jueves, 7 de mayo de 2020
Jueves de la semana IV de Pascua
El 13 de mayo de 1917 Lucía, Francisco y Jacinta vieron por primera vez a la Virgen. Un mes después, el 13 de junio, la Virgen se les apareció de nuevo.
La primera vez les dijo tres cosas: «No tengáis miedo, rezad el rosario, los tres iréis al Cielo». Y les preguntó una cosa: «¿Estáis dispuestos a sufrir por la conversión de los pecadores?»
La segunda vez les dijo: «Quiero que recéis el rosario y que aprendáis a leer. A Francisco y a Jacinta los llevaré al Cielo muy pronto».
Los que no conocen a Jesús pueden extrañarse: ¿por qué les dice que recen el rosario y que aprendan a leer si se los va a llevar pronto al Cielo?
A los que conocemos a Jesús nos parece de lo más normal porque sabemos que Jesús, siendo el Hijo de Dios, tuvo que aprender a rezar como rezan los hombres y tuvo que aprender a trabajar y a estudiar como trabajan y estudian los hombres, con esfuerzo. Siendo Hijo de Dios no despreció la oración de los hombres sino que la inspiró y enseñó a sus discípulos a orar con el padrenuestro, uniendo al movimiento de los labios el afecto del corazón. Siendo Hijo de Dios no depreció el trabajo de los hombres sino que aprendió un oficio manual y aprendió, también a leer.
De modo que no tiene nada de raro que la Madre de Dios pida estas dos cosas a los niños: que recen el rosario y que aprendan a leer.
Como estamos haciendo esta novena también nosotros queremos hacernos niños para asomarnos a la casa de Nazaret. María y José se inclinan ante el Niño para lavarlo, peinarlo y vestirlo. Con amor se ponen a su altura para enseñarle a hablar, a rezar, a trabajar, a leer… Y Jesús, aunque es solo un Niño, sabe que ha venido al mundo para ponerse a nuestra altura, para lavarnos del pecado, vestirnos de santidad y enseñarnos a rezar y a vivir como hijos de Dios. Por eso, después de lavar los pies a sus discípulos les dirá: «Ahora que sabéis lo que tenéis que hacer, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica».
Madre del Rosario, te pedimos que nuestras parroquias y nuestras casas sean como vuestra casa de Nazaret, alegres en la pobreza, serenas en el trabajo, confiadas en la oración.
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2020 May 07th, Thursday
Thursday of fourth Easter Week.
On May 13th, 1917, Lucia, Francisco and Jacinta saw the Virgin for the first time. One month later, on June 13th, the Virgin appeared to them again.
The first time She said three things to them, "Do not be afraid, pray the rosary, you will go to Heaven." She asked them one thing, "Are you willing to suffer for the conversion of sinners?"
The second time She said to them, "I want you to pray the rosary and learn to read. I will take Francisco and Jacinta to Heaven very soon."
Those who do not know Jesus may be surprised. Why does She tell them to pray the rosary and learn to read if She is going to take them to Heaven soon? But for us it is nothing strange because we know that Jesus, being the Son of God, had to learn to pray as men pray and He had to learn to work and study as men work and study, with effort. Being the Son of God, He did not despise the prayer of men, but inspired it and taught His disciples to pray with the Our Father, accompanying the movement of the lips with the affection of the heart. Being the Son of God, he did not depreciate the work of men, but learned a manual trade and learned, also to read.
So it is not strange for the Mother of God to ask these two things of children: that they pray the rosary and that they learn to read.
As we are doing this novena we also want to become children to enter the house of Nazareth. Mary and Joseph bow to the Child to wash, comb and dress Him. With love they lower themselves to His height to teach Him to speak, to pray, to work, to read... Although He is only a Child, Jesus knows that He has come into the world to lower Himself to our height and thus wash us from sin, clothe us with holiness and teach us to live as children of God. Therefore, after washing the feet of his disciples, He will say to them, "Now that you know what you have to do, blessed are you if you put it into practice."
Mother of the Rosary, we ask that our parishes and our houses be like your house in Nazareth, blissful in poverty, serene in work and confident in prayer.
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