1. ¡Justicia!
2. ¡Aplicar la Ley!
Al parecer son las dos respuestas que dividen a la opinión pública. Los sostenedores de la primera opinión llaman "formalistas" a los otros mientras que estos otros llaman "justicieros" a los primeros. Y a partir de ahí todo es perplejidad.
Pero entonces consultamos a los sabios. Don Ignacio Gomá trata el asunto en un prestigioso foro y lo hace con su habitual ecuanimidad, claridad y contundencia. No les falta razón (viene a decir) a quienes dicen que la finalidad de la Ley es la Justicia (finalismo) ni a los que objetan que hay que atenerse a unas formas para hacer Justicia y que esas formas se llaman Ley (formalismo). O sea, que el señor juez debe hacer justicia aplicando la Ley.
Pero ¿qué ocurriría si de la aplicación de la Ley se derivase una injusticia?
¡Peliaguda cuestión! Sería (viene a decir don Ignacio) una injusticia "material" no "formal" y, por tanto, no imputable al señor juez que no es Dios, ni el legislador sino un hombre sometido a la Ley.
Don Ignacio rechaza el dogmatismo formalista (y simplista, añado) de quienes dicen que el señor juez es una especie de autómata llamado únicamente aplicar la plantilla de la Ley a la realidad y aprueba la resolución judicial que permitió a una madre menor de edad donar un "segmento hepático" a su hija Naroa salvando así su vida aunque la Ley es tajante cuando prohibe la extracción de órganos -para la donación, supongo- a los menores. Dejar morir a la niña porque su madre de diecisiete años todavía no tenía los dieciocho habría sido -dice don Ignacio y yo suscribo- un dogmatismo inaceptable. Así que, en ese caso, estuvo bien aplicar el sentido común y saltarse una norma a la torera para hacer justicia aplicando la Ley -la Constitución, por ejemplo- por encima de una norma.
¿Puede hacer esto siempre un señor juez? No -viene a decir don Ignacio-; y no se trata de dogmatismo formalista ni de discrecionalidad justiciera sino de "dosis". Supongo que la jurisprudencia tiene una dosis de iuris y otra de prudentia. Una dosis de formalismo y otra de finalismo.
Llegados a este punto ya no caben los gritos: ¡Justicia! ¡Ley!. Estamos hablando de "dosis", de "matices" y de cosas por el estilo.