miércoles, 25 de septiembre de 2024

Diario. Miércoles, 25 de septiembre de 2024

 San Miguel de Salinas

miércoles, 25 de septiembre de 2024


7:00

Abro la iglesia y salgo para el hospital. 

7:30

Preparo el altar.

Oficio de lectura y laudes. 

Lectura de Las Moradas.

8:00

Primera misa votiva de san José porque es jueves. El doctor R me pide que la ofrezcamos por una su tía que murió ayer. Acababa de cumplir cien años. 

8:30

Me siento ante el sagrario

9:00

Subo los ochenta y un escalones que van de la capilla hasta la azotea del hospital. 

Salgo para San Miguel. 

Aseo un poco la casa abadía.

10:00

Encuentro cuarenta y tantos mensajes e WhatsApp. Contesto a algunos.

Me aseo un poco. 

Voy a la iglesia.

Tercia.

11:00

Segunda misa votiva de san José porque es jueves. 

Charlo con Joan y la acompaño al coche. Dejo en su coche la cartelera que quitaron cuando pintaron la puerta de color azul cielo. Joan se la lleva para que Laura le de una buena limpieza.

12:00

Ángelus. 

Lectura del «Protágoras» de Platón. 

Vuelvo al WhatsApp. Entro en el grupo de catequesis prematrimonial, leo los mensajes que han dejado allí, pienso un poco y mando una minicatequesis bastante larga. 

13:00

Lectura del Evangelio de San Juan. 

Reviso el correo y escribo a Anne Purdonne. 

Limpio el despacho, me aseo un poco y voy a comer a casa de doña Nati. 

14:00

Comida con doña Nati

Visita al Santísimo. 

15:00

Noticias en Antena 3.

Misterios gloriosos. 

16:00

Mando dieciseis mensajes de WhatsApp en respuesta a otros tantos, pero el número de los que están en espera sigue creciendo. 

Voy a la iglesia y me siento ante el sagrario. 

Vuelvo a la casa abadía y veo en YouTube el mensaje de Mons. Isidro Puente Ochoa que, algo hastiado de su amable arzobispo, ha decidido ingresar el Asociació Sacerdotal Trento. 

Entro en la página dela AST: son sedevacantistas. 

17:00

WhatsApp: 

El arcipreste me recuerda que hoy tengo que celebrar en La Mata. 

Wilder me invita a cenar a  su casa. 

El arcipreste me convoca a una reunión el viernes a la una. 

Aquilatría —que está coaborando con la catequesis prematrimonial— me escribe y le contesto. 

Wasapeo con el flamante párroco de Nuestra Señora de Belén. Tramamos una excursión. 

Dos mensajes de la Biblioteca Sacerdotal Tabarca. 

Leo un mensaje de Salvador que estaba en espera desde el sábado. 

Dejo veintisiete mensajes en espera y voy a la iglesia para rezar vísperas. 

Leo «Una originalidad olvidada»,de Chesterton. 

Leo «Contarnos historias» de Carlos Marín-Blázquez.

Voy al cajero. 

18:00

Salgo para La Mata oyendo una conferencia en la March sobre Hobbes. 

El camino dela aparcamiento a la iglesia el último capítulo de «Una escala humana».

En la iglesia están rezando el rosario. Me revisto y voy al confesonario. Empiezo a leer el epílogo. Llega un penitente. Muy bien. Empiezo a leer el epílogo otra vez. Llega otro penitente. Muy bien. Empiezo a leer el epílogo por tercera vez justo cuando acaban de rezar el rosario. 

La misa de siete empieza a las siete. 

Después pregunto que si hay alguna pastelería cerca. Medicen que hay una  muy buena —la «Miguel Hernández»— a dos pasos. Voy y compro un pastel de manzana. Pregunto que si la pastelería tiene ese nombre por el poeta o por el dueño. Me dicen que por el dueño. 

Vuelvo al coche leyendo el epílogo a «Una escala humana». Allí Carlos Martín-Blázquez cuenta una historia verdadera que yo ya conozco porque he leído «Salir de la noche». La cuenta para responder a la pregunta del por qué o del para qué escribir. Muy bien. 

Vuelvo a San Miguel con la conferencia sobre Hobbes que me ha enganchado. 

20:00

En la casa abadía, me cambio de  camisa. Voy a casa de Ana Isabel y Wilder con la tarta de manzana de Miguel Hernández. «Volverás a mi huerto y a mi higuera…». Divago. 

21:30

Voy a la iglesia. Completas. Cierro la iglesia, voy a la casa abadía, escribo lo anterior.



Pero ¿no dirás nada del sol, de las flores, de los pajarillos, de las sensaciones del día?

Del sol diré que ha salido y se ha puesto puntualísimamente, como estaba previsto en mi agenda. 

De las flores no puedo decir nada porque caminaba yo absorto en la  lectura de «Una escala humana» y no he reparado en ellas. 

De los pajarillos sí, mira. A pesar de lo absorto que caminaba yo, me he  detenido en una plazuela al oír el canto de un pájaro que parecía llamarme. He mirado a un lado y a otro hasta que lo he descubierto. Era un canario enjaulado. 

La sensación térmica, cuando he salido de casa esta mañana, era de doce grados y medio. Ahora, a las 22:07, es de veinte grados. 

Y, ¿por qué diablos escribes todos esto?

«Necesitamos contar las historias de nuestras vidas y que otros nos cuenten las suyas… (antes de) que otros poderes nos impongan desde fuera sus relatos y adulteren a su antojo nuestras existencias». (CM-B)

Son las 22:14. 

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