miércoles, 30 de abril de 2025

Diario. Miércoles, 30 de abril de 2025

 San Miguel de Salinas

miércoles, 30 de abril de 2025


Son las diez y media, acabo de cenar y me muero de sueño. 


Recuerdo el disco del sol por la mañana, todo blanco, velado por las nubes. 


A las ocho, al terminar la misa, he anunciado una misa de funeral por el Papa Francisco para el lunes. 


En San Miguel había mercado porque es miércoles. Segunda misa  a las once.


La tarde, igual que ayer, la he pasado en la iglesia —rezando por los altares laterales o sentado en el confesonario— pero a las siete y cuarto he salido para Los Montesinos. 


Tercera misa a las ocho y luego exposición del Santísimo. Media hora de adoración silenciosa, una charlita de veinte minutos y la bendición. 


La congregación se ha quedado en la iglesia cantando alegremente y yo he salido pitando para San Miguel. 


Alas diez he cerrado la iglesia y he venido a la casa abadía para prepararme una cena ligera. Ya está. 

martes, 29 de abril de 2025

Diario. Martes, 29 de abril de 2025

 San Miguel de Salinas

martes, 29 de abril de 2025


Encuentro en El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas, la historia de La Madre del Cielo.

Javier Cercas escribe muy bien pero la historia de la Madre del Cielo me la sé yo mejor que él. 

Veamos:

Tsesege, una mujer budista muy pobre y madre de once hijos, nunca había oído hablar de Jesús ni de su santísima madre, la Virgen María. 

Cuando, un buen día a la hora del Ángelus, encontró en un vertedero de Darjan una escultura de madera de unos 62 centímetros exclamó: «¡Oh!». La tomó en sus manos y la examinó. Representaba a una muchacha joven con la cabeza cubierta por un velo, y vestida con un manto que le llegaba hasta los pies, las manos juntas ante el pecho y, colgado de su brazo derecho, algo así como un collar de cuentas rematado por una cruz. 

Tsesege volvió a exclamar: «¡Oh!» Y añadió: «Qué hermosa que es esta dama». Incontinenti, envolvió la escultura en un paño blanco, la metió en una bolsa verde y la llevó a su casa. Era el año de 1977 y los pobres mongoles estaban sometidos a la furia comunista. 

Un día tras otro, pasaron los días. Un mes tras otro pasaron los meses. Un año tras otro, pasaron los años y Dios decidió librar a los pobres mongoles de la furia comunista y darles a conocer el Evangelio. 

En 1992 llegaron allí los primeros misioneros católicos. 

Cuando un buen día, a la hora del Ángelus, dos Misioneras de la Caridad entraron en la casa de Tsesege y vieron allí la imagen, exclamaron: «¡Oh!». Incontinenti, empezaron a interrogar a Tsesege haciéndole muchas preguntas a la vez como suelen hacer las chicas: «¿Qué hace aquí esta imagen de la Virgen María? ¿De dónde ha salido? ¿Sabes quién es la Virgen María? ¿Has oído hablar de Jesucristo?…». 

Cuando Tsesege comprendió que esas santas mujeres encontraban gran contento ante la imagen, no lo dudó: «Soy muy pobre —les dijo— y, por eso mismo, estoy en condiciones de hacer regalos dignos de Gengis Kan». Luego, incontinenti, envolvió la imagen en un paño blanco, la metió en una bolsa verde y se la entregó a las Misioneras de la Caridad que se la entregaron al párroco de Durjan. 

Luego Tsesege se bautizó —porque la Virgen había sido su catequista— y la imagen que ella sacó del vertedero fue entronizada como Madre del Cielo en la catedral de Ulán Bator. 

Un equipo de científicos de la NASA ha estudiado el fenómeno y ha concluido que la imagen contiene trazas de paños blancos y de bolsas verdes pero que es imposible explicar cómo llegó a un vertedero de la Mongolia sometida a la furia comunista y que, descartada la hipótesis de que todo sea cosa del diablo, todo indica que estamos ante un milagro de Dios. 



11:00

Misa de santa Catalina de Siena. 


11:45

Café y charla sabrosa con Joan en el Collie. 


12:15

Voy al banco. 


14:00

Como en casa de doña Nati con ella, claro, y con Gracia y José María. 

Gracia —que siempre está leyendo— está leyendo El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas. 

¿No es, como le gusta decir a mi doña Ana Rodríguez de Agüero, una feliz coincidencia de lecturas de altísima belleza


17:00

Voy a la iglesia y me pongo la sotana. Sobre la sotana me pongo la sobrepelliz. Sobre los hombros me pongo la estola. Imagino que tengo el aspecto de un digno magistrado. 

Me miro en el espejo de la sacristía y hallo que mis escasos cabellos, desordenados como los de un profeta, pueden más que mis vestiduras y que, en realidad, mi aspecto es el de un loco furioso. 

Pongo una poca de colonia Álvarez Gómez en la palma de mi mano derecha y la paso —la palma de mi mano derecha— sobre mis cabellos. 

Vuelvo a mirarme en el espejo. Ahora sí que parezco un magistrado o algo así. 

Me siento en el confesonario. 

Leo, rezo. 

De vez en cuando me levanto para rezar el rosario paseando por los altares laterales o para saludar a algún grupo de turistas que quieren saber qué tipo de templo es este en el que se hallan y que muestran un gran contento si les doy una estampa de algún santo y dejo que se hagan una foto conmigo. 


20:30

Doy por terminada la sesión. 

He estado tres horas en la iglesia. He conversado con turistas, he rezado, he leído y he dado la absolución a un penitente que, sin saberlo, me ha alegrado el día.

Diario. Lunes, 28 de abril de 2025

 San Miguel de Salinas

lunes, 28 de abril de 2025


Tres cosas memorables esta mañana:


Primera: A las once hemos celebrado la misa en sufragio por el alma de Paco a los catorce meses de su muerte. 


Segunda: A las doce, MGC me ha mandado un libro electrónico: El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas. 


Tercera: A las doce y media se ido la luz. 


Cosas memorables de esta tarde: 


Primera: A las seis de la tarde me había leído el 36% de El loco de Dios en el fin del mundo. 


Segunda: A las seis y media volvía la luz a la iglesia aunque en el resto del pueblo no había más luz que la del sol. 


Tercera: A las nueve de la noche cenaba en casa de Ana Isabel y   Wilder y —observando con sus hijas los últimos reflejos de la luz crepuscular— les explicaba el significado de la palabra «crepúsculo». Ellas, por su parte, no han dejado de admirar mi erudición ni de agradecer mi generoso empeño en ilustrarlas. 


Cuarta: A las diez y media de la noche apagaba yo las luces de la iglesia y cerraba las puertas. Acto seguido, volvía a la casa abadía que estaba envuelta en tinieblas y escribía esto.

domingo, 27 de abril de 2025

Diario. Domingo de la Divina Misericordia 2025

 San Miguel de Salinas

domingo, 27 de abril de 2025


8:00

Salgo de La Torre. ¿Qué es ese resplandor rosado que alegra Lo Safareig? ¿Acaso han florecido las bignonias?

No tal sino que el sol —caprichoso— ha querido pintar las encaladas paredes dejando en ellas como un recuerdo de la aurora o un anuncio de lo que vendrá cuando florezcan las bignonias. 


10:00

Torremendo. Primera misa del Domingo de la Divina Misericordia.


12:30

San Miguel. Segunda misa del Domingo de la Divina Misericordia.


14:00

Comida y bebida en casa de Heidi y Armin con Bea y con doña Nati:

Vino Montecastro.

Espárragos cos salsa holandesa y templada. 

Guiso de conejo con guarnición de zanahorias y polenta. 

Tabla hispano-suiza de quesos. 

Café y copa. 


8:00

Cena con Ana Isabel, Wilder, Luciana y Camila.


10:00

Visita a doña Nati. Mañana se cumplen catorce meses de la muerte de Paco. Pido a Andrés que venga a tocar el órgano. 


11:00

Después de despedirme de doña Nati voy a la iglesia para rezar completas. 

Luego escribo esto. 

Diario. Sábado, 26 de abril de 2025

 La Torre

sábado, 26 de abril de 2025


6:00

Suena el despertador que no me despierta porque estaba despierto desde las 5:59. 


6:30

Voy a desayunar la La Torre que está envuelta en tinieblas. Saco una foto de La Torre envuelta en tinieblas. 


7:00

Salgo para Alicante. 


7:30

Aparco cabe El Corte Inglés y camino hasta la estación de RENFE. 

Me da tiempo e rezar el oficio de lectura y las laudes antes de subir al tren. 


8:30

Subo al tren. El viaje hasta Madrid transcurre entre lecturas y oraciones. Bueno, también me duermo un rato. 


11:10

El tren llega, puntualmente, a Chamartín. Ha venido a recogerme Javier C. Qué amable. Me invita a a un café con leches y vamos a recoger a su padre que vive enfrente de la casa de Espinosa de Los Monteros. 

Desde allí vamos a El Pardo, al cuartel de la Guardia Real donde voy a bautizar a una infanta. 


14:00

La misa y el bautizo han terminado. No ha habido que lamentar víctimas y vamos a comer en el comedor de la Guardia Real al que se accede por un patio engalanado por las espectaculares flores moradas que penden de las frondosas glicinas. 


16:00

Nos despedimos. Voy con Ana y con Blanca a casa de Arantxa y de Jesús que no han podido asistir al bautizo de su nieto por la indisposición de Arantxa. Se nos unen Cristina, Javier y sus hijos Santiago e Isabel, la neófita. 

Charlamos y charlamos animadamente hasta las siete menos cuarto. Interrumpimos la charla solamente cuando urge cambiar los pañales a los infantes. Aprovecho la urgencia para salir a la terraza a rezar el rosario. 


6:45

Nos despedimos. Jesús me lleva a Chamartín. 

Antes de subir al tren he tenido tiempo de rezar vísperas y de escuchar una piadosa meditación. 


20:00

El tren sale para Alicante. 

Termino la lectura de En casa, de Aurora Pimentel. Tendré el libro a mano para reírme un rato cada vez que vuelva a escuchar uno de esos cansinos quejidos de las muchachas que piensan —y repiten—que su vida transcurre en desgraciadísima sumisión al patriarcado. 


Ceno un bocadillo. 


Veo algunas imágenes del funeral del Papa. Me felicito por lo cuidado de la liturgia y me apena que la gente se haya puesto a aplaudir después de la homilía y que nadie los haya rociado con gas pimienta. 


23:30

Llego a La Torre que está, otra vez, envuelta en tinieblas. 

Casi todos se han vuelto a Madrid. Resisten Elena —que lee recostada en un sillón y ajena a todo— e Ignacio y Rafael que —en otra pieza— celebran frenéticos el gol que acaba de marcar el Real Madrid. 

Como me puede el sueño, cuando empieza la prórroga del partido, me despido, me voy a mi piso y decido dejar el diario para mañana. 

sábado, 26 de abril de 2025

Diario. Viernes, 25 de abril de 2025

 La Torre

viernes, 25 de abril de 2025


7:00

Salgo para el hospital. 

Por primera vez desde que cambió la hora veo amanecer. 


7:40

Primera misa del viernes de la octava de Pascua. 


8:10

Oficio de lectura y laudes. 

Me siento para mirar fijamente al sagrario. 


9:00

Salgo para San Miguel pasando por la azotea del hospital. 


9:30

Leo la Constitución Apostólica, Universi dominici gregis. 


10:00

Saludo a Joan y me instalo en el confesonario. Llega Bernardo: 

— ¿A qué hora es la misa?

—A las once.

—¿Que hora es?

—Son las diez.

—¿Las diez?

—Sí. 

—Entonces falta media hora. 

—No, Bernardo, falta una hora. 

—¿Una hora?

—Sí. 


11:00

Segunda misa del viernes de la octava de Pascua. Al terminar aviso a la congregación de que mañana no habrá misa por la mañana. 

Me despido de Joan, de Teresa y de doña Nati y voy al banco. 

Voy a la casa abadía, actualizo las cuentas parroquiales y preparo mi maletita. 


12:30

Salgo para La Torre. 

Voy despacito, oyendo el recital que dio en Nueva York Joaquín Achúcarro en su noventa cumpleaños. 


13:30

Llego a La Torre. 

Encuentro allí a Ignacio, Almudena, Pepe, Fátima, María, Jacobo, Elena y Rafa. Muy bien. Empieza mi fin de semana de asueto. 



Después de comer se levanta la sesión y, los más, nos vamos a dar una cabezada. Alguno empieza en el sillón y acaba en la cama. 

El resto de la tarde se va en lecturas, paseos, conversaciones y oraciones.