jueves, 16 de mayo de 2024

Diario. Miércoles, 15 de mayo de 2024

 San Miguel de Salinas

miércoles, 15 de mayo de 2024


En La Casa de los santos me encuentro hoy con san Isidro, con santa María de la Cabeza  —su esposa— y con san Illán. hijo de ambos. A san Isidro me lo encuentro otra vez en el hospital —misa de ocho de la mañana—, en San Miguel —misa de once— y en Torremendo durante la misa de ocho de la tarde. Esta última misa es muy solemne porque san Isidro es copatrono —con la Virgen  de Monserrate— de esa pedanía oriolana.  

No hay misa solemnísima sin sermón. Sermón al canto en Torremendo: quince minutos. 

La primera parte ya es un clásico. Se trata de una catequesis sobre la imagen del santo haciendo preguntas dificilísimas a los niños: ¿Dónde está la imagen de san Isidro? ¿Qué animales aparecen a sus pies? ¿Quién los guía?

Este año resultaba muy fácil identificar la imagen de san Isidro porque el archidiácono la había  adornado con flores y con muchas velas. 

La pregunta sobre los animales que aparecen a sus pies divide invariablente las  respuestas de los niños: ¡Dos perros!  No, son vacas. ¡Dos toros!    Y el archidiácono, que se sienta justo a los pies del santo, recuerda que el año pasado un niño gritó su nombre: ¡Don David!

Por último, las respuestas a la pregunta sobre quién guía la yunta de bueyes: ¡Un hombre con manto azul! ¡Tiene alas! ¡Es un ángel!

Entonces, captada la benevolencia de los niños y fija la mirada de la congregación en la imagen del patrono de los labradores, viene la segunda parte  del sermón que es, ni más menos, que un amable recordatorio del precepto dominical. 

Si la primera parte del sermón suele resultar algo ruidosa, la segunda parte suele tener dos efectos: 1.Algún o algunos de los congregados salen de la iglesia para fumarse un puro en la plaza. 2. El resto de la congregación escucha en silencio meditativo. Este año solamente una feligresa ha salido de la iglesia durante la segunda parte del sermón aunque, en honor a la verdad, he de decir que ha vuelto enseguida.



Hoy no ha habido tiempo para The  Crown ni para comer con doña Nati. Ha sido un día agitado y he comido en Bigastro con otros cuatro sacerdotes reunidos para estudiar un caso de moral y para comer. 



Leo el capítulo de Ejecutoria titulado El caballero infiel. Don Enrique García-Máiquez empieza hablando del Macbeth de Shakespeare y cita una frase traducida asina por Luis Alberto de Cuenca: Aquello que empieza con el mal, con el mal se afianza. Interrumpo brevemente la lectura para preguntarme si un Shakespeare español no habría dicho sencilla y barrocamente: «Lo que mal empieza, mal acaba». 

El capítulo, que no podía haber empezado mejor, sigue mejorando párrafo tras párrafo hasta una cita de Chesterton que elogia el Macbeth como cumbre de la literatura. ¿Puede seguir  ascendiendo y mejorando un capítulo que nos ha llevado a esas  alturas? Don Enrique lo consigue con otra cita del Macbeth que redondea el capítulo llevándonos, de vuelta, al título. A eso nos llevan la traición y el crimen: a que ya no quede nada serio en la existencia. «Si yo hubiese muerto una hora antes, habría culminado una vida feliz. Ya nada vale la pena. Todo es como un juguete. Honor y gracia han muerto. Se ha derramado el vino de la vida y solo quedan posos para  gloriarse en la bodega».

Con esa gloria acaba este capítulo que empezó así de bien.



Retomo la lectura de La nueva Jeusalén, de Chesterton. A los cinco  minutos  encuentro uno de esos dardos certeros de la literatura inglesa: «El Islam era un movimiento y, por eso, ha cesado de moverse. Porque un movimiento solo puede ser un estado de ánimo». Cierro el libro y  trato de hablar con Chesterton a quien tengo por santo. ¿Era un movimiento, querido Chesterton? ¿Ha cesado de moverse?  ¿No lo hallamos hoy muy agitado entre nosotros? 

Cierro  los ojos. Se me aparece la imagen de un escritor gordísmo y jovial y luego, no sé cómo ni por qué, recuerdo la agitación que han provocado en  las redes unas monjas, dizque contemplativas, de Belorado.

martes, 14 de mayo de 2024

Diario. Martes, 14 de mayo de 2024

 San Miguel de Salinas

martes, 14 de mayo de 2024


Hoy también he desayunado en la panadería porque se me ha acabado el Nescafé. 

Luego he andado algo liado y no he tenido tiempo ni para comprar los remedios que me recetó mi otorrino de cabecera. Ya veremos dónde desayuno mañana.



11:00

Nada de lío, todo orden perfecto y paz: misa de la fiesta de san Matías celebrada ad orientem y despacito. Las rúbricas —tan denostadas— son para mí una inspiración diaria. Recuerdo que, siendo yo un sacerdote joven, un santo religioso me dijo al terminar la misa: «No me gusta nada cómo celebras. Pareces un robot sin corazón, programado para hacer gestos y decir cosas que te han metido en la cabeza». Me pareció un elogio viniendo de él que era muy creativo y tenía algo de poeta romántico. Claro que ya andaba yo prevenido gracias a otro sacerdote, no tan santo pero gran amigo, a quien le preguntaron una vez que cómo diablos hacía para no emocionarse celebrando la misa. Su respuesta empezó con una amable negación de la mayor hecha in oblicuo. Respondió asina, poco más o menos: «Nuestras emociones durante la celebración de la misa no son de interés público. Las rúbricas, a las me atengo, nos permiten expresar las emociones  de Cristo que sí son de interés  público». 



He dedicado un poco de tiempo al estudio. Sé que mi cabeza no es un portento y que, por eso mismo, estoy más obligado que otros a esa disciplina. 



Como tampoco tengo buena memoria, procuro dedicar los restos del día, a dejar constancia en mi diario de las magnalia  Dei, o como se diga esa bondad de Dios que se manifiesta a cada uno: secretamente en cada latido del corazón y públicamente en la misa de cada día y de cada minuto. 

lunes, 13 de mayo de 2024

Diario. Lunes, 13 de mayo de 2024

San  Miguel de Salinas

lunes, 13 de mayo de 2024


Camila hizo su primera comunión ayer —día de la Ascensión— en La Torre.  Llevaba un par de días con un dolor de garganta al que ella misma quitaba importancia asegurando que se debía  «a la emoción». Estuvo todo el tiempo simpatiquísma, guapisima y serena —como siempre—.

Pregunté a uno de los invitados:

—¿A qué te dedicas?

Y él,con acento francés:

—Soy médico, trabajo en en el hospital Quirón.

Y yo:

—Vaya, soy el capellán de allí. ¿Cuál es tu especialidad?

Él:

—Soy  otorrino. 

Yo, de sorpresa en sorpresa:

—Vaya, estoy medio sordo desde que tuve el Covid en enero.

Él, amabilísimo:

—¿Puede venir a la consulta mañana a las nueve?



Esta mañana he desayunado a las 6:30 en la panadería: café con leches y un cruasán.

A las 7:30 estaba en el hospital. 

A las 8:00 he celebrado la primera misa de la Virgen de Fátima. Había que encomendar a ciertas Fátimas y a ciertos esposos que hoy celebran su aniversario de bodas.

A las 9:00 estaba en la consulta del otorrino. 

Me ha dicho que no me pasa nada y me ha recetado un par de cosas para la mucosa nasal. Desde entonces —aunque sigo medio sordo— me encuentro mucho mejor. 



A las once he celebrado la segunda misa de la memoria y a las 12:30 he salido para Benejúzar para hacer una romería al santuario de la Virgen del Pilar de Benejúzar con don AFM y don  José Antonio.

Como siempre, me he perdido. He preguntado a una vecina muy amable que me ha indicado el camino, me ha contado gran parte de su vida y me ha dicho que tienen en Benejúzar un párroco estupendo. 

Después de la romería hemos comido en un pinar. Como yo no había llevado comida, he practicado —con éxito— la mendicidad.

Como don José Antonio tenía prisa, don Antonio y yo lo hemos despedido y hemos entrado en un bar para tomar un café. La cafetera estaba averiada pero el dueño del bar —un individuo enorme y simpatíquísmo— nos ha ofrecido un granizado de café con leches y, mientras lo bebíamos, nos ha anunciado que no pensaba cobrarnos ni un céntimo pero que, a cambio, esperaba que rezásemos por él porque él no reza y necesita un milagro. A continuación nos ha contado su vida y nos ha mostrado un tatuaje que cubría todo su formidable brazo derecho y en el que podía verse el retrato de dos niñas, sus dos hijas. Justo esntonces ha dicho: «Miren, ahí viene la pequeña». Y, en efecto, ha entrado en el bar una niña mínima y sonriente. 

El padre:

—Saluda a los padres.

Y ella nos ha saludado gentilmente estrechando nuestras manos.

Esto no debo olvidarlo.



21:30

Vuelvo a casa. He estado viendo otro episodio de The Crown con doña Nati. Samira está pachucha. Doña Nati ha vuelto de su peregrinación a Santiago fresca como una lechuga.  

sábado, 11 de mayo de 2024

Diario. Sábado, 11 de mayo de 2024

 San Miguel de Salinas

sábado, 11 de mayo de 2024


A las 9:05 —con cinco minutos de retraso— he llegado a la casa de Joan y he llamado a Matthew:

—Matt, estoy en la puerta.

—Muy bien padre, gracias, ya vengo.

—Querrás decir «ya voy».

—Sí, padre, gracias: ya voy.

Cinco minutos después se abría la puerta del jardín y aparecían Matthew con su mochila y Joan y Laura. Y Joan y Laura abrazaban y besaban con muchos besos a Matthew despidiéndose de él. 

A las 9:15, Matt y yo salíamos para el aeropuerto de del Altet donde Matt tenía que tomar su vuelo para Birmingham.

Durante el trayecto hemos hablado, primero, de Neville Chamberlain y de su tolerancia con la estrategia  expansionista de Hitler. Luego hemos hablado  de Chesterton y eso nos ha llevado a recordar mi último viaje a Coventry y la visita que hicimos juntos a la tumba del escritor inglés en Beaconsfield. Era un día lluvioso pero nos daba igual. Paseamos mucho, charlamos largamente y —aunquenos costó bastante— encontramos la sepultura y rezamos un responso. 

A las 10:00 he dejado a Matt en el aeropuerto. Nos hemos despedido —sin besos ni abrazos pero con un cordial apretón de manos— hasta septiembre. En septiembre tiene previsto volver con Sara. 



A las  doce hemos celebrado en Torremendo la primera comunión de dos niñas y cinco niños. La iglesia estaba llena. En el altar me asistía el archidiácono. Asistían en calidad de catequistas maravillosas Yolima, Sonia y Teresa. Desde el coro alto cantaba el coro de  San Miguel. No ha habido que lamentar víctimas.

Después de la misa, Yolima, el archidiácono y yo nos hemos ido a comer con el coro al bar Andreu. 

En la mesa he aprovechado para contarle a Mari Luz, notaria de Torrevieja, que me han citado en un juzgado de allí para declarar como perjudicado y le he preguntado que si  puedo no presentarme. Mari Luz meha pedido que le mande la citación para que pueda darme un consejo. 



A  las 17:00 —después de hacer mi última meditación con  Mi secreto— le he enviado a Mari Luz la citación que me han mandado desde el juzgado de Torrevieja. 

A las 18:00 he celebrado la misa vespertina de la Ascensión. 

Después de la misa, la Coral Los Alcores ha interpretado un recital de El prícipe de Egipto. Muy oportuno recordar en la víspera de la Ascensión al buen  Moisés que, desde lo alto un monte, pudo contemplar la Tierra Prometida antes de ir a reunirse con sus padres.


A las 21:00, Ana Isabel me ha invitado a comer a su casa. De camino hacia su casa me han abordado un varón y una mujer muy afligidos. 

Él: Lo estábamos buscando.

Yo: Nos hemos encontrado. 

Ella: Ha muerto mi abuela y queríamos hacer el funeral mañana a las cinco de la tarde.

Les he dado el pésame y hemos estado  hablando un  rato. He anunciado en el muro de Fbk de la parroquia que mañana, a las 17:00 se celebrará el fueneral de María MC. Luego nos hemos despedido y he seguido mi camino.

De camino, he llamado al archidiácono. Como comunicaba,  le he dejado un mensaje: «Amable archidiácono: ¿Podría usted usted celebrar un responso mañana a las 17:00 en San Miguel? A esa hora yo  tendré que estar en La Torre para la primera comunión de Camila».



He saludado  a Ana Isabel, a Wilder y a Camila. Luciana estaba celebrando el cumpleaños de los trillizos. Wilder y Ana me han servido una copa de  vino y se han puesto a preparar la cena. Camila —que hoy se ha levantado con dolor de  garganta— se ha puesto a pintar una muñeca una  muñeca y a explicarme que su  dolor de garganta se debe a la emoción de la primera comunión. 

Durante la cena he hecho otro intento de hablar con el archidiácono. Esta  vez lo he conseguido. Vendrá mañana para celebrar el funeral. 



23:15

Completas. 

23:55

Termino esta página  de mi diario. 

Diario. Viernes,10 de mayo de 2024

 San Miguel de Salinas

viernes, 10 de mayo de 2024


7:00

Salgo para el hospital.

8:00

Primera misa. Hay que encomendar muchas cosas sin olvidar a Ciro Andrés y la salud de A y de MCAV. 

8:30

Oficio de lectura y laudes en latín con una App maravillosa que te permite traducir los textos automáticamente con solo poner el dedito sobre ellos.

Meditación con Las tres promesas contraculturales de un sacerdote. Subidón.

10.30

De vuelta a San Miguel, un penitente. Muy bien. 

11:00

Segunda misa. ¡Hay tanto que encomendar! Pero, ojo, la Misa no es solamente sacrificio impetratorio. Ante todo es sacrifcio eucarístico: hay que dar  gracias y no quedarse corto. Es sacrificio expiatorio: hay que pedir perdón. Es sacrificio lautréutico: hay que adorar a Dios dejando de lado para siempre la adoración de las criaturas y, especialmente, la adoración de uno mismo típica del fariseo del evangelio en plan «te doy gracias porque yo no soy como los demás». 



El resto de la mañana transcurre a la par de mi inútil empeño por reconfigurar la impresora que se ha desconfigurado hasta  que me llaman del tanatorio para regañarme porque son las 12:50 y nadie se ha presentado allí para el funeral de Julia que tendría que haber empezado a las 12.30.

Llamo al archidiácino. No contesta. Reviso el wasap y compruebo que cometí un error cuando le pregunté al archidiácono que si podía rezar un responso por Julia en el tanatorio el sábado a las 12:30. Me respondió que sí, que  iría al tanatorio el sábado a las 12:30 para rezar  el  responso por Julia. Pero resulta que el funeral era hoy, nomañana. 

Salgo pitando para el tanatorio. Ya estoy allí disculpándome con los deudos de Julia: «Lo siento de verdad, le dije al archidiácono que el funeral era el sábado. Error mío».

Los deudos de Julia —amabilísimos—se muestran de lo más comprensivos. Les digo que voy  a revestirme y que los espero en la capilla del tanatorio. 

Voy a la capilla del tanatorio y allí, revestido con su dalmática mejor, resplandeciente, sonriente y tranquilo, está David, el archidiácono. Me dice que los del tanatorio lo han llamado a las 12:40 muy alarmados por el retraso. Él no les ha dado explicaciones. No les ha dicho que la culpa era mía porque le dije que el funeral era el sábado. Se ha limitado a volar para el tanatorio y ha llegado antes que yo. ¡Bendito sea! Y bendito sea Dios que regaña a sus sacerdotes por medio de los empleados de los tanatorios y nos bendice con archidiáconos milagrosos.

Vuelvo al pueblo.

Antes de comer voy a comprar pan y, de paso. paso por la peluquería del nieto de doña Nati y le pregunto si, por ventura, los de Amazon no le habrán dejado un paquete para mí.

Sí. Me lo da. Es Ejecutoria, de don EGM. Se lo  agradezco y me feicito.



Después de comer hay que hacer una visita al Santísimo, rezar el Rosario,  meditar un poco, atender a Iván —el belga que se ha instalado en los locales parroquiales,  hacer cuentas y examen  de conciencia, leer wasaps, mandar wasaps concertando citas…

A las 17:30 hay que salir para Torremendo porque hay que confesar a los  sitee niños que harán  su primera comunión mañana. ¡Qué bien! ¡Qué bien se confiesan! Tengo que felicitar a Sonia y a Yoli, sus catequistas.

A las 18:30 hay  que salir para Campoamor.

A las 19:00 hay que celebrar la tercera misa del día porque don Isidro me ha pedido que celebre allí. El Derecho Canónico parece muy enemigo de permitir que un cura celebre tres misas en un  día que no es de precepto pero, al final, abre la mano reconociendo que es un Código y que solamente se justifica por el bien de las almas. Celebro esa tercera misa tranquilísimamente y, luego, charlo un rato con Concepción  B  y con la encargada  de la sacristía.

A las 21:00 —completas rezadas— vuelvo a la casa abadía con la intención de hacer una cena ligerísima e irme a la cama. Pero —¡oh!— ciento y piquito de wasaps. Algunos reclaman atención  urgente.



23:00

Ya he cenado y he empezado a leer Ejecutoria, el libro más gordo de don EGM He leído dos veces las diecisiete primeras páginas que se me han antojado  diecisete joyas y 

me han movido a tratar de resumirlas  resumidamente, o sea, con aforismos. 

Aforismo 1: Tus obras nobles te enoblecen, tu herencia noble te obliga.

Aforismo 2: No te ennoblece el rey. Él se ennoblece si premia tu virtud, a tu pesar.