viernes, 16 de mayo de 2025

Diario. Viernes, 16 de mayo de 2025

 San Miguel de Salinas

viernes, 16 de mayo de 2025


7:15

Los viernes, a estas horas, suelo estar llegando al hospital. Hoy, empero, estoy saliendo de San Miguel. 

¿A qué se debe este retraso? No lo sé. Probablemente a esa acumulación de imperceptibles microrretrasos que se van sucediendo cuando uno —ya empapado— tiene que salir de la ducha para buscar un bote de gel porque el que está en la ducha está vacío; cuando uno va a ponerse los calcetines y los toma en sus manos y se sienta al borde de la cama y, mientras se pone el del pie izquierdo, el otro desaparece por arte de birlibirloque para reaparecer al cabo de un buen rato en el bolsillo de la camisa; cuando uno prepara un oloroso café para tomárselo con una nube de leche y dos cucharaditas de azúcar y, al probarlo, nota que no era azúcar sino sal lo que iba en las cucharaditas y tiene que reconocer que no fueron dos sino tres y que no eran cucharillas de café sino cucharas soperas. 

Sea de ello lo que que fuere, es un hecho que el sol ya dista mucho de estar saliendo. Y una cosa está clara: no hay tiempo para odas ni para vocativos en plan «¡oh tú brillante astro etc». 

Recuerdo un informe muy científico que me llegó hace poco y que decía que de cada cien trabajadores que mueren en Oklahoma yendo a su trabajo, noventa van drogados, cinco van con exceso de velocidad, tres van oyendo la COPE y dos van rezando el rosario. 

Decido dejarme de poemas y de prisas y de COPE y me arriesgo a rezar el rosario en mi carrera hacia el Cielo.


7:43

Empieza la misa en el hospital con tres minutos de retraso. 


8:15

Voy a llevar la comunión a María pero la enfermera de planta me mira con compasión y me anuncia que María murió ayer. 

Agradezco a la enfermera de planta su mirada compasiva y vuelvo a la capilla para reservar en el sagrario la Hostia que tantas veces recibió María con muestras de amor y de gratitud, mientras repito por lo bajinis: «Yo quisiera, Señor, recibiros con el espíritu y el fervor de los santos». 



11:00

Misa en San Miguel.  La ofrezco por María. 


12:00

Voy a rescatar a Joan que se ha quedado sin batería en el su coche.

¿Acaso no soy yo un caballero? ¿Acaso no soy yo un hombre de recursos? ¿Es que no obra en mi poder una batería un poco mágica que puede resucitar facilísimamente a cualquier batería remolona o muerta? 


18:00

    Hay que ensayar las comuniones de mañana. 

    Hay ocho niños. 

    Hay que oír las confesiones de todos. 



En 1472 llegó de Roma a Valencia Rodrigo de Borja, canciller del Papa Sixto IV. 

Leo en El cardenal Mendoza, de F.J. Villalba que Alfonso Carrillo hospedó  al legado papal en su palacio de Alcalá de Henares donde, para agasajarlo de una manera española, mandó hacer tal requisa de gallinas en los pueblos circunvecinos, que apenas quedó gallo que no mirase con espanto a la mañana solitaria en los desiertos peldaños del gallinero. 


22:30

Ana Isabel y Wilder —que me habían dicho que me llamarían cuando terminasen su jornada para invitarme a cenar con ellos— no dan señales de vida.

Escribo esto picoteando anacardos.

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