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lunes, 15 de noviembre de 2021

Día de paseo

 De 8:00 a 10:30 paseo con el cura del Pilar de la Horadada por la sierra de los Alcores. Vemos un águila y muchas setas amarillas y grandes ¿Cómo de grandes? Pues no sé: como dos puños. 

Me cuenta qué fue lo que más le impresionó de una visita al zoo hace unos quince años: 1. La huella de un tigre. 2. El brazo enorme de un gorila y un letrero que prohibía mirar fijamente a los gorilas porque, al parecer, eso los exaspera no poco. 3. ¿Qué era lo tercero? ¡Ah, sí! El rugido de los leones. 

Yo le he he destripado dos películas que he visto últimamente: La odisea de los giles y Operación final protagonizada por Ben Kingsley. Y le he hablado del libro que acabo de terminar y que es lo mejor que he leído hasta ahora durante este año: El progreso del peregrino, de John Bunyan (1628-1688). 

A las doce Misa. Memoria de San Alberto Magno (1200-1280). En Padua, donde lo enviaron a estudiar las artes liberales, conoció a los dominicos y tomó su hábito. Eran los años de la fundación de las universidades de Cambridge y de Salamanca. 

De 15:00 a 18:00 despacho parroquial. Pongo al día las cuentas de la parroquia de Nuestra Señora de Monserrate y las del cementerio. Me llaman por teléfono: 1. Armin. 2. Otra vez Armin. 3. Mi hermana María. 4. Gloria, de Torremendo. 

A las 18:00 llevo la comunión a Paco y rezamos el rosario en su casa que está muy calentita, lo que me lleva a recordar que tengo que encontrar algún radiador de bajo consumo para la casa parroquial. 

A las 19:15, después de hacer unas compras, cierro la iglesia, me pongo a escribir esto y me dispongo a leer cincuenta páginas de El infinito en un junco. 

martes, 13 de abril de 2021

Sound of Metal

        La he visto esta tarde, apremiado por los cientos de cartas que pedían mi opinión sobre ella. 

Cuando le preguntaron a Benedicto XVI —muy aficionado a la música— que si le gustaba el rock, respondió, con su amabilidad habitual, algo así como: «lo encuentro, tal vez, un tanto dionisíaco». Expresó perfectamente lo que yo no habría sabido expresar. Yo habría dicho, tal vez, que me parece un ruido infernal. La película empieza así: con un batería cubierto de tatuajes y una chica que… ¿canta? Bueno, que grita cosas obsecenas. Todo muy dionisíaco y, eso sí, muy espectacular. 

Enseguida nos enteramos de que el batería se ha quedado sordo, cosa que no nos extraña nada, y comienza una historia impresionante que nos habla del silencio y de lo que el silencio puede crear. 

No hay moralina ni moraleja en esta película. Tampoco hay preciosismo, manierismo ni nada de eso y —otro gran mérito— no le sobra ni un minuto.

El título parece hacer referencia al sonido de Obús que es el sonido de la música, de las voces humanas o de las campanas tal como lo percibe un corazón atormentado y roto. 

He dicho.  

domingo, 11 de abril de 2021

El cielo sobre Berlín

Sábado, 10 de abril de 2021

 A 

J.V.P.,  experto en cine 

que está interesadísimo  en conocer 

mi opinión sobre esta película.


A


 R.B.V

recién nacido en Oxford. 


No la había visto. La he visto esta tarde. 

Der Himmel über Berlin se estrenó en 1987, dos años antes de la caída del muro. Muy bien. 

La dirigió el famosísimo Wim Wenders. Muy bien.

Tiene dos partes: una en blanco y negro con algunos destellos puntuales de color y otra en color con puntuales brumas de blanco y negro.

Primera parte en blanco y negro con puntuales destellos de color:

Aquí conoceréis a dos ángeles —Damiel y Cassiel— que ejercen su ministerio protector y benéfico en Berlín. 

Observan a los hombres no con desprecio —como los demonios— sino con una mezcla de ternura angelical y de sorpresa infantil. 

En sus ratos libres disfrutan contándose lo que han aprendido entre los hijos de los hombres y entonces —en una escena inolvidable en la que ambos conversan en un descapotable—  comprendemos la diferencia entre Damiel y Cassiel. 

Cassiel ha anotado en su diario cosas como estas: «El Sol ha salido a las 7:22 y se pondrá a las 16:28. La luna saldrá a las 19.04 y subirá el nivel de las aguas del Havel y del Spree. Hace veinte años se estrelló en Spandau un caza soviético. Hace 50 años se celebraron los Juegos Olímpicos…» Damiel lo interrumpe señalando con un gesto a una pareja de enamorados. Ese gesto describe a Damiel. Pero Cassiel sigue leyendo sus anotaciones: «En el paseo de Lilienthal un hombre ha detenido el paso y, por encima del hombro, ha mirado al vacío. Un empleado de correos que iba a jubilarse ha pegado sellos de coleccionista en sus cartas de despedida y luego, en la Mariannenplatz ha charlado en inglés —y lo ha hecho con soltura a pesar de que no lo hablaba desde el colegio— con un soldado americano. Un recluso de la cárcel  de Plötzensee, antes de lanzarse de cabeza contra un muro ha gritado: ‘Ahora’. En la estación del metro del zoo el revisor, en vez de decir el nombre de la estación ha anunciado: ‘Tierra de fuego’. En las Rehbergen un anciano leía la Odisea a un niño que escuchaba sin pestañear». 

Son las observaciones de alguien que mira el mundo desde cerca  -con ingenio- y desde fuera. 

«Y tú ¿qué me cuentas?» — pregunta Cassiel a Damiel en esta escena inolvidable filmada en blanco y negro. 

Y Damiel, que empieza leyendo sus notas, acaba hablando de memoria o —como dicen los ingleses— «de corazón». Y la cámara nos muestra a un hombre que lleva en brazos a un bebé y a una mujer que va a su lado. Y dice Damiel: «Una mujer ha cerrado el paraguas bajo la lluvia para mojarse. Un niño ha explicado cómo crecen los helechos y ha asombrado a su profesor. Una invidente ha palpado su rejol al notar mi presencia». Y la cámara nos muestra el rostro de Damiel que parece un hombre aunque es un ángel que sueña con ver el mundo desde dentro. 

Son las observaciones de alguien que quiere ver el mundo desde sus entrañas. 

En esta escena inolvidable, el famosísimo Wim Wenders y la cara de Damiel nos explican todo. 

Dice Damiel mientras el famosísimo Wim nos muestra su cara como de ensueño o contemplación: «Es maravilloso ser un ángel y ver las almas de los hombres y observar lo que sienten. Pero para saber de los hombres hay que ser hombre y no basta toda la inteligencia angélica como no basta ninguna inteligencia creada para saber qué es Dios porque sin experiencia de Dios la Teología se queda tan corta como la Antropología, la filantropía o la filatelia se quedan cortas siempre para explicar lo que es un ser humano». 

Reconozco que estas palabras de Damiel las he traducido con cierta libertad. Pero debo decir que los que han doblado la película y los que han puesto los subtítulos en castellano han sido mucho más perezosos que yo porque ni siquiera se han puesto de acuerdo para que el audio y los subtítulos en castellano dijeran lo mismo. 

En fin, que Damiel anda enamorado. ¿De quién? De una chica que es  francesa y trapecista de un circo. 

En esta primera parte —en blanco y negro— no solamente aparecen los ángeles. También aparecen los hombres. Muchos son niños. Hay un hombre triste que es poeta. Otro que se está muriendo. Una prostituta… Todos tienen su ángel. 

        Segunda parte en color con neblinas puntuales en blanco y negro: 

No hay que destripar las películas. ¿Puede un ángel hacerse hombre por amor a una mujer?

    ¿Puede haber ángeles en un concierto de Nick Cave & The Bad Seeds



Don J.V. P. arde en deseos de conocer mi opinión sobre esta película. Los expertos en cine son muy impacientes. 



Me ha encantado. ¡Gracias, Jaime!

viernes, 9 de abril de 2021

Hablando de cine con los expertos y discrepando a veces de ellos

A don José Luis Garci:

porque se admira y nos enseña a mirar.

¡Qué grande es el cine!

Son muchos los expertos en cine (EEC) que me han preguntado alguna vez: «¿Cuáles son sus películas favoritas, oh don Javier (DJ)?». 

Voy a hacer aquí la lista justificada de todas ellas eligiendo una por década y dando voz a los EEC. 


Felices años veinte


DJ: De esos años solamente recuerdo una: El acorazado Potemkin, Serguei Eisenstein. (1925). Reconozco que, cuando la vi en Pamplona —hace cosa de cuarenta años —bostecé no poco y aposta. Por estas faltas pido perdón y penitencia a los que hace cuarenta años intentaban desasanarme. Ahora soy capaz de apreciar todo el drama en la famosa escena de la escalera.

EEC: Pues esa película es, en efecto, muy buena. Si usted bostezó cuando la vio por primera vez era usted, en efecto, un asno. Y si lo hizo aposta hace ahora bien en pedir perdón y penitencia. Pero si solamente recuerda esa de los felices años veinte, entonces no es usted un ECC.

DJ: Totalmente de acuerdo con ustedes en todo. 


Tristes años treinta


Sopa de ganso de Leo McCarey con los hermanos Marx. Claro que Blancanieves (1937) película de la infancia que vi en el cine Benlliure tampoco estaba mal. 

ECC: Dejando a un lado el hecho de que usted ha prometido elegir una película de cada década y el hecho de que ha elegido dos de los años treinta, nosotros, los EEC, podríamos elegir otras pero no podemos objetar nada a su elección porque son, sí, dos magníficas películas. 

DJ: Gracias, EEC, por su lógica y por su amabilidad. ¡Gracias!


Años cuarenta


DJ: Seré breve: La Belle et la Bete (La bella y la bestia) de Jean Cocteau (1946). Sobre todo cuando la bestia, ya convertida en príncipe, pregunta a la bella: «¿Tienes miedo?» Y ella le responde: «Me gusta tener miedo cuando estoy contigo».  Dumbo y Bamby ya no me emocionan tanto como me emocionaron en su día.

EEC:No es una mala elección pero tampoco es la mejor de esos años. 

DJ: Decidan ustedes sobre las mejores. Siempre aprendo de ustedes. Aquí hablo de mis favoritas. ¡Gracias!

Años cincuenta


DJ:  Sé que a muchos puede parecerles raro que un cura elija entre todas las pelis de los cincuenta una historia romántica como An Affair to Remember (Algo para recordar) de Leo McCarey (1957). Los EEC y los curas que la hayan visto lo entenderán. 

EEC: Pero —¡alma de cántaro!— en aquella década prodigiosa Elia Kazan hizo La ley de Silencio en la que aparece un cura que queda muy bien. Y Fritz Lang dirigió Mientras Nueva York duerme y Más allá de la duda. ¿Insiste usted en su absurda elección?

DJ: No es absurda mi elección. Insisto. Y ustedes saben por qué. 


Años sesenta


DJ: Como nací en 1960 he puesto una especial atención en las películas que se produjeron en esa década y me quedo con otra de LeoMcCarey El diablo nunca duerme. Antes de que me crucifiquen por semejante elección trataré de justificarla: va de unos misioneros católicos en China que resultan de lo más rídiculo. Y acaba bien. Me siento identificado con esos misioneros ridículos y me encantaría acabar como ellos. 

EEC: No hace usted sino echar lodo sobre su —quizá sobrevalorado— buen gusto cinematográfico. Y no se refugie en su calidad de cura. Hay curas cultos. No hace falta que sean EEC como nosotros. Todos ellos, si les dan a elegir, prefieren a Elia Kazan que consagró los sesenta con Wilde River Esplendor en la hierba y América, América. 

DJ: ¡Oh sí! ¡Elia Kazan! ¡Qué genio! Y ¡qué maravillosas esas tres películas de los sesenta! Pero, por eso mismo, me quedo con la de LeoMcCarey que no perdió su buen humor ni en los años sesenta.


Años setenta


DJ: Me quedo con la segunda parte de El Padrino. 

EEC: Pues no es mala elección para alguien como usted tan lleno de prejuicios.

DJ: Son, precisamente, mis prejuicios los que me hacen elegir las mejores películas de cada década y los que me han granjeado justa fama de infalible en la materia. He dicho. Aunque, ahora que lo pienso, me ha encantado otra película que vi hace poco y que es del mismo año que El Padrino. Se trata de Jeremiah Johnson (Las aventuras de J. Johnson) de Sydney Pollack (1972).


Años ochenta


DJ: Aquí no cabe la menor duda ni la menor discusión y no voy dar voz a los EEC. La mejor película de esos años es de Sidney Lumet (1988) y se intitula Running on Empty.

EEC: ¡Protestamos! No tiene usted ni idea. Protestamos enérgicamente. Hay cien mil películas de los ochenta mejores que esa. 

DJ: Teniendo en cuenta que ustedes —los EEC— son pequeños, los perdono. Pero les ruego que recuerden que este es mi blog y que ustedes vienen aquí a aprender o a enseñar pero no a protestar. Y que no les he dado la palabra. 

Años noventa

DJ: Hace poco he visto The Straight Story (Una historia verdadera) de David Lynch (1999) y la pongo aquí como mi preferida de la década. 

EEC: ¿Podemos decir algo? 

DJ: No. 


Y llegamos a la primera década del tercer milenio


DJ: Me quedo con The Pianist (El Pianista) de Roman Polanski (2002) y con Parásitos de Gisaengchung (2019) y con Nomadland de Chloé Zhao (2020) que vi antier y me encantó. 

EEC:

DJ: No.

lunes, 4 de mayo de 2020

Parroquia en fase 0 (2)

lunes, 4 de mayo de 2020

A las 8:00 leo las normas del obispado sobre la desescalada por fases desde el estado de alarma hacia la nueva normalidad. 
En la fase1, que empezará el 11 de mayo:
El aforo de la iglesia estará limitado a treinta personas en San Miguel de Salinas y a diez en Torremendo.
A las personas que se encuentren en los llamados «grupos de riesgo» les rogamos que sigan la celebración desde sus casas por la televisión de San Miguel que también emite en Facebook: Vega Fibra San Miguel. ¡Viva Vega Fibra!
Se recomienda vivamente a los asistentes el uso de mascarillas aunque no sea obligatorio.
Si hay cantos solamente deben oírse las voces del sacerdote y del organista y no es porque ellos canten mejor que los demás sino por razones de higiene.
No está permitido agruparse en la puerta de la iglesia a la entrada o a la salida de la misa. Dentro de la iglesia hay que permanecer siempre a una distancia de dos metros de los demás. 
En las pilas de agua bendita habrá gel desinfectante bendecido. Se recomienda que al entrar y al salir todos se desinfecten las manos y hagan una oración implorando a Dios la purificación de sus pecados. 
Para la comunión los asistentes permanecerán en sus sitios. El sacerdote dará la comunión en silencio a los que estén de pie o de rodillas, presentándoles el Cuerpo de Cristo para que lo adoren en silencio y comulguen. 
La iglesia será desinfectada antes y después de cada celebración. Se ruega a todos los que puedan ayudar en esta tarea que se pongan en contacto con el párroco. 

A las 9:00 Simon viene a desinfectar la iglesia y va a la ferretería a comprar cositas. 

Después de misa, a la una, cuando acabo de publicar la homilía llega Enrique para hacer una visita el Santísimo. Me dice que no se me oía bien por la tele, que el micro que usaba antes era mejor. Le pregunto que cuándo abren la peluquería. Me dice que hoy ya está abierta y me da el número de teléfono. Llamo. Que vaya ahora mismo. Vuelo a la peluquería. 

A la una y media voy a la farmacia a comprar mascarillas. La farmacéutica me felicita porque calcula que he perdido ocho kilos. Me felicito. Alcohol de romero no tienen, pero pedirán para mí. 

A las dos paso a recoger las viandas de doña Nati. Exacto: la bolsa grande para Simon, la pequeña para mí.

Después del té de las tres y cuarto me tomo el té de las tres y media

¿Qué tal Birdman? Pues déjame pensarlo un poco. ¿No es de tiros? No, no es de tiros. 

A partir de las seis se acaba el té. Es tiempo de tilas, manzanillas y esas cosas. 

Acaba de irse el sol. He cerrado los ojos para dejar que desciendan de la cabeza al corazón —como los vencejos de los aires a sus nidos— las últimas palabras de la Luz del sol: «se terminó de imprimir el día 2 de septiembre de 2019». 

Bergamín toma un verso de La canción de Grisóstomo y lo trata así de bien:
De una luz, de una voz, de un sueño huido,
tu corazón que calla te lo advierte
al pulso de la sangre en su latido:
en todo hay cierta, inevitable muerte.
En el eco engañoso de tu oído;
en la llama que en sombra se convierte;
en tu cansado corazón vencido:
en todo hay cierta, inevitable muerte.

domingo, 3 de mayo de 2020

Parroquia en fase 0 (1)

domingo, 3 de mayo de 2020

El sermón de Newman sobre la reverencia debida a la Virgen no me ha impresionado. No. 

El capítulo XVI del Ceremonial de obispos trata de la bendición de una cruz que se ha erigido en un lugar público, separado de la iglesia, o en el presbiterio. 

A las doce misa. Somos siete al principio: Joan, Teresa, Jeanette y yo —habituales— más Encarnita, X y X. Para el Credo se une Andrés, el organista, que viene de Almoradí. 

14:30 Abro el primer paquete de AHMAD TEA que me regaló Matthew. Contiene veinte bolsitas de English Breakfast Tea

Anoche vi Goodfellas de Scorsese. Hoy toca The Crown, episodio 9 de la tercera temporada. Es cuando se decide que lo del príncipe Carlos con Camila, mejor no. 

«Hoy día la comunidad inglesa ya se ha despedido de poder tener una adecuación entre lengua hablada y escritura, ya ha pechado con la pega de tener que manejar una especie de bilingüismo: una lengua hablada y otra escrita. Dualidad que les impone unos tributos gravísimos; por ejemplo, uno que todavía hay ¿pedagogos? que quieren exigir también de los niños españoles, sin motivo ninguno: no enseñar a leer hasta los seis años, cuando ya se conoce mucho vocabulario. Está claro que para niños ingleses o norteamericanos no cabe hacer de otro modo: primero tienen que enterarse de cómo se llaman muchísimas cosas, a fin de que, a la vista de las figuras que las representan, den los sonidos de los nombres de estas cosas a las combinaciones de letras que acompañan a aquellas figuras, combinaciones que, bastantes veces, guardan un parecido sólo remotísimo con lo que hay que pronunciar. Un niño español puede tranquilamente practicar la viceversa: aprender a leer, por ejemplo, a los cuatro años, de forma que la lectura pueda servirle de instrumento -utilísimo- para la incorporación de vocabulario; el ponerse en contacto con los nombres de las cosas mediante la lectura despierta su interés para conocer de qué se trata, con lo que espontáneamente y sin sentirse obligado va ampliando su vocabulario».

¿Dónde está La luz del sol? ¡Aja! debajo de Fracasología. Veamos el capítulo XI. Pero, un momento. Luz de lluvia. ¿Qués es esto? ¡Ah sí!
Introspección del ocaso es el título del capítulo XI dedicado a la hora úndécima que es la de la puesta de sol. 
Se trata de dar un paseo por Arcadia; la pintada por Poussin, la contada por Sannazaro o ¿por qué no? la imaginada por el imaginativo lector. 

Las voces del eco (p. 115)
Se va ovillando en el alma
el hilo sutil del sueño.
Y en tu corazón se quedan
dormidos los pensamientos. 
(José Bergamín)