miércoles, 2 de julio de 2025

Diario. Miércoles, 2 de julio de 2025

 San Miguel de Salinas

miércoles, 2 de julio de 2025


Rutina de una mañana de miércoles.

Aroa asiste a misa en el hospital y, luego, voy con ella a la UCI para ver a su hermana Pilar. 

A las nueve o así estoy de vuelta en San Miguel. Mensaje de Joan: no ha dormido bien y no va a venir. 

A las once segunda misa votiva de san José. Luego hay que dejarlo todo preparado para el funeral de las 12:30. 

El despacho parroquial vuelve a estar muy animado. 

A las doce y cuarto vuelvo a la iglesia. El archidiácono no ha llegado. Enciendo el cirio pascual y el carbón del incensario. Llega el archidiácono. Me felicito. 

A las 13:15 vuelvo a la iglesia para recogerlo todo. 



Rutina de la tarde de miércoles. 

Después de comer con doña Nati y con Samira, visita al Santísimo.

En la casa abadía trasteo un pco en las RR SS. Me ataca el sueño. Me rindo sin más. 

Termino la lectura del primer libro de los Reyes y de Cosas que he aprendido de gente interesante. El libro de Quintana Pace no lo voy a dejar en la biblioteca. Lo he dejado en la mesa para releerlo tomando notas. 

Hay que sentarse ante el sagrario con un ventilador a la derecha y otro a la izquierda. 

Me llama Zakarías, el sultán de Argelia. Quedamos en El Paseo y me invita a tomar una Coca-cola en el Collie. Él se toma una Fanta de naranja porque —dice— necesita mucha naranja. Hablamos de la Biblia, del Corán, del sufrimiento del justo… Le destripo el libro de Job y lo invito a leerlo. Me dice que lee mi diarios y me lo dice sonriendo. Cuando nos despedimos le doy las gracias por la Coca-cola y él: «Que Dios te proteja». Y yo: «Amén». 

Hay que ir a la tienda de Isabel y a Más y Más. 



Rutina de una noche de verano. 

En El Paseo hay un espectáculo y van llegando algunos vecinos. Cincuenta en total. 

Hay que preparar una cena ligera y —antes de escribir esto— hay que leer en el Romancero viejo el magnífico romance que paso a destripar: 

Pedro el Cruel encarga a un sicario — a un ballestero de maza, por más señas— que mate a la reina. El ballestero de maza —un tipo amabilísimo— se enternece ante las lágrimas de doña Blanca y, después de escuchar las últimas palabras de doña Blanca y de derramar, él mismo, abundantes lágrimas:

los sesos de su cabeza

por la sala les sembró. 

Esto sí que es poesía española, no lo de Yolanda Díaz. 

1 comentario:

  1. Jajaja, sí, sí, muchas lágrimas, pero le sacudió el mazazo. ¿A quién se me asemeja un poco?

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Es usted muy amable. No lo olvide.