viernes, 24 de abril de 2020
Amanece exactamente como lo dice Álvaro Galmés en «La luz del sol». Hoy, en los rosados dedos de la aurora, percibo esa luz vacilante que lava las tristezas del corazón, y no sé en que manera le despierta a pensamientos divinos, antes que se ahogue en los negocios del día. (Fray Luis de León citado por A.G.)
En el oficio de Lecturas seguimos leyendo el Apocalipsis.
Para que los negocios del día no ahoguen el corazón hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora.
Laudes. Himno Aurora lucis.
Hoy el sermón de Newman es el que predicó —magnífico— en la fiesta de la Circuncisión del Señor (1 de enero de 1831).
Jesús se sometió a la Ley de Moisés y a las costumbres de su pueblo. Los apóstoles «ni abandonaron los ritos judíos ni obligaron a hacerlo a quienes estaban acostumbrados a ello. La costumbre fue una razón más que suficiente para conservarlos». De ahí toma pie Newman para exhortar a sus oyentes a «conservar las formas externas de lo religioso (…) aunque en sí mismas sean indiferentes o no tengan origen divino». Y a quienes preguntan por qué habríamos de someternos a una costumbre que no ha sido impuesta por Dios contesta que la Biblia nos revela lo que hemos de creer, porque se trata de algo sobrenatural; que las materias del deber moral nos son reveladas por la conciencia y la razón guiadas por Dios y que lo relacionado con las formas externas se nos manifiesta mediante la tradición y la costumbre «que nos obligan a aceptarlas aunque no lo mande la Escritura». Los que claman por un culto «más espiritual» frecuentemente acaban aboliendo el culto del mismo modo que los que se resisten a orar en tiempos determinados acaban no orando en absoluto. Nuestras prácticas y ceremonias no solamente ejercen influencia en nosotros por el uso continuado, además son «figuras de verdades preciosas del evangelio» y «poseen una nota de sacramentalidad». Por eso «debemos guardadrnos de quienes (…) induciéndonos a dejar de lado nuestros ritos, lograrán que abandonemos del todo nuestra esperanza cristiana». También en esto se comprueba que, a menudo, una aparente mejora teórica «se convierte en una locura practica».
Nada mejor que el sermón de Newman para lanzarse con entusiamo a la lectura del capítulo XIV del Ceremonial de los obispos que trata de la bendición del cáliz y la patena.
Hay que preparar el altar, la sede, el ambón y la homilía. Hoy comienza el discurso del Pan de Vida que iremos leyendo hasta el sábado de la III semana. Haré la memoria de san Fidel de Sigmaringa de quien la monición de entrada destaca la «caridad exquisita con los calvinistas de Suiza». ¿Intenciones de Misa? Ana me ha pedido que la ofrezca por sus difuntos padres: Ana y Fidel. Tomo nota. Además hoy es el cumpleaños de Jorge.
A las doce, misa de doce.
Después de Misa, Teresa me ha recordado que hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hermano. Fue el mismo día en que ella se rompió la muñeca y por eso no se le olvida. Hay que preparar dos bolsas de Cáritas y escribir y publicar la homilía de esta mañana. Luego habrá que comer algo.
A las tres Tercia.
Misterios dolorosos.
Veamos el capítulo II de La luz del sol.
La segunda hora, la más corta del día empieza cuando el sol ha salido por el horizonte y el que lo ha visto se queda pasmado aunque lo haya visto mil veces porque siempre es distinto y porque «uno tiene la impresión de no haber visto el nacimiento del día sino el de todo el universo».
Media hora mirando fijamente al sagrario.
Vísperas. Magníficat.
Dados los Hechos, Pater; ¿El oficio de lecturas es la prensa nacional?
ResponderEliminarAbrazos fraternos.
Se acerca mucho. Un abrazo, fiel amigo.
ResponderEliminarGracias, Javier, súper enganchado a tu delicado diario.
ResponderEliminarGracias a ti, Álvaro. Ya sé que es muy cómodo dar trabajo a los demás pero allá va mi propuesta. Tu blog "La luz del sol" puede ser un apéndice maravilloso del libro si pones allí las pinturas que comentas allá. ¡Felicidades!
Eliminar