lunes, 14 de abril de 2025

Diario. Lunes, 14 de abril de 2025

 San Miguel de Salinas 

lunes, 14 de abril de 2025


AYER, Domingo de Ramos, no pude escribir mi diario. ¿Por qué? No tardaré en explicarlo. 



Por la mañana tuvimos procesión y misa en Torremendo a las diez y en San Miguel a las doce. Muy bien todo: no hubo que lamentar víctimas aunque en San Miguel, durante la liturgia de la palabra, se produjo un tumulto al fondo de la iglesia. ¿Qué pasaba? No tardaré en explicarlo. 



Terminada la misa, fui a comer al Collie con Ana Isabel, Wilder, Camila y Luciana. Como siempre, bromeamos y hablamos de muchas cosas. 

Les recité los cuatro primeros versos de The Waste Land. De las veintidós palabras que forman esos versos, solamente había tres que no conocían. Después del April is the cruellest month, Camila pidió una hamburguesa y preguntó con los ojos muy abiertos, como hace cuando está sinceramente interesada en un asunto: «por qué es el mes más cruel?». 

Todavía no habían traído la hamburguesa de Camila cuando Wilder —coreado por Ana Isabel, Luciana y Camila— contó la historia de la anciana ruidosa. Y es que, al parecer, en cuanto el archidiácono empezó a proclamar el Evangelio de la Pasión, una anciana decidió repartir las sillas de plástico que estaban apiladas al fondo de la iglesia. Las arrastraba de una en una y se las iba ofreciendo a sus amigas. Cuando todas estuvieron acomodadas, la anciana ruidosa y sus amigas iniciaron una animada tertulia. Wilder rogó a la anciana ruidosa con esos dulces modales colombianos que encandilan a cualquiera: «¿Podría usted cerrar el pico, vieja gorda?». Bueno, seguro que él lo dijo mejor. La anciana ruidosa cerró el pico y empezó a hacer cosquillas con su ramo bendecido en el cuello de los que estaban sentados delante de ella. Y el archidiácono, impasible, seguía proclamando el Evangelio de la Pasión. 



Queda explicado lo del tumulto pero, ¿por qué no puede escribir mi diario ayer? 


Me despedí de Ana Isabel, de Wilder y de las niñas y salí para La Torre. Serían como las tres y media o así. Iba yo rezando los misterios gloriosos con BXVI. 

Llegado a La Torre me dediqué a recoger las últimas naranjas, a oler los nuevos brotes de azahar y a sembrar —en plan experimental —semillas de flores de primavera que había comprado en Amazon. 

Muchas más cosas que ahora no recuerdo debí de hacer. 

A las 20:16, Almudena me llamaba por teléfono y me daba una noticia que era una sorpresa: «Estamos en La Torre». También me invitaba a cenar con ellos. 

Cuando nos despedimos —a eso de las 23:00— caí en la cuenta de que había olvidado mi Mc en San Miguel y de que tenía mucho sueño. 


Supongo que ya se entiende por qué razón ayer, Domingo de Ramos, me fui a la camita después de rezar las tres Avemarías acostumbradas pero sin escribir mi diario. 



HOY, Lunes Santo, todo ha sido —otra vez— muy confuso. 


A las seis me despertaba el despertador, yo lo apagaba y volvía a quedarme frito. 


A las siete y media me despertaba un pájaro cuyo nombre solamente doña Aurora Pimentel y Dios conocen. Cantaba asina en mi ventana: «Grap, truuul.. Grap, truul». 


A las ocho y media desayunaba con Patricia. 


A las nueve iba a la ermita para rezar ante la Virgen del Carmen. 


A las nueve y media recogía todas mis cosas y salía para Alicante. 


A las diez y diez estaba sentado en la capilla del Santísimo de la Concatedral de San Nicolás. 


A las once menos diez estaba en el claustro de la concatedral  revestido para la Misa Crismal. 


A las once empezaba la misa Crismal. Si digo que todo, desde schola cantorum hasta el último detalle de la liturgia, ha sido perfecto, digo bien. 


Sin embargo, lo mejor estaba por venir. 


Había quedado a las dos con APZ y con su novia en un afamado restaurante. A las dos menos cuarto llegaba yo. A las dos y media llegaba APZ, nos abrazábamos y empezábamos a charlar acerca de Mario Vargas Llosa y de otros poetas vivos y difuntos.. A las tres menos cuarto llegaba la novia sonriente, leve como un hada danzante, iluminando el comedor y toda la Vía Láctea con su simpatía. 



Nos hemos despedido a eso de las cinco. 

Me ha dado tiempo para volver a San Miguel y celebrar la misa de seis y para ir a Los Montesinos y celebrar la misa de siete. 

Y me ha dado tiempo para hacer muchas otras cosas y para —por ejemplo— escuchar este lindo concierto.

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