lunes, 13 de octubre de 2025

Diario. Domingo, 12 de octubre de 2025

 San Miguel de Salinas

domingo, 12 de octubre de 2025

La Virgen del Pilar


6:00

Suena el despertador, lo apago y sigo durmiendo. 

7:30

Me despierto y me levanto. 

8:30

Abro la iglesia y me siento ante el sagrario con Rosarium Virginis Mariae. 

9:00

Oficio de lectura y laudes de la Virgen del Pilar. 

9:20

Me llama Miguel. Que si puede traerme unas credenciales de peregrinos que van a Santiago para que las selle. Que sí. 

Llega enseguida, nos saludamos, le doy el sello para que las selle él mismo, nos despedimos y salgo para Torremendo. 

9:45

En Torremendo saludo a Yoli que lo ha preparado todo porque el archidiácono ha ido a ayudar en otra parroquia. Entra en la sacristía M para encargar una misa por su padre. 

10:00

Misa de la Virgen del Pilar con homilía y todo.

10:45

Catequesis. Hago un resumen de la vida de Jesús. Hago algunas preguntas dificilísimas a los niños y los dejo con Yoli y con Sonia. 

11:15

Cuando llego a San Miguel ya está allí Joan. Le enseño a poner en marcha  el volteo de campanas, rezo sexta y voy a la casa abadía. Me cambio de camisa, doblo el alba que lavé y vuelvo a la iglesia para guardarla en la sacristía.

En la puerta de la iglesia saludo al comandante del puesto de la Guardia Civil y a algunos guardias que están llegando. 

Antes de revestirme para la misa cambio las pilas al micrófono inalámbrico. Muy bien. 

Llega el archidiácono que va a asistirme durante la misa. Muy bien. 

12:00

Empieza, puntualmente, la misa de doce y media que se ha adelantado media hora por la celebración de la Guardia Civil. 

Canta el coro, muy bien. 

El archidiácono proclama todas las lecturas. Yo predico una breve homilía. 

Después de la misa hay un homenaje a los caídos de la Guardia Civil. Mientras catamos La muerte no es el final, dos guardias llevan una corona ante la imagen del la Virgen. Todo acaba con el himno de la Guardia Civil. 

En la puerta, el archidiácono y yo despedimos a la congregación y repartimos sobres para el DOMUND. 

13:15

Voy a la casa abadía para cambiarme de camisa.

13:45

Voy con Iván, el Belga, a buscar a doña Nati. Luego Iván nos lleva a casa de Armin y Heidi, donde vamos a comer. 

Allí encontramos a Alex y a su hija Anuk. Poco después llega Bea. 

Heidi, Armin, Alex, Anuk y Bea, hablan entre ellos en alemán. Para hablar con doña Nati y conmigo, Heidi, Armin y Bea pasan al español. 

Para hablar entre nosotros, Alex y yo usamos el inglés. 

Hablamos de Suiza y de España, de László Krasznahorkai, de la alstromeria áurea y de otras cosas. Armin quiere saber cómo se llaman las puntas de las barras de pan y doña Nati le informa de que se llaman «curruscos». Armin pide que lo deletreemos. Lo deletreo y Armin repite: «currusco». Luego Heidi repite «currusco», y le da la risa. Luego Eva repite, muy seria: «currusco». Anuk nos observa en silencio. 

16:20

Nos despedimos. Iván el belga nos está esperando para devolvernos a San Miguel. 

16:35

Siesta. 

17:00

Misterios gloriosos. 

Lectura del libro de Tobías. 

Lectura de las Confesiones. 

17:30

Voy a la iglesia. Visita al Santísimo.

  He traído de Torremendo unos papeles del tanatorio. Tengo que comprobar que todas esas defunciones está anotadas. 

No todas están anotadas. Tomo nota para anotarlas mañana, si Dios quiere. 

Me siento ante el sagrario. 

17:45

Vuelvo a la casa abadía. 

Lectura de La Sagrada Familia, de Entrambasaguas. 

18:30

Cierro los ojos para escuchar el Trío nº 1 en si mayor para piano, violín y chelo —de ahí su nombre— de Brahms. 

19:15

Lectura de la segunda entrega de Mil ojos esconde la noche. 

20:00

Me preparo una cena ligerísima así:

1. Pelo un tomate. En el proceso me hago un corte en el pulgar de la mano izquierda. Duele horrores pero no me desmayo ni lloro ni nada. 

2. Cuando consigo cortar la hemorragia, termino de pelar el tomate y lo corto en rodajitas. 

3. Lo aliño con aceite de oliva, vinagre de Jerez y sal del Mediterráneo. 

4. Lo bendigo todo. 

Luego me la zampo. 

20:40

Voy a la iglesia y aprovecho para tirar la basura orgánica al contenedor de basura orgánica. 

Justo cuando llego a la iglesia, salen de ella cuatro seres humanos. Me alegro de que la hayan encontrado abierta. Ordeno un poco la mesita de las estampas y publicaciones. Alguien ha dejado allí tres euros. Me felicito. Completas.

20:55 

Apago las luces, cierro la iglesia, vuelvo a la casa abadía y escribo esto. 

domingo, 12 de octubre de 2025

Diario. Sábado, 11 de octubre de 2025

 San Miguel de Salinas

sábado, 11 de octubre de 2025


6:00

Suena el despertador. Lo apago y sigo durmiendo. 

8:00

Me despierto y me levanto. 

9:00

Abro la iglesia y me siento para mirar fijamente al sagrario. 

9:30

Llega Joan. Oficio de lectura y laudes. 

Preparo el altar con Joan. 

10:00

Voy al confesonario. Veo una entrevista de Alberto Garín a Juan Manuel de Prada. 

Bernardo llama a la puerta del confesonario para preguntar que a qué hora es la misa, que cuánto llevo en el pueblo y todo eso. Le muestro una estampa del cura de Ars y le digo que, si se dejara melena, cualquiera lo confundiría con el santo. Sonríe y me besa la mano derecha. 

11:00

Comienza puntualmente la misa de once. 

11:30

Me están esperando los franceses que vienen a consultar el archivo. Los acompaño al archivo. 

Me está esperando un solicitante a quien cité ayer para hoy. Nos dirigimos hacia el rincón de  San Miguel y, al pasar ante la sacristía, observo que Joan está preparando los ornamentos verdes para el domingo. Le digo que los ornamentos para la virgen del Pilar son blancos. 

Me despido de Joan y me pongo a preparar el bautizo de Ewa Torrecillas Bieszczad. 

12:00

Empieza el bautizo de Ewa. A su hermano Óliver lo bauticé hace seis años o así. 

Terminado el bautizo, observo que Joan ha puesto en el sagrario el velo verde. Lo cambio por el blanco. Cambio también el mantel del altar para poner el de las fiestas de la virgen. 

Pongo en una bolsa un alba que hay que lavar. Justo entonces, los franceses terminan su labor de investigación y vienen a darme las gracias, a rogarme que nos hagamos una foto y a despedirse. 

Anoto el bautizo de Ewa en el libro de bautismos. Busco la partida de bautismo de Jose y anoto al margen su matrimonio con Adriana. Busco la partida de Adriana y anoto al margen su matrimonio con Jose. Mando un mensaje a Adriana preguntándole que si comunicaron el matrimonio al registro civil y que si les dieron una copia de la comunicación para devolver a la parroquia. 

13.15

En la casa abadía pongo a lavar el alba, actualizo las cuentas parroquiales y escribo esto. 



14:00

Voy a comer a casa de doña Nati. 

Encuentro allí a Eva, a Miguel y a Miguel Jr. Hablamos de:

1. La boda de Samira. 

2. El aljibe de doña Nati

3. Arquitectura

4. El próximo viaje de Miguel Jr a Filipinas. 

También comentamos el extraordinario parecido de Bernardo con el cura de Ars. 

16:00

Doña Nati se va jugar al parchís y se levanta la sesión. 

Yo voy a la iglesia para hacer la visita al Santísimo y rezar los misterios gozosos. 

16:30

La iglesia se llena de turistas que han aprovechado que no llueve para salir como las serranas. Huyo a la casa abadía. Allí tiendo el alba y me siento para escuchar Seis lieder para tenor o soprano y piano. Op 6, de Brahms.

17:00

Hago un esquemita para la minihomilía de esta tarde. 

Lectura del libro de Tobías.

Lectura de las Confesiones. 

17:30

Vuelvo a la iglesia, doy el primer toque, preparo el altar, me revisto doy el segundo toque y voy al confesonario. Mensaje a Zakaría. Que si puede venir a las seis y media. Vísperas. Un penitente. Doy el tercer toque: volteo de campanas porque es fiesta. 

18:04

Empieza, con cuatro minutos de retraso, la misa de seis. La ofrecemos por Fulgencio que era de Nerpio —Albacete— y que murió hace un mes con noventa y dos años. 

En la homilía hablo de la Virgen del Pilar que es patrona de la Hispanidad, no de España, y de la maravillosa obra evangelizadora de la América hispana. 

Al terminar la misa salgo a la puerta para repartir los sobres del DOMUND. 

18:45

Llega Zakaría y le ruego que baje del coro la alfombra de las fiestas y que la extienda ante el altar, sobre la alfombra de todos los días. Mientras cumple con su misión, yo recojo todo. 

Mensaje de Wilder. Que me esperan a las ocho y cuarto para cenar en su casa. 

19:00

Voy con Zakaría a Más y Más y llenamos dos bolsas de víveres: una para él y otra para mí. En la mía hay una bolsa de huesitos-chuche para Óliver y unos chocolates para Luciana y Camila. 

19:30

Mientras aparco el coche en el garaje, Zakaría lleva mi bolsa a la casa abadía. Luego nos despedimos. Él se va a su casa y yo voy al despacho y escribo esto.



20:10

Voy a cenar a  casa de Ana Isabel y Wilder. Luciana se fue ayer a Madrid con otros niños para conocer la Warner. Llegará esta noche. 

Ana Isabel y Wilder han hecho una pizza maravillosa. 

Hablamos del nuevo trabajo de Wilder, del viaje de Luciana, de Camila a la que levaron a urgencias hace dos días y de otras cosas. 


21:10

Nos despedimos, vuelvo a la iglesia, rezo completas, apago las luces, cierro las puertas y voy a la casa abadía para escribir esto antes de acostarme.

viernes, 10 de octubre de 2025

Diario. Viernes, 10 de octubre de 2025

 San Miguel de Salinas

viernes, 10 de octubre de 2025


A las siete menos diez abro la iglesia, enciendo las luces y salgo para el hospital. Me extraña el poco tráfico que hay. También me extraña lo vacío que está el aparcamiento del hospital. También me extraña no ver a nadie en la planta en la que está la capilla. También me extraña que, a las ocho menos veinte, no haya llegado ni uno de los asistentes habituales a la Misa. Estoy titubeando cuando llega el doctor R. Empieza la misa.


A las ocho y media salgo del hospital. ¿Qué pasa? No parece un día laborable. 


A las nueve aparco en el garaje y me siento ante el sagrario. Luego rezo el oficio de lectura y las laudes y luego cambio el velo rojo del sagrario que recuerda a san Dionisio y a los otros mártires galos  por el blanco que recuerda a santo Tomás de Villanueva. 

A las diez voy al banco. El director no está y, además, su despacho está apagado. 


A las diez y media vuelvo a la iglesia. Como no va a venir Joan, doy el primer toque de misa y empiezo a preparar los libros. Teresa me entrega un papelito con una intención para la misa de hoy. Enciendo una vela a cada lado del sagrario y llevo al altar el misal, el cáliz, el copón y las vinajeras. En una credencia, cabe el altar, pongo el lavabo. Doy el segundo toque de campanas y enciendo la megafonía. Anuncio en Fbk y en el grupo de WhatsApp de la parroquia que la misa del domingo será a as doce, media hora antes de lo habitual. Apago las velas de los lados del sagrario y enciendo las del altar. Doy el tercer toque de campanas, me revisto y la misa de once comienza a las once. Muy bien. 


Terminada la misa recojo todo y voy al despacho parroquial. 


Son las doce y piquito cuando, rezado el ángelus, me siento ante mi Mc para actualizar las cuentas parroquiales. Justo en ese momento suena el teléfono. Es Wilder que lleva desde ayer queriendo hablar conmigo. Quedamos en el JJ. Lo invito a tomar agua con gas y medio sándwich de jamón y queso. Yo me invito a tomar un café con leche y la otra mitad del sándwich. Charlamos. Entre otras cosas me cuenta que hoy tenían que terminar la jornada a las tres pero que, a las diez, el jefe los ha invitado a almorzar y los ha mandado a casa porque hay alerta por las lluvias. Entonces me explico el misterio del hospital desierto y lo demás. Justo entonces observamos que los del banco han cerrado. Chispea un poquito. 


En la iglesia rezo la hora sexta y en el despacho termino de actualizar las cuentas, mando a Fátima y a Jose la oración de los fieles para su boda, borro un montón de correos y guardo uno para atacarlo por la tarde. Leo el evangelio de san Mateo, empiezo la lectura del libro de Tobías, lo recojo todo y me pongo un bonito poncho impermeable para ir a casa de doña Nati porque está lloviendo. 


Noticias. Doña Nati ha ido esta mañana al ayuntamiento para asistir a la boda de Samira. Samira se está arreglando porque va a comer con su esposo. Cuando baja la felicito, me da las gracias y se va. Digo «novia mojada…» y espero a que doña Nati complete la frase. Pero se ve que doña Nati no conoce el dicho y se queda mirándome y esperando el final del acertijo: «novia afortunada». Y añado: «esperemos que no haya que decir en este caso novia resfriada». Ahora está diluviando. 


Son las tres menos cuarto cuando me despido de doña Nati. Por delante de su casa pasa una corriente de agua. Pienso que puedo vadearla de puntillas sin mojarme mucho pero los pies se hunden hasta ls tobillos. En vez de ir a la iglesia para hacer la visita al Santísimo, voy a la casa abadía para ponerme unos zapatos secos. Los mojado los pongo a secar ante un ventilador. Enciendo el ventilador para que se sequen los zapatos. Luego, con la fregona y un cubo, recojo el agua que ha entrado por la terraza, ha cruzado e dormitorio pasando bajo la cama y ha llegado al pasillo. 


Son las tres y media cuando me siento para escuchar el Scherzo para piano en mi bemol menor y la Sonata para piano nº 3, de Brahms


Son las cuatro cuando voy a la iglesia para hacer la visita al Santísimo, rezar los misterios dolorosos y empezar a leer la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae. Entonces vuelvo al despacho y escribo esto. 



Son las cinco y cuarto cuando ataco al correo que dejé pendiente esta mañana. Es de la administración del cementerio que me manda las cuentas de septiembre. Hay que incorporarlas a la contabilidad parroquial. Entre tanto, el correo y el WhatsApp se han vuelto a llenar. Un mensaje: Buenas tardes Don Javier soy X vera no tengo a quién acudir aquí porque la verdad no tengo confianza me han comunicado que mi papá está con cáncer en mi país y tengo que pagar el tratamiento que me cuesta 3500 y tengo 1500 pero me faltan 2000 yo quería saber si usted me puede prestar 2000 y yo en diciembre con la doble paga se los devuelvo no sea malo no tengo a quién acudir me da vergüenza molestar pero no tengo a quién acudir . Quedamos en hablar mañana. 

Son las seis menos cuarto cuando me pongo a leer las lecturas y las oraciones de la misa del domingo y a preparar la homilía. 


Son las seis y media cuando vuelvo a la iglesia para rezar vísperas. Hay que recoger el agua que ha entrado en la iglesia por las puertas y en la sacristía por las ventanas. Hay que subir al campanario para cerrar la ventana. 


Son las siete y piquito cuando salgo a comprar víveres. Todo está cerrado porque hay alerta roja. Los niños no han ido al colegio. Chispea un poco. Me encanta el drama: ¡alerta roja! Como los de la flotilla.


A las siete y media cierro la iglesia. No se ve un alma en la calle. Dejo en la casa abadía la mínima compra que he hecho y vuelvo a salir para pasear por el pueblo desierto como hacía durante la pandemia. 


Son las ocho cuando acabo de volver a casa y suena el teléfono. Es Wilder que me invita a cenar en su casa mañana. ¡Qué amable!


Me pongo a leer Cárcel de tinieblas —segunda parte de Mil ojos esconde la noche— de Juan Manuel de Prada. Voy por la página 540 pero ya estoy en condiciones de declarar que es la mejor novela española de los últimos ciento veinticinco años. 


Advertencia: Si alguien, aprovechándose de la libertad que dan las RR SS, se atreve a preguntarme en plan zasca que si he leído todas las novelas españolas, lo bloqueo. Con nosotros, los críticos literarios de toda la vida, pocas bromas. 


Me pongo a leer La sagrada familia. Recuerdo mi frase favorita de Javier Gomá: «El mal ejemplo crea buena conciencia». Y procuro disfrutar del libro mientras lo leo y, luego, hacer examen de conciencia comparándome con Dios —sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto— y no con esos pobriños que andan como imputados. 


Cierro el libro y recuerdo una conversación que tuve hace cosa de tres años con un sacerdote algo mayor que yo. Es un sacerdote sabio, fuerte —no de gimnasio sino de monte, de ayuno y de oración — y recio. Es un sacerdote que sabe de todo pero que solamente habla de Dios. Es un sacerdote que —mientras estuvo en Alicante— venía a visitarme cada semana no para pedirme dinero o algo así, sino para interesarse por mí. Recuerdo que un día me quejé porque un arcipreste y su camarilla andaban murmurando de mí. Si yo esperaba consuelo, si buscaba un cómplice para murmurar del arcipreste y de su camarilla lo que encontré fue un amigo que habló como un padre del desierto: «Si murmuran y dicen eso de ti, por algo será». Y, cada vez que lo recuerdo, vuelvo a decir: «¡Glup!».