sábado, 7 de diciembre de 2019
Esta mañana ha muerto Rosarito, uno de los seres humanos más bondadosos que he conocido en mi vida. A una de sus muchisimas nietas la oí decir una vez que su abuela era «achuchable» y, al parecer, la legión de sus nietos convenía en ello.
Hay que aclarar en seguida que de ninguna manera se habría dejado achuchar por cualquiera aunque se hacía querer por todos. Su sentido del decoro no necesitaba poner barreras o marcar distancias para hacerla respetable porque su sonrisa, con la que unos ojos de mirada profundísima lo obsequiaban siempre a uno, decía a las claras que uno estaba ante una señora excepcional y que achucharla sería, en todo caso, privilegio de sus nietos.
Si sus nietos eran legión sus hijos son once. Otros dicen que fueron doce. Muchos, sin ser estrictamente hijos —sus nueras, por ejemplo, y sus yernos y yo mismo— recibimos de ella un trato maternal. Como a mí me dispensaba ese trato en mi calidad de cura, sospecho —y no tengo celos por ello— que a cualquier sacerdote que se haya cruzado en su camino lo habrá tratado con el mismo afecto.
Esposo tuvo uno: José María Poveda. Entrambos hicieron ese prodigio que es una familia numerosa en la que todos se quieren de tal modo que da gloria verlo.
Para lo que diré a continuación no sé si conviene emplear el pasado o el presente. Siempre fue amiguísima de san José y devotísma de santa María. Como he usado el pasado con el superlativo dejo al amable e imaginativo lector imaginar qué grado de amistad y devoción la unirán ahora en el Cielo a la Virgen y a su amabilísmo esposo.
De lo que no me cabe duda es de que Jesús, nuestro Señor, ha dicho esta mañana a santa María y a san José: «Al parecer Rosarito solamente pide que la tomen de la mano. Bajad, por favor, a Madrid y tomadla de las manos».
Si la Virgen y san José han pedido permiso para achucharla un poco antes de llevarla al Cielo, apuesto mil dólares a que en el Cielo a todos les ha parecido una idea estupenda.
¿ Sigo al frente de sus finanzas, don Javier?.Lo digo porque me parece baja la apuesta de 1000 doláres.Con doña Rosarito llegando al cielo deberíamos hacer una inversión más grande.En fin, vd vera.Y por cierto , un hijo o tal vez un nieto ¿ es marino en Cartagena?.Hace poco nos habló vd de su amigo.Era un día que llovía mucho, su santo creo.
ResponderEliminarSi. Juan Poveda :-)
ResponderEliminarSi llovió mucho. Un prodigio.
ResponderEliminarY hoy una alegría inmensa tan grande casí como el cariño que nos tenía mi madre.
Perdón nos tiene.
ResponderEliminarUna fuera de serie, la abuela Rosario. Se ha ido entre cariño y campanas en el cielo al llegar. Estoy convencido. Preciosas palabras, Javier
ResponderEliminarGracias, Patrick: tus abuelos nos han hecho mucho bien en la tierra y no dejarán de ocuparse de nosotros ahora. Un abrazo.
EliminarBueno, pues como tía adoptada por don Javier, me permito mandar un abrazo a la familia de doña Rosarito.Yo vengo de marinos¿ saben?.Y eso también une.
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