SS.

viernes, 23 de mayo de 2025

Diario. Viernes, 23 de mayo de 2025

 San Miguel de Salinas

viernes, 23 de mayo de 2025


Santa Rita nos regaló ayer una espléndida y olorosa rosa que floreció en la puerta de la iglesia. Nosotros, por nuestra parte, a las once, después de la exposición y la bendición con el Santísimo, le dedicamos una solemnísima misa con órgano, homilía y todo. 

Luego salí para Alicante con Joan. Por el camino íbamos rezando los misterios gozosos en latín. La dejé en La Torre y seguí para La Lloseta. Cuando terminé en La Lloseta la recogí y fuimos a comer a Torrellano. Regresamos a La Torre y rezamos en la ermita los misterios luminos en castellano. De vuelta a San Miguel completamos nuestra romería de mayo rezando los misterios gloriosos en inglés. 

¿Me aguardaba una sorpresa en San Miguel? Sí, me aguardaba una sorpresa en San Miguel. Wilde me invitaba a cenar en su casa. Debía presentarme allí a las 20:15.

A las 20:10 salí de la casa abadía. En la puerta me abordó una amable venezolana cuyo hijo correteaba por El Paseo. 

Pa bautizalo— me dijo. 

Le di mi número de teléfono y le rogué que me mandara un wasap. Luego le dije que yo había vivido durante tres años en Venezuela pero no mostró interés por esa información. Nos despedimos. 

Al llegar a la farmacia me encontré con Y: 

A las nueve bautizamos a J— me dijo. 

Recordé entonces que, en efecto, el archidiácono iba a venir a bautizar a J. Volviendo sobre mis pasos, me dirigí a la iglesia para preparar en la pila bautismal: el agua, los óleos —catecúmenos y crisma—, la velita, la concha, la vestidura bautismal, la toallita, y el ritual. 

Otra vez encaminé mis pasos hacia la casa de Wilder. Me disponía a mandar un mensaje al amable archidiácono para decirle que todo estaba preparado pero —cabe la farmacia— me encontré con Gema que iba a atender a sus buenos padres. Charlamos un rato y, cuando retomé mi camino, lo del mensaje al archidiácono se me había olvidado. 

Llegué a la casa de Wilder con quince minutos de retraso. No me afearon la conducta, admitieron mis disculpas y —para consolarme— me dijeron que Luciana todavía no había llegado. 

Ana Isabel nos sirvió un plato de salmón al horno —cinco dólares por pieza multiplicado por cinco comensales— sobre un nido de verduras a la plancha y de patatas hervidas. 

La princesa está triste— dije señalando a Camila que removía en su plato, distraída, las verduras. 

A la princesa no le gusta el salmón al horno— respondió Ana Isabel lanzando una dura mirada a su hija. 

Camila —la princesa— me regaló una mirada dulce, triste, agradecida, que decía textualmente: 

Ahí los tienes. Todos me odian. Mi padre haciendo pesas para ponerse cachas y ajeno a mi salmonfobia. Mi madre cocinando esta bazofia y Luciana fingiendo que le gusta el salmón solamente para mortificarme. Tú, querido padre, eres el único que me entiende. 

Supongo que es normal que mi corazón se incline mucho hacia Camila que, con una sola mirada, dice tantas cosas textualmente. 



Hablemos de hoy. 


6:30

Llueve. Así me gusta. Abro la iglesia. 

7:00

Sigue lloviendo. Así me gusta. Aparco en el hospital y voy a la capilla. 

7:40

Empieza —puntualmente, claro— la misa en el hospital. 

8:30

Cuando salgo para San Miguel sigue lloviendo como a mí y a los alicantinos nos gusta: suave, dulce y abundantemente. 

9:00

Oficio de lectura y laudes en San Miguel.

Luego hay que mirar fijamente al sagrario. 

10:00

Me zampo De par en par. 

Voy al confesonario. 

11:00

Segunda misa del día. La ofrezco por un hermano sacerdote a quien no conozco. Me ha hablado de él mi doña Arquilatría.

11:30

Sigue lloviendo. Bernardo no ha traído paraguas y le digo que puede que tenga que quedarse en la iglesia hasta mañana si no para de llover. Él —sonriendo— me responde: «Hasta que Dios quiera». 

¡Muy bien! ¡Así se habla!

Vuelo a la casa abadía. La lluvia arrecia y yo me alegro. 

Voy a ver a un enfermo. Voy a ver a otro. Los hallo a ambos —la verdad sea dicha— muy alegres. Creo que es por la lluvia. 

Me llama Ana Isabel. Que si puedo ir a buscarlos a la Zenia porque se les ha quemado el coche. 

Llamo a doña Nati para rogarle que no me espere para comer. 

Voy a La Zenia. Me pierdo. Hay calles cortadas por la lluvia. 

Cuando encuentro a Ana Isabel y a Wilder son las tres o así. Cuando, después de dejarlos en s casa sanos y salvos, llego a casa de doña Nati son las tres y media o así. 

De casa de doña Nati salgo con una cesta de Caperucita para la cena.

16:15

Visita al Santísimo. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 

16:50

Rosario caminando entre los altares. 

17:30

Última catequesis del curso con los niños que harán la primera comunión el año que viene. Son muy simpáticos y muy listos. 

18:00

Llegan los niños que van a hacer la primera comunión mañana. Llegan también sus padres. 

Delia conduce a los padres a los salones parroquiales y yo me quedo en la iglesia con los niños —ocho— y con dos catequistas. 

Hay que ensayar la ceremonia de mañana. 

Ya está. 

18:45

Delia vuelve a la iglesia con los padres de los niños que van a hacer la primera comunión mañana. 

Breve catequesis sobre el sacramento de la penitencia. Está dirigida a los niños pero —velis nolis— te llega a ti, amable lector, como ha llegado a los padres de esos niños. 

Me revisto y voy al confesonario. 

19:45

Ya todo ha terminado y estoy en Más y Más. 

20:00

Mando un mensaje a Analía: «ya estoy en casa». 

20:15

Viene Analía para llevarse a casa el libro parroquial de las defunciones. 

20:30

Me zampo una cena ligera con la cesta de Caperucita que me preparó doña Nati a la hora de nona.

jueves, 22 de mayo de 2025

Diario. Miércoles, 21 de mayo de 2025

 San Miguel de Salinas

miércoles, 21 de mayo de 2025


7:00

Salgo para el hospital

7:20

Preparo el altar para la misa de san Cristóbal Magallanes y compañeros mártires. 

7:40

Primera misa. 

8:15

Salgo para San Miguel. 

8:40

Oficio de lectura y laudes. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario.

9:30

Termino la lectura del primer libro de Samuel. 

Lectura del evangelio. 

Hablo con Anne Purdone. Está en Glasgow, atendiendo a un hijo hospitalizado. 

Llega Joan, me revisto y voy al confesonario. 

Me llama Noelia para saber si Cloe tiene catequesis el viernes. Le digo que sí. 

Me escribe Jaime para decirme que viene a La Torre con Pupé y que me invitan a comer, a cenar, a desayunar y a todo. 

Llamo a Bruno para saber cómo está. 

Viene Gloria y me pregunta por Arantxa.

11:00

Segunda misa de san Cristóbal Magallanes y compañeros mártires. 

11:33

Escribo a Teresa para decirle que estoy libre y que voy a estar todo el día en San Miguel. Me contesta: que viene. Y en efecto, viene.  Charlamos brevemente. 

Me escribe doña Nati. Que, por favor, le lleve los ajos que le prometí el otro día. 

Viene Steffany, de Costa Rica, con su bebé de semanas y una hija de unos nueve años y con su hermana que trae en brazos a otra niña. Quieren bautizar a la bebé de semanas. Nos sentamos en la terraza de JJ para planear la cosa en sí. Los padrinos vendrán el trece de junio, hasta entonces no podemos tener la charlita de preparación. Le paso el dato al archidiácono. 

Sexta. 

Llaman, o escriben o vienen algunos padres de los niños que hacen la comunión el sábado para saber cuándo serán las confesiones. 

13:40

Llevo los ajos a doña Nati y, ya puestos, me uno al aperitivo con  Eva y Samira. 

14:30

Me despido de doña Nati y de Samira que me han preparado una cesta de Caperucita para la cena. 

Visita al Santísimo. 

Misterios gloriosos paseando por los altares laterales. 

15:00

Me siento en la casa abadía para escuchar Ode on Intimations of Immortality y otros poemas románticos. 

¿Por qué razón los poetas románticos españoles me parecen risibles? ¿Por qué razón es oír que «la princesa está triste» y vomitar? 

15:45

Mari Luz —respondiendo a mi llamada de auxilio— se ofrece a asistir a la reunión de arciprestazgo que tendrá lugar en Los Montesinos esta noche. 

Me pongo a recolectar los documentos que debo mandar a la gestoría para que me hagan la declaración de la renta. La recolección exige, entre otras cosas, llamar a cierto banco de Madrid, al IOR y a un mi encargado de negocios en George Town. 

16:53

Mando otro mensaje pidiendo auxilio. Esta vez va para Belén. 

Voy a la iglesia para dejarlo todo en manos del Buen Dios mirando fijamente al sagrario. 

17:40

El Buen Dios ha escuchado mi oración y ha tocado el corazón de Belén que —por WhatsApp— me manda un sí a todo. 

Cada vez que el Diablo cierra una puerta, el Buen Dios —por medio de San Miguel y de sus ángeles— abre una ventana. 

¿Qué puedo hacer sino ir a la iglesia para dar gracias a Dios mirando fijamente al sagrario?

18:00

Voy a la iglesia para dar gracias a Dios mirando fijamente al sagrario. 

18:33

Zakarías, el argelino, quiere verme. Quedamos para tomar un café en el JJ.

El JJ está casi cerrando. Nos tomamos deprisa el café —yo— y el agua sin  gas —Zakarías— y lo pago todo yo y nos vamos a Más y Más para hacer una compra. 

Luego lo llevo a su casa para que no tenga que arrastrar la compra por las calles de San Miguel. 

Vuelvo a la casa abadía fantaseando: me han tocado diez mil dólares en la lotería y llamo a Zakarías para decirle que yo, JVH, presbítero de la Iglesia Católica, voy a resolver todos sus problemas de un plumazo.  

Espera un momento, Vicens. ¿Te han tocado diez mil dólares? No, Señor. Entonces: ¿por qué fantaseas como si fueras rico?

Ya que me lo preguntas, amabilísimo y terrible Señor, te diré que —desde que el Malo nos dijo «Seréis como Dios» y le creímos— tendemos los hijos de Eva a fantasear un tantico. 

20:00

Me preparo una cena ligera. 

20:30

Salgo para Los Montesinos. 

21:00

Empieza en Los Montesinos la reunión de Arciprestazgo. 

22:30

Termina la reunión. 

23:00

He rezado completas y he cerrado la iglesia.