sábado, 26 de octubre de 2024

Diario. Sábado, 26 de octubre de 2024

 San Miguel de Salinas

sábado, 26 de octubre de 2024


8:00

Desayuno de mesa y mantel porque es sábado. 

8:35

Voy a la iglesia.

Oficio de lectura y laudes con DivineOffice. Llega Bernardo y me pide la bendición con voz lastimera. Se la doy. Me dice que luego vendrá a comulgar y que si falta mucho. Le digo que faltan dos horas y se va. 

Me siento ante el sagrario con Dilexit nos. 

9:30

Llega Joan, nos saludamos. Voy a la casa abadía. 

Veo en YouTube un comentario exegético de las lecturas del domingo.

Leo el comentario de Vanhoye. 

10:30

Voy al confesonario, saludo a Analía y a Julián. 

Vuelve Bernardo preguntando que cuánto falta para la comunión. Le digo que falta media hora. 

Denise Van der Ham me entrega un bonito sobre morado y alargado. Me informa de que, en su interior, hay un pequeño donativo para la parroquia y unas intenciones para la misa del martes 5 de noviembre. 

10:55

Joan me pide que ofrezcamos la misa por David Coyle.

11:00

Misa de Santa María en Sábado. Ha venido Gracia acompañando a doña Nati. 

11:40

Me despido de doña Nati, de Gracia, de Teresa y de Joan y voy a la casa abadía. Trasteo en WhatsApp. El Dr S me informa de que esta noche ha muerto Elena y me pide oraciones. Delia me dice que anoche, finalmente, no hubo ensayo, pero que vino a cerrar la iglesia. JMHC me manda un documental que un su hijo ha presentado a los Goya. Patricia me manda la meditación diaria. Don AFM me manda su homilía de hoy. 

12:10

Ángelus.

Trasteo en X. 

Me siento en el despacho para asistir a la charlita de don Juan Luis Lorda sobre Pascal y tomar algunas notas. 

Reviso y corrijo las notas que tomé ayer en las charlitas sobre Congar y Guardini. Quizá no debería llamarlas «charlitas» sino minilecciones magistrales.

13:30

Termino la lectura del Evangelio de san Juan. 

Lectura de «La felicidad donde no se espera». 

Recojo todo y voy a casa de doña Nati. Saludo a doña Nati, a Irene, A Raúl padre, a Gracia y a José María. Irene y Raúl han venido solamente a tomar el aperitivo. Cuando se van nos despedimos. Van a comer a su casa y luego van a salir en autobús con medio pueblo para asistir a la boda de un popular concejal de aquí que se casa con una chica que no es de aquí en un pueblo no lejano cuyo nombre he olvidado. El nombre del concejal es Óscar. 

Charlamos animadamente y, a los postres, llega Raúl hijo que es vegetariano y acaba de cerrar la peluquería porque hoy ha tenido que arreglar el pelo de todos los invitados a la boda de Óscar. Raúl hijo también va a ir a la boda. 

Dejo a Raúl hijo comiendo sus vegetales, me despido de todos, voy a la iglesia, hago una visita al Santísimo y me siento ante el sagrario para rezar. Antes de que me venza el sueño me pongo a pasear por los altares laterales repitiendo «Señor, que vea» y otras frases del Evangelio de la misa del domingo. 

Luego vuelvo a la casa abadía y me llaman del hospital. ¿Es urgente? No. ¿Puedo ir después de misa? Sí. La que me llama es Rosa, aunque todos la llaman Rosi. 

Hago un esquemita para la homilía de esta tarde. Como medio pueblo se va de boda, supongo que seremos cuatro en misa. Uno nunca sabe qué va a encontrar en la misa del sábado por la tarde. Divago. 

Recuerdo: 1. Que en La Lloseta, don Javier Mira nos animaba a cuidar las cosas pequeñas poniéndonos el ejemplo de esa bombilla que se ha fundido, que todo el mundo sabe que se ha fundido y que sigue apagada hasta que alguien se anima a cambiarla. 2. Que en mi cuarto de baño hay tres bombillas fundidas desde tiempo inmemorial.

Como solamente tengo dos bombillas de repuesto, ahora queda una bombilla fundida en mi cuarto de baño. Me felicito por el progreso. Luego veo la cantidad de reparaciones que hay que hacer en la casa abadía y me digo a mí mismo, para animarme, eso de Teresa de Lisieux: «Los niños dan pasitos». Uno no puede arreglar ni el mundo ni la casa abadía en una tarde. 

Vísperas. 

17:30

Suena el primer toque de misa. Colijo que Teresa ha llegado a la iglesia y vuelo a la iglesia. 

Saludo a Teresa. Me cuenta que el marcapasos de Vicente lo mandan de un hospital de USA que se llama San Judas y que el médico que atiende a Vicente —un médico hispanoamericano y católico— suele bromear con ellos diciendo que hace falta un Judas para que haya salvación. Tomo nota. Me revisto y voy al confesonario. 

18:00

Misa de víspera. 

18:45

Me despido de Teresa. Comentamos que hoy hemos tenido en misa una numerosa congregación compuesta, en su mayor parte, por forasteros y que se ha notado en la colecta porque había un billete de diez euros y otro de cinco. Nos felicitamos.  Ella se queda recogiéndolo todo con su brazo en cabestrillo y yo salgo para el hospital. 

Misterios gozosos con BXVI.

19:50

Ya de vuelta del hospital donde le he dado la comunión a Rosi —excelente señora— me siento ante el sagrario de San Miguel y miro de reojo la imagen de la Divina Misericordia que regaló Zvignev, el polaco con voz de tenor. Cada vez soy más partidario de la Divina Misericordia y de Polonia. 

Cierro la iglesia y vuelvo —hogar, dulce hogar— a la casa abadía. Me encanta esta casa en la que llevo viviendo trece años y dos meses. Me sé la historia de ese agujero que hay en el techo de la cocina desde que el vecino de arriba tuvo una inundación. Prometió arreglarlo todo pero se le debió olvidar. Me sé la historia de las humedades que hay en el pasillo desde que un amable fontanero reparó las tuberías del lavabo que está al otro lado de la pared. Eso fue hace cosa de tres años y, desde entonces, el amable fontanero no contesta a mis llamadas. 

Me preparo una cena ligera y —después de bendecirla, zampármela y recogerlo todo— me siento ante mi nuevo Mc para recapitular el día. 

Termino de escribir esto justo en el momento en que el reloj de la iglesia da las nueve. Aunque el reloj de mi nuevo Mc dice que son las nueve y dos minutos. Colijo que el reloj de la iglesia ya lleva dos minutos de retraso y tomo nota: hay que llamar a los de «Tradición y Campanas» que se ocupan del mantenimiento de los campanarios de la Vega Baja del Segura.

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